“No debemos aceptar la nueva normalidad que se está imponiendo por la pandemia"
Texto realizado a partir de una entrevista dirigida a Marianela Palacios, periodista especializada en economía y factchecker de CotejoInfo y del Instituto de Prensa y Sociedad – IPYS.
Vivo en Barquisimeto, pero la pandemia me tomó en Caracas. En los últimos meses he visto cómo el país se ha descompuesto por la falta de bienes y servicios. A pesar de la situación actual que nos afecta, luego de años, la mayoría de las personas se han resignado y ya ni siquiera protestan, solo buscan resolver su día a día.
El periodismo también se ha visto afectado. Los constantes apagones de luz, la hegemonía comunicacional que silencia a la oposición, el control del papel y su asignación solo a impresos que apoyan el Gobierno, la censura y autocensura, han dificultado el desempeño de la profesión. Además, debido a la disminución de las oportunidades laborales por el cierre de diversos medios, los periodistas nos hemos visto obligados a hacer trabajos freelance adicionales con diversas empresas o, desempeñar tareas que nunca tuvimos, como comercializar cosas o producir alimentos para vender, para generar ingresos que cubran nuestros gastos familiares.
En materia de derechos humanos, hasta mayo de 2020, el Colegio Nacional de Periodistas(CNP) detectó 79 agresiones contra periodistas siendo el Estado el principal agresor. Igualmente, entre los meses de enero a abril, el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) registró 98 casos de violaciones en la red, cuando en el mismo periodo del 2019 se habían registrado 58 casos, además, de alertar detenciones arbitrarias durante la cuarentena.
A pesar de ello, la prensa y la sociedad civil siguen activando y apoyando soluciones a las necesidades que el Gobierno no logra suplir. Es motivo de orgullo ver cómo la prensa libre e independiente se ha mantenido en la calle, aún cuando sus periodistas están en riesgo, sin dinero para comer o gasolina para movilizarse.
Y todo esto porque no debemos aceptar la nueva normalidad que se está imponiendo por la pandemia: no es normal que vivamos sin gasolina, luz, agua potable, medicinas en los hospitales o con un salario de 4 dólares mensuales que no suple las necesidades de una familia. Tampoco es normal vivir sin libertades fundamentales, sin independencia de poderes y con presos políticos; esto no es una verdadera democracia.
Es por ello que desde las bases hay que trabajar para generar conciencia de que no debemos resignarnos a vivir así y que vale la pena luchar por un cambio. Hay que apuntarle a la reconstrucción de nuestro país trabajando de forma conjunta, para así lograr una reconciliación nacional mediante la justicia que anhelamos, donde cada persona, desde su área de conocimiento e influencia, aporte en esa dirección.
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