Pero no sólo de lavanda vive la Provenza. A continuación, otras cosas para hacer, ver y comer.
MARSELLA: Dar una vuelta por el puerto viejo, entrar al museo del jabón y terminar el paseo comiendo una “Bouillabaisse”, el plato tradicional. Es una sopa de pescado que por ley tiene que llevar tres tipos distintos y se sirve, por un lado, el caldo con salsa rouille (bien picante) y pan y, por el otro, el pescado frito en aceite de oliva con más salsa.
AIX-EN-PROVENCE: Pasear por el centro histórico con un “calisson” en la mano. Una galletita en forma de rombo muy delicada parecida al mazapán con gusto a fruta y bañada con glasé.
AVIGNON: Visitar el famoso puente y comer aunque sea uno de los millones de “papalines” que se hacen en todas las pastelerías de la ciudad. Son unos bombones de chocolate color rosados rellenos con licor de orégano.
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Perderse en el centro histórico de cualquier ciudad de la región, encontrar el mercado de turno, comprar un buen queso, aceitunas, una baguette, un vino, porqué no unas flores y armar un picnic en el parque más cercano.
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