En un artículo publicado hace algunas semanas en el New York Times, la especialista en tecnología Zeynep Tufekci escribió: “La vigilancia que posibilitan las tecnologías digitales mínimamente reguladas podría ayudar a las autoridades o incluso a los vigilantes a rastrear a las mujeres que buscan un aborto y a los servicios médicos que lo practican en aquellos territorios donde terminaría criminalizándose”.
Esta es una de las principales razones del llamamiento por parte de activistas y defensoras de los derechos digitales - y también sexuales y reproductivos- para que las personas desinstalen las aplicaciones relacionadas con la menstruación y el embarazo, cierren sus cuentas de Facebook e Instagram o eliminen Google de sus teléfonos.
Si embargo, en su artículo Tufekci también sostiene que “los frenéticos esfuerzos individuales para aplastar las intrusiones digitales harán muy poco”. Lo que necesitamos, dice, es “un ajuste de cuentas legal y político completo con la manera imprudente en la que se ha permitido que la tecnología digital invada nuestras vidas. La recopilación, el uso y la manipulación de datos digitales deben finalmente ser regulados y severamente limitados. Solo así podremos disfrutar cómodamente de todo lo bueno que pueden venir de estas tecnologías”.
Hay algo más. “Las luchas por la autonomía digital y corporal van de la mano”, sostienen desde Mayfirst Movement Technology. Esta organización, que trabaja en pos de avanzar hacia un uso estratégico de las tecnologías, lleva años animando y acompañando a diversos movimientos y organizaciones sociales a abandonar la dependencia de la tecnología corporativa y de vigilancia.
“Durante un período de crisis real y actual, necesitamos favorecer estrategias reflexivas, bien intencionadas y bien planificadas. En lugar de ciclos de represión y pánico, tenemos que basarnos en nuestra historia y en nuestros puntos fuertes”, sostienen.
Esa historia y esos puntos fuertes no son otra cosa que un movimiento de activistas que durante los últimos 20 años ha estado construyendo plataformas tecnológicas consensuadas, impulsadas por las mismas personas usuarias, respetuosas de la privacidad y en sintonía con la lucha por la autonomía. Proveedores de Internet y servicios tecnológicos (entre los que se encuentra Mayfirst), alternativas a las redes sociales corporativas, softwares de código abierto, campañas contra las malas prácticas de los gigantes tecnológicos corporativos y bibliotecas con infinidad de recursos para reflexionar y cambiar nuestra forma de interactuar con la tecnología. Desde Mayfirst nos comparten un pequeño listado con parte de quienes integran este ecosistema.
“Como todos los esfuerzos colectivos, estos proyectos necesitan nuestro amor y apoyo a largo plazo. Puedes ayudar a correr la voz: en lugar de solamente eliminar una aplicación, animemos a las personas a unirse a una organización o a probar un nuevo tipo de tecnología que nos servirán ahora y en el futuro, cuando las necesitemos aún más que hoy”, concluyen.
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