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Esta semana me he vuelto a encontrar con la realidad de que escribir, por mucho que te guste, es un trabajo. Y, como todos los trabajos, conlleva tareas menos divertidas, menos satisfactorias, más de querer darle al botoncito de bajarse de esto y descansar.

Ya lo sabía, claro. Llevo desde 2012 dándole vueltas a dedicarme a escribir y tres años ya volcada en ello a tiempo completo, así que no es la primera vez que tengo que hacer algo que me cuesta. Pero esta semana ha sido especialmente reveladora.

Verás, la entrada sobre Jóvenes y brujas y las brujas de San Fernando se me ha llevado un poco por delante. En ella analizo la construcción de personajes de la película y la visión de las asesinas en prensa y en la realidad. Para mí este es un tema fascinante. Los personajes son uno de los pilares de la novela y una de las partes más entretenidas de escribir. Pero comparar realidad con ficción siempre hace que, dentro de mi cabeza, los límites entre lo real y lo imaginario se hagan un poco más difusos.

Escribir fantasía oscura o terror, que son mis géneros favoritos, no quiere decir que me separe de la realidad. Las escritoras de género fantástico trasladamos, transformamos, interpretamos la realidad. La convertimos en historias que nuestras lectoras vayan a disfrutar.

Por eso me molesta un poco (mucho) cuando se dice que la fantasía oscura o el terror no son profundos o no son importantes, o son mero entretenimiento.

Como esa es una de mis principales creencias sobre la literatura de género, escogí el tema de las brujas de San Fernando para explicar cómo podemos escribir personajes más complejos que los que nos da la prensa. Y, al hacerlo, me he encontrado cuestionándome mucho a mí misma.

  • Me he preguntado si estaría bien escribir un post así, si no sería frivolizar sobre una tragedia reciente.
  • Me he preguntado si no estaría forzando demasiado los límites de la ficción.
  • Y también me he preguntado si el artículo no me perjudicaría.

En otras palabras: me he cuestionado la oportunidad de publicar un contenido que me apetecía mucho desarrollar, y que me ha puesto más en contacto conmigo misma.

La alternativa habría sido buscar un artículo alternativo, quizá menos comprometido, con menos aristas morales. Podría haber escrito sobre cómo Tolkien construyó a Bilbo Bolsón o sobre cómo está hecho Voldemort. Y eso me habría llevado más visitas al blog, seguramente. Pero es que yo quería hablar sobre crear personajes que parezcan reales.

Escribir esta entrada me llevó unas seis horas entre tomar notas, buscar fotografías, redactar el artículo y comprobar las fuentes. Documentarme me ocupó al menos tres horas más.

El resultado es un buen artículo y, como te decía más arriba, un poco más de autoconocimiento. Escribir siempre es un proceso en el que conectamos más con nosotras mismas. Y no es de extrañar. Al fin y al cabo, las novelas las sacamos de nuestras cabezas, así que para ello hay que mirar dentro. Y a veces encontramos cosas que no sabíamos que estaban ahí.

¿Te imaginas que hubiera dedicado esas seis horas a algo con lo que no estuviera comprometida de verdad? En lugar de sentirme conmovida y un poco mareada pero satisfecha, me sentiría agotada y un poco fraudulenta.

A lo mejor me llegarían nuevas usuarias al blog, pero no sería mi blog.

He escrito artículos por compromiso y hasta novelas como escritora fantasma. Y no es el peor trabajo del mundo hacerlo, pero, como les decía a las chicas de Tiburón Letra y Café Librería en el vídeo de esta semana, cuando escribes algo, cualquier cosa, el proceso de escritura es largo:

  • Investigación
  • Escaleta si la haces
  • Primer borrador
  • Revisión
  • Segundo borrador
  • Revisión
  • Tercer borrador
  • Primera corrección
  • Segunda corrección
  • Galeradas
  • Publicación

Y cuando tu novela, tu relato o tu artículo están ahí fuera, toca defenderlos.

¿Cómo se defiende algo en lo que no crees o que no te importa?

No es solo todo el tiempo que dedicamos las escritoras a escribir, sino el hecho de que el resultado de nuestros esfuerzos es algo que llevamos siempre con nosotras. Por eso este mail se titula así. Porque si no escribes lo que quieres escribir, escribir se convierte en otra condena.

Y de condenas está la vida llena ¿verdad?

Pues eso: escribir es tuyo. Hazlo sobre lo que de verdad te apetezca.

Y pasa una buena semana.
 

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