Meditación
Este "profeta de una nueva era mariana", como le llamó Juan Pablo II, nunca puso a María por encima de Jesús, sino que le dio el lugar que le corresponde: el de Madre de Dios. Su papel es el de darnos a su Hijo, el de llevarnos a Él en las cosas sencillas de la vida cotidiana.
La Virgen está totalmente vinculada a la Trinidad, como Jesús lo está al Padre. Dado que ella depende totalmente del Espíritu Santo, la Inmaculada introdujo al Padre Kolbe al mundo sobrenatural de la fe donde la gracia divina desposa y se une a la libertad humana. Ella atrajo al Espíritu Santo al alma del Padre Kolbe y la formó de tal manera que hizo a Maximiliano dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo, hasta configurarlo con Cristo.
María se convirtió en el ideal de Maximiliano, su vida, su ayudante. Ella representa el más alto grado de santidad que una criatura puede alcanzar. De la Madre de Dios, escribió: "Ella toca a Dios".
Ella vela por nosotros constantemente y no nos juzga. Lo somos todo para ella. ¿Cómo no hacer de ella todo para nosotros, especialmente durante esta Novena? Ella nos ama con ternura, aunque no sintamos un gran fervor o nos sintamos tibios hacia ella. "Cuanta más grande es nuestra incapacidad, más numerosos son los obstáculos y más Ella nos demuestra que sólo Ella lo hace todo", escribió el Padre Kolbe a su hermano Alfonso. Aquí se percibe la influencia que el Caminito de Santa Teresa de Lisieux ejerció sobre Kolbe.
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