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Por Axel Marazzi

Index
  1. No habrá eSports en los Juegos Olímpicos
  2. Sheryl y Jack se sientan en el banquillo
  3. La paradoja de la elección
  4. ¿WeChat finalmente enfrentará a un competidor?
  5. India, el territorio que todos quieren conquistar
  6. Otros links que podrían interesarte

Idea Millonaria s01e07

Nuevo domingo nuevo episodio de Idea Millonaria, el podcast que hacemos con Valen. Esta vez, por suerte, no hablamos de cuáles son las mejores formas de morirse, pero sí de cómo se contrabandean pendrives en Corea del Norte para derrocar el régimen de Kim Jong-un, eSports, cómo somos super millennials por mirar series y películas mientras nos bañamos y el síndrome del impostor y el miedo que tenemos que todos se den cuenta que en realidad no sabemos nada y somos ultra giles.


1. No habrá eSports en los Juegos Olímpicos

Cada vez hay más países, como China, Estados Unidos, Rusia o Francia entre otros, que toman a los eSports como deportes y los ponen en la misma línea que, por ejemplo, el fútbol, el básquet o el tenis. No es extraño. Pasa lo mismo, pero de una manera muchísimo más extendida, con el ajedrez o el Go, que son algo así como las versiones viejas de los videojuegos.

Y si bien poco a poco se está extendiendo más esta idea de que los videojuegos jugados de manera profesional están al nivel de un deporte de alto rendimiento, no habrá lugar para ellos en los Juegos Olímpicos.

Lo dijo Thomas Bach, el presidente del Comité Olímpico Internacional, en una entrevista a AP en el marco de los Asian Games, donde hubo exhibiciones de League of Legends, Clash Royale, Hearthstone, Arena of Valor, PES y StarCraft II.

¿La excusa? Los valores:

"No podemos tener en el programa olímpico juegos que promuevan la violencia o la discriminación. Los llamados killer-games. Ellos, desde nuestro punto de vista, son contradictorios con los valores olímpicos y, por lo tanto, no pueden ser aceptados".

Y si bien podríamos responderle que en los Juegos Olímpicos hay deportes como el boxeo que tienen su base en la violencia, él dice que los deportes son la expresión civilizada de eso y en los killer-games la finalidad es matar a otros.

Dos cosas: 1) no estoy de acuerdo con sus declaraciones bases y 2) si le diéramos la derecha –que no, pero supongamos– lo que hace Bach es pensar que todos los videojuegos son violentos. El PES, FIFA 18 o Rocket League, por decir solo algunos, no lo son en absoluto y funcionan de la misma manera que algunos de los deportes que forman parte de las filas de los Juegos: personas trabajando en equipo para alcanzar una meta. Sin contar eso. ¿Podríamos decir que en una partia de League of Legends o Dota 2 hay más violencia que en una pelea de boxeo? Hice boxeo (ya sé que no parece, guárdense los chistes) y jugué muchísimas más horas al Dota 2 de lo que me gustaría admitir. El que responda la pregunta de manera positiva es porque no conoce a ninguno de los dos.

Por suerte a medida que pase el tiempo este tipo de neandertales van a dejar de ocupar posiciones de poder y vamos a empezar a evolucionar.


2. Sheryl y Jack se sientan en el banquillo

Hace un tiempo fue Zuck quien se sentó en el banquillo delante de senadores yankees para explicar qué es lo que había pasado con Cambridge Analytica, qué culpa tenía Facebook y qué harían para que no volviera a pasar en el futuro. Esta semana fue el turno de Jack Dorsey, creador y CEO de Twitter, y de Sheryl Sandberg, COO de Facebook. Ante el Comité del Senado reconocieron algo que se sabe hace tiempo: que Rusia utilizó cuentas falsas para difundir mensajes políticos en las elecciones presidenciales del 2016.

En una punta estaba la super entrenada en política Sheryl, quien trabajó como consejera en la administración de Clinton, mientras que en la otra estaba Jack, clásico emprendedor de Silicon Valley: vergonzoso, callado y quien no dejó de mirar su celular. En el medio había una silla vacía que debería haber sido ocupada por un representante de Google. Marco Rubio, el senador republicano, calificó a esa ausencia de "arrogante".

Tanto Sheryl como Jack encararon sus declaraciones de maneras diferentes: la primera habló del futuro de Facebook y cómo harán para mitigar las fake news y el segundo del pasado de Twitter y cómo actuaron lento y mal para evitar que sucedieran. Pero ambos coincidieron en que la manera de poder luchar contra este tipo de ataques es en tecnologías llevadas adelante por humanos y no por algoritmos de inteligencia artificial.

Un dato interesante es que Sandberg dijo que el foco que está tomando Facebook es en identificar las cuentas que no son auténticas (es decir, bots o que fueron creadas con el fin de desinformar). Le preguntaron cuántas cuentas tiene la red social que no sean auténticas. Las estimaciones son de entre un 3% y un 4%. Considerando que la plataforma tiene 2.23 mil millones de usuarios, el número sería de entre 66 millones y 89 millones.

Algo en lo que están de acuerdo muchos legisladores es en la consideración de que las diferentes compañías tecnológicas no podrán resolver estos problemas solos y en que el Gobierno tiene que actuar para regularlas. Uno de ellos dijo que "la era del salvaje oeste en redes sociales se debe acabar" y aseguró que "el Congreso va a tener que actuar".

Si bien considero que la política sí debe obligar a que las tecnológicas trabajen para mantener este tipo de ataques lo más lejos posible de sus plataformas, soy de los que considera que la política se tiene que mantener afuera de internet y sus regulaciones. Sabemos lo que pasa cuando los diferentes gobiernos se meten en internet. Sin ir más lejos, el ejemplo más claro es el de China, Irán o Rusia, donde la censura bloquea no solo redes sociales, sino también sitios informativos y de conocimiento.

Por otra parte, es cierto que las diferentes compañías, con Facebook, Google y Twitter a la cabeza, no están haciendo demasiado para poder evitar las fake news, la desinformación, el discurso de odio, la censura y privacidad de sus usuarios y la historia es siempre la misma: "Estamos haciendo lo posible y vamos a mejorar".

Y como también tengo que ser un poco de Corea del Centro, es cierto que lograrlo es algo increíblemente difícil. ¿Debería regularse lo que dicen las personas? ¿Hay que acatar lo que diga un algoritmo? ¿Y si está equivocado? ¿Y si nos pasamos y llegamos a la censura en los discursos y apuntamos, sin quererlo, contra la libertad de expresión? Por estos motivos los políticos están siendo muy cuidadosos en relación a la presión que le ponen a las tecnológicas y las tecnológicas, obviamente, no quieren declarar abiertamente que pueden limitar lo que se dice en sus plataformas en cualquier momento y por cualquier motivo.


3. La paradoja de la elección

La semana pasada en Idea Millonaria hablamos un poco sobre lo complejo que puede ser elegir una película en Netflix. Con tantas opciones muchas veces tendemos a complicarnos y pasar mucho, muchísimo tiempo estudiando qué ver, buscando reseñas y calificaciones fuera de la plataforma por muchos motivos: las recomendaciones no funcionan correctamente (cuántas veces el sistema nos dijo que una película o serie era un match en el 98% de las probabilidades con nosotros y terminó siendo una mierda), el buscador no es nada bueno y lo que nos muestra la pantalla principal no nos convence.

Y no es con la única aplicación que me sucede. Con Spotify me pasa lo mismo. Hay tanto material para escuchar –virtualmente infinito, de hecho– que siempre termino escuchando las bandas que escuché toda la vida. Hace meses que no descubro una agrupación que valga la pena. De ahí es que, en muchos casos, tiene muchísimo sentido la frase menos es más.

El psicólogo estadounidense Barry Schwartz estudió en profundidad este fenómeno que llamó la paradoja de la elección y si bien el libro salió en el 2004, hace nada menos que 14 años, el fenómeno se adapta perfectamente al mundo actual en el que no solo nuestras opciones no paran de aumentar sino también el tiempo que perdemos eligiendo una.

Si bien tiene lógica que mientras más opciones tenemos también somos más libres, hay un detalle a tener en cuenta. No siempre que aumente ese número de opciones es mejor ya que, según Schwartz, en un momento todo se va al carajo y se empieza a complicar y las personas empiezan a sufrir de ansiedad. Algo importante a tener en cuenta es que no se sabe exactamente en qué número de opciones sucede eso.

Elegir supone frustrarse si lo que elegiste no te gustó y, mientras más tiempo tardes en hacerlo peor será, porque la expectativa de que eso que elegiste te guste será mayor.

Y sin siquiera saber de la existencia de la paradoja de elección, hace tiempo que yo estoy poco a poco dejando de lado los algoritmos de servicios al estilo Netflix y volviendo a amigos, influencers y familiares para aceptar recomendaciones. Sé lo que les gusta y puedo confiar en ellos no solo para no perder tiempo intentando elegir una serie, película o nueva banda a escuchar, sino también para no sentirme mal si lo que elijo no me gusta.


4. ¿WeChat finalmente enfrentará a un competidor?

Tengo una relación muy cercana a cero con WeChat. Lo usé una vez cuando Messi hizo una publicidad en la Argentina hace algunos años para ver de qué de trataba el servicio de mensajería pero lo borré en cuestión de minutos. En América Latina, al menos en la mayoría de los países, WhatsApp es la app a utilizar para enviar mensajes a través de internet. El tema es que en China es completamente diferente. En China WeChat es Goliat y, curiosamente, no existe un David que le hiciera frente. Bueno, parece que finalmente nació un David que se llama Bullet y que no solo está recibiendo apoyo de los techies de la industria, sino también de los inversores.

La nueva app de mensajería alcanzó 5 millones de usuarios en dos semanas después de su lanzamiento el 20 de agosto y viene, desde ese momento, liderando los rankings. Está claro que, al menos por ahora, es una espina en el dedo gordo de Goliat, que superó los mil millones de usuarios el pasado marzo, pero es una espina grande.

WeChat es, de verdad, el rey de China. Se usa para todo. Desde lo obvio, como enviar mensajes de texto, realizar llamadas a través de internet o videollamadas, hasta pedir comida o realizar pagos directamente desde la app. Bullet, por su parte, se enfocó en hacer pocas cosas y bien. Sus puntos fuertes son la simpleza, la posibilidad de ser anónimo en la plataforma y las transcripciones automáticas de los audios móviles que funcionan con una precisión del 97%.

Puede parecer una boludes el tema de speech-to-text, pero en China es muy, muy importante. Esta característica, al funcionar tan bien, le permite a los usuarios con acentos regionales comunicarse instantáneamente y con fluidez en mandarín. Aunque el mandarín es el idioma oficial de China, muchos de sus 1.400 millones de personas hablan dialectos regionales.

Y si bien la tecnología de reconocimiento de voz de Bullet es muy interesante, no hay ninguna groundbreaking feature que sea lo suficientemente innovadora. Entonces, ¿por qué está teniendo tanto éxito? Algunos lo están relacionando un poco con lo que pasó en un primer momento con Snapchat y Facebook. Muchos jóvenes empezarona migrar de la red social para grandes en la que estaban sus tíos, abuelos y padres para ir a otra donde solo estuvieran sus pares. Está claro que Facebook hizo las cosas para poder cortarle las patas a su potencial David, pero quizás los de WeChat no sean tan vivos.

¿Por qué es importante el nacimiento de Bullet? Por la censura. WeChat, con Tencent detrás, que es una de las compañías más importantes del gigante asiático, es un colaborador abierto del régime censor de China. Bullet, al menos por ahora, no. El tema es por cuánto tiempo podrán ser independientes.


5. India, el territorio que todos quieren conquistar

India es el segundo país del mundo con mayor población solo seguido por China. Tiene nada menos que 1.324 miles de millones de habitantes y, por ese motivo, las grandes tecnológicas como Google o Facebook están tan interesadas en ser los reyes del mercado. Una de las guerras más interesantes que llevan adelante ambas compañías es la de la publicidad que, por ahora, está ganando Google. Digo por ahora porque Facebook, que aterrizó en el país asiático muchísimo después que el buscador, está pisándole los talones.

Parece que las alarmas de Google, con Sundar Pichai a la cabeza, quien nació en India, se prendieron cuando se reveló que la red social generará US$980 millones en ingresos por publicidad solo en ese país. ¿Por qué se prendieron las alarmas? Porque Google logró llegar a los US$1.000 millones de revenue el año pasado.

Google ahora está intentando mejorar las cosas atrayendo más clientes con herramientas más simples para comprar anuncios y servicios más localizados. La estrategia se basa en iniciativas que hagan que los ciudadanos pasen más tiempo en los servicios de Google que los hará vender más publicidad y eso generará más ingresos.

Se trata de una batalla dura para Google. Muchos habitantes de países en desarrollo están pasándose a no solo Facebook, sino también otros de sus productos como WhatsApp o Instagram en vez de ir por los del buscador como YouTube.

Es complicado si tenemos en cuenta que este tipo de mercados son claves para el crecimiento a largo plazo tanto de Google como de Facebook. El segundo, incluso cuando está teniendo muchos problemas en la región como la violencia generada por la viralización de fake news a través de WhatsApp o que no tiene una cabeza en el país, está resolviéndolo mucho mejor.

Por ese motivo Sundar Pichai, después de haber agarrado las riendas de Google, empezó a cambiar la estrategia. Pasó de hacer servicios para los early adopters que estaban en Silicon Valley y esperar que crecieran exponencialmente si funcionaban a servicios hechos a medida para locales, más campañas de marketing en medios tradicionales como la radio, la televisión o avisos publicitarios en las calles y mucha mayor inversión en emprendimientos de la región. Incluso se puede ver en la cantidad de empleados que tiene Google en India, que se duplicó alcanzando los más de 4.000.

Y finalmente, parece que los esfuerzos de Pichai están rindiendo. Durante la primera mitad del año, según Comscore, los usuarios indios estuvieron más tiempo en los servicios de Google que los de Facebook. El año pasado la red social le había ganado al buscador.

Pero todavía hay que ver quién gana la batalla de la publicidad que es la batalla de la plata y la que verdaderamente importa porque, después de todo, nadie está haciendo beneficencia.


6. Otros links que podrían interesarte


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observando · hecho en buenos aires con mucho ❤️ · Capital Federal, Buenos Aires 1431 · Argentina