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La primera vez que vi a una conductora de televisión anunciar algo frente a cámara con un celular en la mano tuve la impresión de que la estaba viendo en ropa interior.


La brevedad es el alma del ingenio.
—William Shakespeare

 

La mujer tenía un celular en la mano. No digo que lo estaba consultando, pero parecía dispuesta a hacerlo en cualquier momento, lista para todo. Me dio una especie de pudor. La audacia es una virtud opinable, depende de la calidad, el talento y la gracia de quien se atreve. No es lo mismo ver a Inès de la Fressange desfilar para Lagerfeld con una sonrisa y una copa de champagne en la mano que presenciar involuntariamente un acto de desnudez por televisión. Casi de inmediato el celular en la mano se naturalizó y ya no molesta a nadie. O a casi nadie. Mientras tanto marcó un antes y un después en el cine, sobre todo en los policiales. Y en la vida real los celulares pueden generar flagrantes descortesías, como atender un llamado durante un almuerzo, en cámara. Como dijo Elon Musk, uno ama su propio celular pero odia los de todos los demás.

Lo mismo ocurre con las redes. Aparece un tweet con un brulote o una declaración polémica, se lo reproduce en cámara y se lo analiza como si fuera un cable de una agencia de noticias. En realidad es una especie de cable de una especie de agencia de noticias. El celular en la mano y las redes en pantalla ahora son parte activa del equipo.

 

Recuerdo una película de Doris Dörrie. Sabiduría garantizada o ¿Soy linda? No estoy segura. Hay una larga escena tomada en un muy populoso cruce de avenidas, en Munich. Mucha gente por la calle: van apurados, concentrados, algunos sonrientes. Y todos, absolutamente todos caminan hablando por su celular. Era el año 1998, o 99, el teléfono todavía se usaba para hablar. La imagen en ese momento era una broma distópica, una observación irónica de Dörrie. También Philip Roth como Nathan Zuckerman en una de sus novelas llega a Nueva York después de estar un tiempo aislado y se sorprende ante la irrupción de los celulares. Qué puede ser tan urgente, se pregunta, que deba dirimirse en voz alta y en plena calle.

 

La aparición de las redes fue una especie de big bang de las comunicaciones. Hablar por teléfono se ha convertido en un acto particularmente íntimo. Por lo general se prefiere el intercambio de audios, un sistema imbatible: invita a la síntesis (aunque algunos declinan) y lo que es más interesante, impide la interrupción. Vas a tener que esperar para decir lo tuyo. Twitter, mientras tanto, se ha convertido en la columna vertebral de la información, o al menos eso parece si se presta atención a los medios. Recuerdo que en los albores de la red los diarios reproducían tweets de las modelos de moda en reseñas burlonas. Los aportes no podían ser más tontos. Hoy Twitter es territorio de batallas políticas, campañas y operaciones comerciales, humor de primera clase, maldad extrema y celebridades en primera persona. Todo esto es alimento para la televisión. Muchos medios no cuentan con la inmediatez de las redes, con su inabarcable extensión; por ahora simplemente las usan, siempre un paso más atrás.





Odio todo

En una época me enardecía que si una persona cometía una maldad, algo que clara y definitivamente te había hecho daño, te dijeran “Qué querés, es loca”. Pero no era loca, era mala. Antes me afectaba ese equívoco, ahora no veo la diferencia.





Palabras

“Si uno lee un prospecto, lo normal es que no se tome ni una píldora, tal es la cantidad de males que pueden sobrevenirle. Desde ‘convulsiones y ataques’ hasta ‘sueños anormales’ (me pregunto cuáles considerarán ‘normales’), ‘pérdida de pelo’, ‘aumento de la sudoración’ y ‘vómitos’. Desde ‘hinchazón de la piel, lengua, labios y cara, brazos y piernas’ hasta ‘pensamientos de matarse a sí mismo’ (el español deteriorado está por doquier: normalmente bastaba con decir ‘matarse’; claro que nada extraña ya cuando uno ha oído o leído en numerosas ocasiones ‘autosuicidarse’, lo cual sería como matarse tres veces). De ‘urticarias’ a ‘chirriar de dientes’. De ‘aumento anormal de peso’ a ‘disminución anormal de peso’. De ‘alegría desproporcionada’ a ‘desfallecimiento’. Huelga decir que al sexto día dejé las pastillas.”

Javier Marías (Literatura de terror farmacéutica, fragmento)

 



 

Qué hay para ver

Alguien tuvo una buena idea en Canal 9. Decidieron transmitir las novelas clásicas que producía el canal en la época de Alejandro Romay. Remasterizadas, editadas y de muy buen ver, comenzaron por Ricos y famosos, con Natalia Oreiro y la presentación en sociedad de Diego Ramos. Dirigida por Hugo Moser, no sabemos bien quién la escribió. Idea de A.R. y listo. Es una cuestión de derechos, una larga historia.

Me daba un poco de miedo volver a verla. No ha sido una de mis novelas favoritas pero fue una gran favorita del público: le daba un enorme protagonismo al Mal (casi siempre eran los ricos) y el Mal como sabemos es irresistible. Como decía, me daba un poco de miedo volver a verla. Por un lado estoy algo alejada del género; después de Las mil y una noches no volví a interesarme en las producciones turcas que prácticamente son las únicas en oferta. Por otra parte temí que la novela no resistiera el paso del tiempo, han pasado 25 años. Pero empecé a verla y lo cierto es que toda la magia del género sigue ahí, ingenua, conmovedora, inverosímil. Aunque Natalia Oreiro está algo sobresaltada y el guión se permite algunas licencias, me gustó me gustó. Me gustó. Natalia Oreiro, sobresaltada y todo, es un sol. Y Diego Ramos tiene una cara de ángulos perfectos que parece tallada en mármol.

 

Hace poco en una entrevista me preguntaron por qué creía yo que las novelas han fascinado a tantas generaciones de mujeres y varones en los países más inesperados. No supe qué contestar. Escribí dos libros sobre el tema y sin embargo no podría explicar de manera sencilla por qué me quedé viendo varios capítulos de Ricos y famosos cuando solo me había propuesto echar un vistazo. Hay algo en el género que enamora desde sus orígenes hasta ahora. Todo el tiempo hay tres o cuatro telenovelas entre los programas de mayor audiencia que registra Netflix. Algunas pueden verse en su versión original, como Yo soy Betty la fea y Pasión de Gavilanes. En cambio las remakes, como Café con aroma de mujer, me deprimen.




 

Estilo

Inès de la Fressange, la que salió a la pasarela con una sonrisa y una copa de champage, tal vez prima remota de nuestro Rodrigo Fresán, es la prueba misma de la elegancia innata, la que se hereda. Es hija de Paul Seignard, Marqués de La Fressange, y de madre argentina, la modelo cordobesa Cecilia Sánchez Cirez. Inès por su parte se considera perfectamente normal, una modelo atípica que mide 1,80m y ni siquiera es rubia. Pelo corto y oscuro, estilo andrógino. Sus dientes no son, ella misma define, como teclas de un piano. Dicen que fue quien estableció la categoría de “top model” cuando Karl Lagerfeld la vio y tembló. Fue la primera modelo francesa de renombre internacional. Nombrada embajadora de Chanel durante años (ahora de L’Oréal), era fotografiada por Helmut Newton y sus honorarios eran tema de debate en los programas de espectáculos de la televisión. Ella, sin embargo, no considera “una profesión” la de modelo porque según afirma no se aprende nada. Ahora tiene 60 años, publicó tres libros con consejos para cultivar la elegancia natural con lo que hay en el placard y diseña su propia colección para la cadena Uniqlo. De vez en cuando, cuando está de humor, vuelve a desfilar.




 

A propósito

No me fue muy bien en el reportaje sobre las telenovelas. Hice todo mal. Discutí con mi entrevistadora, incluso juraría que levanté la voz. Pensé en llamarla para disculparme —esas cosas no se hacen en una entrevista radial— pero el problema es que sigo creyendo que tengo razón. Aun así me habría gustado ser más amable. O más ambigua. Es un arte que no manejo con fluidez. No quiero aburrirlos, me despido acá hasta la semana que viene pero quedan invitados como siempre al club del Viejo Smoking. Es acá.
 

Tareas para el hogar:

Ser más amable.

Aprender a usar Instagram.

Hasta el domingo,

Cecilia

 

 

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