En ocasiones en la vida, después de un largo tiempo de lucha, de sangrar por las esquinas, de remar a contracorriente, creo encontrar el lugar, la madre protectora y acogedora. Entonces me aplico, me implico, trabajo con ahínco, hago mío el pulso de la tribu. Siento como si hubiera regresado a casa y considero ese regreso mi meta. Al principio sopla en mi vida una suave brisa de primavera. Y se deslizan los días —quizás las semanas, los meses, los años— envuelto en un esfuerzo que no me cuesta, porque es casi todo inercia.
Un buen día, de repente y sin previo aviso, despierto en la oscuridad de la noche (…) >> sigue leyendo en mi blog >>
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