José Rodríguez Silvosa era natural de Lugo, donde había nacido en 1907. Era hijo de José Rodríguez y Estrella Silvosa, viudo de Julia Expósito y tenía tres hijos, llamados José, Ermitas y Enriqueta. Su profesión era la de sastre, y llevaba residiendo en Monforte desde 1936, pocos meses antes del estallido del golpe de Estado. Participa en la resistencia al golpe de Estado en Monforte de Lemos, y desde el fracaso de esta y la toma de las fuerzas militares y falangistas del control, se ve obligado a huir a las montañas.

Ramón Somoza Álvarez era natural de Ponte Canedo (Santiago das Caldas, Ourense), donde había nacido en 1899. Era hijo de Rodrigo y Eudosia, soltero y de profesión, ganadero. Pertenecía al Partido Socialista de Monforte, del cual fue concejal durante la IIª República. Fue condenado a seis años de prisión unos meses antes de la revolución de octubre de 1934, implicado en un depósito de dinamita junto con varios miembros más del PSOE, aunque con posterioridad fue amnistiado. Al igual que José, Ramón participó en la resistencia que existió en Monforte contra los militares sublevados contra el gobierno republicano, pero finalmente escapa al monte a finales de julio de 1936. Permanecerá en esta condición hasta el 11 de julio de 1938, en que fue detenido y asesinado el 13 de Julio de 1938. Tenía 39 años. 

Al amanecer del día 14 de julio de 1938, el juzgado Municipal de Ribas de Sil recibe una comunicación en la que se participa que en el punto denominado Seixo de la parroquia de Castroncelos del municipio, aparecieron muertos a consecuencia de disparos o heridas producidas por arma de fuego los que según referencias adquiridas son los vecinos de Monforte Ramón Somoza Álvarez, que fue ganadero y un sastre conocido como Silvosa.

El reconocimiento verifica la existencia de dos hombres tendidos en el suelo, boca abajo uno con la cabeza hacia el Oeste y otro hacia el Norte, hallándose el que aparece con la cabeza hacia el Norte vestido con un traje claro en buen estado y el otro con ropa bastante deteriorada calzando alpargatas blancas y el otro con buenos zapatos de cuero. Acto seguido, los vecinos de Monforte reconocen los cuerpos como los de Somoza y Silvosa.