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15/07/2022

Hola, ¿cómo estás? Finalmente sucedió. Luego de casi 50 años de vigencia, el 24 de junio pasado la Corte Suprema de Estados Unidos revocó la sentencia ‘Roe vs. Wade’, que daba acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en ese país. Esto significa que ahora cada estado tiene la libertad de regularlo, pero todo apunta a que cerca de la mitad de ellos (son cincuenta en total) podrían buscar la manera de prohibirlo o limitarlo, lo que traería consecuencia legales tanto para quienes necesiten someterse a un aborto como para aquellas personas que lo practiquen. 

¿Y cómo se relaciona esto con el universo digital que supimos construir? Cuando tuvo lugar el caso Roe vs. Wade en 1973, abortar tenía muy poco que ver con las tecnologías de la información y la comunicación. Hoy el escenario es bien distinto y esta derogación está, sin duda, muy ligada a nuestra vida digital.
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  Derecho al aborto y autonomía digital 

En Estados Unidos el aborto es un práctica perseguida. El documental "Caso Roe: el aborto en los EE.UU" estrenado en 2018 (disponible en Netflix) expone en detalle los intentos políticos que, durante más de cuatro décadas, buscaron revertir el fallo.

Cuando se filtró el borrador de la sentencia que finalmente lo anularía, en mayo pasado, ya había varios artículos publicados acerca de la  vigilancia de alta tecnología que se despliega sobre quienes quieren abortar y muchas otras maneras en que la tecnología se integra con otras prácticas para el disciplinamiento y el control de nuestros cuerpos.

“La diferencia entre ahora y la última vez que el aborto fue ilegal en los Estados Unidos es que vivimos en una era de vigilancia digital sin precedentes”, alertaron las especialistas en seguridad digital sobre el nuevo panorama. Esa misma semana, usuaries de Facebook e Instagram denunciaban que las plataformas habían eliminado publicaciones que mencionan las píldoras abortivas.

Estados Unidos no cuenta con una ley federal de protección de datos, el único estado que sancionó una normativa al respecto es California: la Ley de Privacidad del Consumidor de 2018. Este escenario es una fiesta para las empresas que se dedican a recoger, almacenar y vender datos que obtienen de plataformas y tecnologías digitales, porque el acceso a determinada información es facilísimo.

Entre estos desarrollos se encuentran las menstruapps que, las aplicaciones de salud más populares. Son parte de un movimiento llamado Quantified-Self (El yo cuantificado) que se basa en el monitoreo y registro de nuestros hábitos cotidianos para poder analizarlos y mejorar nuestra calidad de vida. 

La tecnología, con sus sensores y smartphones ha facilitado bastante ese registro, pero hay que saber que detrás de estas apps que nos ofrecen el camino del autoconocimiento y el bienestar, hay empresas que tienen sus intereses particulares y un objetivo muy claro:  vender. Por eso la información que generamos al usarlas es clave. 

“Alimentadas con nuestros datos, estas herramientas funcionan como laboratorios para la observación de patrones fisiológicos y de comportamiento, que van desde la frecuencia de la menstruación y los síntomas asociados con ella, hasta los hábitos de compras y navegación por Internet de todas sus usuarias”, afirma Coding Rights en el informe publicado en 2018, resultado de una investigación sobre este tipo de desarrollos.

Todas las menstruapps, en promedio, además de registrar mes a mes tu ciclo te piden que informes de manera regular tus comportamientos y hábitos: cómo es tu flujo vaginal, si estás tomando medicamentos, si dormís bien, si estás tomando medicación, si bebiste alcohol, si fumaste, si tuviste sexo con o sin protección, en qué posición estabas cuando tuviste un orgasmo… Sí, te pide que registres todo eso y más también. Información muy sensible, datos privados e íntimos que seguramente no compartimos con nadie (o con muy pocas personas seguro).  

Esta información no se utiliza con una etiqueta personal que nos identifica individualmente, sino que se procesa junto a los datos de otras personas y con ellos se producen infinidad de perfiles de usuaries. Lo que sucede es que las empresas propietarias de las apps, además de usar estos paquetes de datos para retroalimentar sus propios desarrollos, los venden a otras empresas. Así se nutre el marketing digital, entre otras cosas. La maternidad, por ejemplo, es uno de los mercados publicitarios más rentables, por lo tanto los datos que recolectan estas apps que corresponden a mujeres que desean quedar embarazadas son muy valiosos para les anunciantes.

Con la revocación de Roe vs. Wade, las bases de datos perfiladas se convierten en un riesgo real para las personas que han compartido este tipo de datos en este país.

periodfutures.org

¿Nos preguntamos cuando usamos estas apps quién o quiénes están detrás de estos desarrollos? En 2019 una investigación de The Guardian reveló cómo la app de salud y fertilidad Femm, con usuaries en Estados Unidos, África y Latinoamérica, contaba con financiamiento de fundaciones activistas contra el aborto. 

Privacy International, una organización en defensa de la privacidad y los derechos digitales, además de realizar un seguimiento y análisis de varias menstruapps, también ha documentado cómo los sectores que se oponen a los derechos reproductivos vienen desplegando diversas estrategias digitales de explotación de datos. 

Además de la financiación encubierta de menstruapps, algunas de estas tácticas detalladas en un  informe publicado en 2020, incluyen: 

  • Anuncios antiaborto automatizados y dirigidos, a través de celulares y mediante geo-fencing (o control de la ubicación), a “mujeres con mentalidad de aborto” durante sus visitas a las clínicas a favor de los derechos reproductivos  [Acá podés leer más

  • Desarrollo de sitios web falsos que ofrecen asesoramiento e información “objetiva” sobre opciones de embarazo [ leer más

  • Anuncios dirigidos en las redes sociales que promueven información de salud científicamente dudosa o errónea.

  • Implementación de servicios de chat en línea para personas que buscan apoyo para el embarazo o su interrupción. En el informe se menciona a Embarazo Inesperado y Option Line, ésta última propiedad de una organización antiaborto con base en Estados Unidos. 

Para Privacy International, estas estrategias novedosas difieren de sus métodos tradicionales en una forma crucial: son poco transparentes. No ofrecen políticas de privacidad ni tampoco son claros en cuanto a cómo procesan los datos. Esto significa que muchas veces las personas usuarias no son conscientes de quiénes estan detrás ni tampoco qué sucede con la información que vuelcan allí.

  Las luchas por la autonomía digital y corporal van de la mano

En un artículo publicado hace algunas semanas en el New York Times, la especialista en tecnología Zeynep Tufekci escribió: “La vigilancia que posibilitan las tecnologías digitales mínimamente reguladas podría ayudar a las autoridades o incluso a los vigilantes a rastrear a las mujeres que buscan un aborto y a los servicios médicos que lo practican en aquellos territorios donde terminaría criminalizándose”. 

Esta es una de las principales razones del llamamiento por parte de activistas y defensoras de los derechos digitales - y  también sexuales y reproductivos- para que las personas desinstalen las aplicaciones relacionadas con la menstruación y el embarazo, cierren sus cuentas de Facebook e Instagram o eliminen Google de sus teléfonos.

Si embargo, en su artículo Tufekci también sostiene que “los frenéticos esfuerzos individuales para aplastar las intrusiones digitales harán muy poco”. Lo que necesitamos, dice, es “un ajuste de cuentas legal y político completo con la manera imprudente en la que se ha permitido que la tecnología digital invada nuestras vidas. La recopilación, el uso y la manipulación de datos digitales deben finalmente ser regulados y severamente limitados. Solo así podremos disfrutar cómodamente de todo lo bueno que pueden venir de estas tecnologías”.

Hay algo más. “Las luchas por la autonomía digital y corporal van de la mano”, sostienen desde Mayfirst Movement Technology. Esta organización, que trabaja en pos de avanzar hacia un uso estratégico de las tecnologías, lleva años animando y acompañando a diversos movimientos y organizaciones sociales a abandonar la dependencia de la tecnología corporativa y de vigilancia. 

“Durante un período de crisis real y actual, necesitamos favorecer estrategias reflexivas, bien intencionadas y bien planificadas. En lugar de ciclos de represión y pánico, tenemos que basarnos en nuestra historia y en nuestros puntos fuertes”, sostienen. 

Esa historia y esos puntos fuertes no son otra cosa que un movimiento de activistas que durante los últimos 20 años ha estado construyendo plataformas tecnológicas consensuadas, impulsadas por las mismas personas usuarias, respetuosas de la privacidad y en sintonía con la lucha por la autonomía.  Proveedores de Internet y servicios tecnológicos (entre los que se encuentra Mayfirst), alternativas a las redes sociales corporativas, softwares de código abierto, campañas contra las malas prácticas de los gigantes tecnológicos corporativos y bibliotecas con infinidad de recursos para reflexionar y cambiar nuestra forma de interactuar con la tecnología. Desde Mayfirst nos comparten un pequeño listado con parte de quienes integran este ecosistema.

“Como todos los esfuerzos colectivos, estos proyectos necesitan nuestro amor y apoyo a largo plazo. Puedes ayudar a correr la voz: en lugar de solamente eliminar una aplicación, animemos a las personas a unirse a una organización o a probar un nuevo tipo de tecnología que nos servirán ahora y en el futuro, cuando las necesitemos aún más que hoy”, concluyen.

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Este fue el envío #51 de Siempre Cyborg Nunca Diosa. ¡Muchas gracias por llegar hasta el final! Si te llegó reenviado podés suscribirte en este link.
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Ivana.

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