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Hola, <<Nombre>>.

Conocí a Lisa hace unos años en una granja de gallinas a las afueras de Madrid, ella era una de las miles de gallinas que vivía en una jaula en ese nave vieja. Había 80.000 como ella.

Cada de una de esas gallinas era especial, cada una de ellas estaba olvidada por la sociedad, cada una de ellas era víctima de un sufrimiento inimaginable.

 
 

Una vez dentro de la granja con un mono blanco que me estaba demasiado  grande y una mascarilla que me cubría la cara, acerqué mi linterna a las jaulas, hileras de jaulas oxidadas, y las vi a ellas: la mayoría estaban totalmente desplumadas, mi linterna parpadeaba pero hubo un instante que pude ver que una de las gallinas yacía muerta, mientras sus compañeras la pisaban tratando de hacer un hueco en su miserable vida.

Era la primera vez que entraba en una granja de gallinas y estaba tan impresionada por lo que estaba viendo, que cerré los ojos para coger un poco de aire. Fue entonces cuando toda la suciedad entró en mis pulmones… y empecé a toser. Fue entonces cuando me di cuenta que no hay descanso para ninguno de los sentidos de los animales que son víctimas de la ganadería industrial.   

En otra jaula vi a Lisa, se movía frenéticamente, tenía su delicado y frágil cuerpo rojo del roce con la jaula. Con otros compañeros y compañeras abrí la jaula y rescatamos a Lisa. 

Pero, en alguna carretera no muy lejos de ti, si coges un coche, a no más de media hora, están todas esas naves, de animales abandonados y olvidados por la sociedad.

La violencia que padecen estos animales es como el infinito, nuestra mente no la puede comprender.

En el momento en que lees estas líneas, hay otra gallina, como Lisa, en una jaula en la que no puede extender sus alas; en otra parte del mundo, hay cerdito bebé al que le están arrancando los testículos sin anestesia, hay un pollo que se desploma por el peso de su propio cuerpo, hay una madre que está siendo separada de su ternero bebé y muge de dolor tratando de encontrar una explicación a lo que le ha vuelto a ocurrir.

Lo peor es que este círculo de terrible violencia permanece oculto a la sociedad, son muy pocos lo que lo conocen y aún menos los que trabajamos para cambiarlo.

Pero el movimiento de derechos animales está cambiando esta realidad, y esto es algo que como el cuerpo de Lisa, también he visto con mis propios ojos. He visto investigadores que se ponen la cámara al hombro después de llevar noches sin dormir para grabar imágenes con las que denunciar esta realidad, activistas tan enfadados con la explotación animal que se dejan la voz para tratar de que la sociedad comprenda lo que para nosotros es tan evidente. He visto a gente manifestarse en la puerta de un supermercado o de un hotel para mejorar la situación de todas las gallinas enjauladas como Lisa.

 
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Cada una de ellas es especial

En Igualdad Animal no vamos a dejar de trabajar un solo instante con toda la determinación del mundo para paliar ese sufrimiento.

Solamente en los últimos meses hemos presentado 4 investigaciones que exponen la extrema crueldad que sufren gallinas, terneros y cerdos en los mataderos y en la ganadería industrial, hemos ampliado nuestro departamento de responsabilidad social corporativa para acabar con las peores formas de maltrato de la industria cárnica y hemos participado en 180 eventos en el mundo con nuestro proyecto de realidad virtual para mostrar a la sociedad la macabra realidad de una granja.

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El movimiento de derechos animales produce alguna de las personas más compasivas del mundo. Gracias por ser una de ellas, gracias por  tu compasión con los animales más maltratados.

Sharon Núñez

Presidenta