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Por Axel Marazzi

1. Las señales de Nabokov

Esta semana estaba con un tiempo muerto de esos que transcurren en salas de espera o largas filas para hacer las compras y no quería pasarlo scrolleando en Twitter, Instagram o TikTok, así que hice la googleada que suelo hacer en esos casos: mejores cuentos de la historia. Terminé en “Signos y símbolos”, de Nabokov, un relato que fue publicado en 1948 en The New Yorker.

Si bien es una narrativa de otra época, muy diferente a la que me acostumbré en los últimos años de leer a contemporáneos, es imposible no ver a Nabokov como uno de los grandes maestros. Y lo demuestra ya sea en novelas eternas como en pequeños relatos que parecen cotidianos pero que esconden una potente oscuridad, como es el caso de “Signos y símbolos”.

En este cuento, cortísimo, de solo unos pocos párrafos, cuenta un día en la vida de una familia de inmigrantes rusos en Nueva York que tiene a su hijo internado en un hospital psiquiátrico por una rara afección llamada “manía referencial”. Es el cumpleaños de su pibe, que no dicen la edad pero que describen como un adolescente, a quien quieren visitar pero, por un motivo que no te voy a spoilear por si querés leerlo, no pueden.

La oscuridad de la vuelta a su hogar, la incertidumbre, el miedo. La esperanza instantánea que aparece después de una idea que puede mejorar la situación y un final que nos deja preocupadísimos. ¿Está mintiendo la mujer y en realidad no están buscando a Charlie? ¿La llamaban del lugar donde estaba internado su hijo? ¿Está simplemente diciendo eso porque no quiere que su esposo escuche lo que todos imaginamos que sucedió?

Un detalle, que nunca es un detalle en estos autores, es el título del cuento: “Signos y símbolos”. Leer ese título, que parece no tener relación aparente con el relato, nos predispone a que busquemos señales en cada situación que se da. ¿Tiene algo que ver el pájaro que está bajo la lluvia con la fragilidad mental del hijo? ¿Tiene que ver que el padre se haya olvidado que le había dado la llave de su hogar a su mujer? ¿Nos quiere decir que está mostrando signos de vejez o simplemente se trató de un desliz?

Todo en un par de párrafos. Qué envidia.

2. Abrazando la muerte

Esta semana terminé la tercera terminada de Love, Death & Robots, que es una serie de Netflix que conquistó desde el primer momento no solo por su temática, que está resumida bastante bien en el nombre del show, sino también por la propuesta. Pequeños episodios de entre 10 y 25 minutos que funcionan como cuentos. Empiezan y terminan en el lugar. Cuentan una historia, que van desde la distopía absoluta hasta relaciones amorosas en futuros inciertos. Pequeñas pastillas que pueden ser consumidas en su conjunto o como entidades separadas.

La primera temporada me voló la cabeza, la segunda tuvo algún que otro capítulo que era rescatable y, la tercera, la verdad, me decepcionó. El único episodio que realmente me gustó fue “The Very Pulse of the Machine”, que está basado en un cuento Michael Swanwick publicado en 1998. En ese capítulo, que transcurre en un planeta desconocido y desolado, dos mujeres tienen un accidente en un rover y solo una se salva. La sobreviviente empieza un camino de más de 40 kilómetros para llegar con sus compañeros y, así, poder salvarse. En esta especie de caminata lunar, la mina consume drogas para poder soportar mejor el complicado momento y ahí empieza lo interesante.

Se trata de un episodio espectacularmente poético. Pero poético literal. Durante este viaje hacia la salvación –o hacia la muerte–, escucha constantemente a ¿su consciencia? relatar poemas ayudándola a atravesar el mal momento que está viviendo. Es realmente precioso.

Hay otros que me parecieron interesantes, como “Swarm”, que evidentemente hace alusión a cómo los humanos utilizamos a los animales para sacarles provecho y recuerda muchísimo a Matrix, o “Night of the Mini Dead”, pero no me parecieron tan agudos como el de varios de las otras temporadas.

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3. Fito hablando sobre Fito

Amo a Fito. Tengo que admitir que lo amo hace poco, pero lo amo mucho. Soy de los que tardó en descubrirlo. De los que mientras crecía se volcó más al punk y al grunge y consideraba a la música nacional en español aburrida. Por eso también llegué tarde a Soda, Cerati, al Indio. Con el tiempo por suerte fui conociendo personas que me ayudaron. Me abrieron la cabeza e hicieron que me diera cuenta que la música toda es preciosa y que de todos los géneros e idiomas se pueden rescatar producciones geniales.

Hace bastante iba a un club de lectura que era más un grupo de amigos que se juntaban con la excusa de hablar de un libro en particular pero que terminaban discutiendo y debatiendo sobre todo lo que nos atravesaba. La política y la música eran temas recurrentes en cada una de las reuniones mensuales. En ese club, dos integrantes me explicaron, primero, por qué Fito es tan grande e importante para la música nacional y, segundo, me guiaron en la forma de descubrirlo que ellos consideraban correcta.

Qué lindo crecer para darte cuenta que durante años dijimos “no me gusta…” para, después, entender que todas esas veces estuviste equivocado, ¿no? Es lo que me pasó con Fito gracias a esos dos amigos del club de lectura primero y, tiempo después, cuando pude verlo en vivo. Hoy no solo me gusta su música. Me gusta –en general– su forma de pensar, lo que dice, y su manera metódica y obsesiva de trabajar que se deja entrever a través de, por ejemplo, el perfil que le hizo Leila Guerriero.

La cosa es que cuando se anunció la Caja Negra de Fito me puse feliz. Pero feliz de verdad. Con Maca lo dejamos para un momento ideal. El domingo pasado, ya cuando había pasado la hora de la depresión que llega con el atardecer, nos tiramos en el sillón con un vino de por medio, le dimos play y más o menos una hora después la terminamos sacando decepcionados. Toda la entrevista es un monólogo de Fito pasando de tema en tema sin demasiada conexión entre sí hablando de lo groso que es. Es cierto, es un groso, pero prefiero que lo digan otros y de él escuchar anécdotas como las que suelen surgir en el ciclo de entrevistas de Filo.

 

QUOTE

"Cada fracaso es un paso hacia el éxito. Cada detección de lo que es falso nos encamina a lo que es verdadero".

— William Whewell

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POEMA DE LA SEMANA


El mal es hombre

Abro el libro en la página más abierta.
En esa que puedo decir de memoria con cada lágrima.
En esa que dice lo mismo desde la primera vez
que estuvimos tan cerca que teníamos el olor del otro entre los dedos.

ya fue.

Por todas las veces que cobré por coger
pagaría para que me amen
y que quede algo.

De lo que ya se fue
De lo que ya perdí
De lo que ya gasté
Que se quede algo
conmigo.

– Ioshua

Outro

Hola, ser del bien, ¿cómo estás? Yo mejor, porque el viernes me levanté con una leve molestia en la garganta y con resfrío. Lo llevé como un campeón durante todo el día, pero a la tarde me agarró fiebre que, por suerte, desapareció durante la madrugada. Ahora solo tengo algo de tos. De hecho, como quizás notaste, esta edición fue un poco más corta que las habituales de observando. Mi malestar tuvo la culpa.

Tengo algo zarpado para contarte: la semana que viene empiezo un trabajo nuevo. Voy a correrme un poco del periodismo –digo un poco porque en varios puntos las disciplinas se entrecruzan– para meterme en el mundo del UX Writing, esta práctica de pensar las palabras y textos para que los usuarios de productos digitales puedan entender lo mejor posible cómo funcionan esos servicios.

Es zarpado por muchos motivos. El periodismo es algo así como mi pecera. En esa pecera puedo nadar de una manera bastante cómoda. Después de tantos años, si bien nunca parás de aprender, entendés cómo desenvolverte sin muchos inconvenientes. Y si bien el UX Writing, como su nombre lo indica, tiene muchísimo de escritura, también tiene muchas cosas nuevas que estoy estudiando hace tiempo y que quiero empezar a abordar. Estoy muy feliz y un poco ansioso. Ya te contaré mis nuevas aventuras.

Si ves que el domingo que viene observando no sale, ese va a ser el motivo. Voy a estar adaptándome a nuevos horarios y rutinas.

Bueno, te dejo para que disfrutes del domingo. Espero que con asadito o pastas y vinito. Yo me voy a quedar en casa porque no quiero contagiar a nadie ni arrancar la semana sintiéndome peor. Como siempre te digo, observando es barato, pero no gratuito. Si querés ayudarme podés hacerlo aportando mensualmente, comprándome un cafecito o simplemente recomendando lo que hago en tus redes sociales, que quizás pienses que no, pero ayuda bocha.

Gracias por llegar hasta acá. Es un montón.

Te mando un abrazo grande,

Axel

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