Hace algún tiempo yo estaba conversando sobre arte con un amigo artista cuando otra persona que no era artista nos interrumpió con la siguiente aseveración: “El arte es algo subjetivo”. Me acuerdo que inmediatamente le dije, “si fuera completamente subjetivo no se le podría enseñar a ningún estudiante”. Al quedarse pensando y no proseguir con el hilo de su aseveración original estuve convencido que el hombre carecía de argumentos para sostener su opinión.
Desde un punto de vista objetivo, resulta difícil demostrar claramente a un estudiante los niveles de calidad en el arte. En estas cosas del arte toma tiempo convencerse de algún principio hasta vivirlo en carne propia. Pero necesitamos que alguien que ya lo haya vivido nos oriente al respecto. Claro todos somos estudiantes de tal manera que comprendemos el arte dependiendo del nivel donde nos encontremos. ¿Entonces, cómo sabemos lo que es buen arte?
Todas las grandes obras en la música, el baile, la cinematografía, el teatro, la literatura, la pintura, la escultura y demás exhiben en sus estructuras ciertos fundamentos comunes como armonía, balance y jerarquía. Fundamentos que no son fáciles de internalizar si no se tiene cierta entrega emocional a lo que se está haciendo. Como pensaba el filósofo Immanuel Kant con respecto a la estética, “la sensación debe traer placer al colaborar en nuestra contemplación, nuestro juicio reside tanto en lo sensorial, emocional como en lo intelectual, todos al mismo tiempo”.
En el arte trabajamos con estos “espejismos” o “fantasmas”. Yo les llamo abstracciones. En realidad es una manera de ver y sentir diferente. A la mayoría de las personas se le hace muy difícil ver de esta manera pues solo ven lo material del asunto. En el arte dramático le llaman “desdoblarse”, que quiere decir olvidarse por completo de quienes somos y convertirnos en el personaje que interpretamos. Todo esto requiere mucha práctica y concentración. Pero no termina ahí, también se hacen necesarios cierto estudio, inteligencia, sensibilidad, percepción, energía y bastante arrojo (atrevimiento). Debemos añadir la sinceridad pues es necesario que nos entreguemos a la obra sin segundas intenciones (como el dinero que vamos a cobrar por la obra o el alardear sobre nuestras habilidades). Intentemos ver esto de manera más objetiva.
De vez en cuando, pero solamente de vez en cuando aparece una película, una pieza musical, una pintura o alguna obra de arte que impresiona tanto, que el público habla sobre ello por mucho tiempo y quiere ver la obra u oirla una y otra vez sin cansarse de la misma. ¿Qué fenómeno es este, que las personas sin ponerse de acuerdo unas con otras, pueden decidir inmediatamente y en masa lo que es algo extraordinario en el arte? ¿Cómo es qué puede existir tanta consistencia en la evaluación de una obra sin que nadie nos guíe o nos diga lo que es bueno y lo que no es tan bueno? Algunos fundamentos verdaderos tiene que tener dicha obra.
El buen arte contiene los fundamentos objetivos que hemos señalado y aunque al artista se le haga difícil aprenderlos, comprenderlos e internalizarlos, cuando surjen en una obra y aunque el público general no los comprenda, sí los puede apreciar. El problema real existe cuando los medios económicamente poderosos, en su intento por lucrarse trastocan la contemplación natural del ser humano para ejercer el juicio que señala Kant. Estos medios gastan grandes cantidades de dinero en publicidad y mercadeo para influenciar al público para que paguen por ver o escuchar tal o cual obra. No hay duda de que esta publicidad ejerce una presión eficiente sobre el público general. Pero sabemos que esta influencia no puede ocultar por mucho tiempo la realidad del arte. Solo a través de nuestra educación y práctica sincera, podremos contrarestar a estos agentes tan poderosos. Debemos perseverar en la búsqueda de los fundamentos objetivos del arte.
Finalmente debo de señalar lo siguiente. Cuando se está en esto del arte, uno oye y lee muchísimas opiniones con respecto a qué es buen arte y qué no lo es. El debate (así le están llamando a veces con el propósito de aumentar el “rating” y el “tráfico”) es interminable pues el tema se torna tan subjetivo y personal que al final se dá a entender que cualquier cosa es arte. También se critica de manera destructiva a otros artistas por utilizar materiales diferentes. El artista, especialmente si es joven, necesita todo nuestro apoyo porque no sabemos su potencial, el cual podría llegar a ser algo extraordinario. Dejemos claro desde principio que el arte no es una competencia entre un artista y otro o una pelea entre un estilo y otro. Esta controversia se la debemos de dejar a los medios, los cuales nos usan y se lucran de esta controversia. Aprendamos de la historia del arte donde el estado, la política, la iglesia y otros grupos han usado a los artistas como si fuéramos ilustradores de catálogos para fomentar sus intereses. Los artistas somos mucho más profundos que eso. El arte es todo lo contrario, nos sirve para entrar en un mundo de armonía y encontrar nuestra paz interior. Es simplemente una introspección.
Nota: Este pequeño ensayo originalmente estuvo unido a otro ensayo relacionado a la influencia del dinero sobre el arte. Agradezco a mi hija Miriandra por sugerir que los separara en dos ensayos para que hubiese una mayor claridad en las ideas.
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