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29/08/2022

 

Hola, ¿cómo estás? En este momento, mientras acabo de enviar este mail y vos, del otro lado, lo estás recibiendo [y leyendo] cerca de un tercio de la población mundial todavía no cuenta con una conexión a Internet.

En 2016, la ONU estableció el acceso a Internet como un derecho humano básico "por ser una herramienta que favorece el crecimiento y el progreso de la sociedad en conjunto". Un derecho básico como el agua potable, la vivienda o los alimentos, que seguirá siendo denegado a millones de personas hasta que sea realmente accesible para todes. Conectarse a la red no debe ser considerado un lujo: es una necesidad.

En 2018, Tim Berners Lee (uno de los padres de Internet, inventor de la WWW), planteaba: "Debemos apoyar políticas y modelos de negocio que mejoren las condiciones de acceso de los grupos más desfavorecidos, a través de soluciones como las redes comunitarias y las iniciativas de acceso WIFI público". Además de "asegurarnos de que (todes) puedan aprovechar el poder de esta herramienta, mediante la enseñanza de habilidades digitales".

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Primero, algunos datos sobre la [des]conectividad en el mundo  

Según el último informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) publicado en junio de este año, alrededor 2.900 millones de personas en el mundo  siguen sin acceso a Internet, y cientos de millones que sí lo tienen luchan a diario con conexiones caras y de mala calidad que apenas si mejora sus vidas. 

Durante 2020, la pandemia por Covid-19 hizo que se conecten cerca de 800 millones de personas más, pero las consecuencias de la exclusión digital fueron devastadoras. Hoy en día, quienes no pueden conectarse quedan por fuera de muchas oportunidades de aprendizaje, empleo, acceso a servicios valiosos y también de participar en el debate democrático.

Las brechas digitales son múltiples:
  • De ingresos: el nivel de uso de Internet en los países de bajos ingresos (22%) sigue siendo muy bajo en relación al de los países de altos ingresos, que se acercan al uso universal (91%)

  • Entre zonas urbanas y rurales: el porcentaje de personas que utilizan Internet en las zonas urbanas es el doble de la que se observa en las rurales.

  • De género: en todo el mundo, el 62% de los varones utiliza Internet, frente al 57% de las mujeres.

  • Generacional: en todas las regiones, las y los jóvenes de entre 15 y 24 son quienes utilizan más vorazmente Internet (72%) que el resto de la población (57%).

  • Educativa: en casi todos los países de los que se dispone de datos, las tasas de uso de Internet son más altas para los que tienen más estudios

 Redes comunitarias y liderazgo femenino 

Ante la falta de acceso a Internet, en muchas regiones del mundo las redes comunitarias se han convertido en un alternativa concreta de conectividad. En Latinoamérica han tenido una gran expansión y durante la pandemia  su rol fue fundamental.

Las redes comunitarias son redes de telecomunicaciones (Internet, Intranet o Telefonía Móvil) de propiedad y gestión colectiva de las comunidades. Son también grandes aliadas en los procesos de apropiación de tecnologías y en la búsqueda de la autonomía digital, porque son las mismas comunidades y grupos las que asumen el reto de crear su propia infraestructura de comunicación e innovar en el uso de estas tecnologías adaptándolas a sus necesidades e intereses.

Graciela, Miriam, Manuela y Soledad, gestoras de Atalaya Sur [José Nico, Las 12/Página 12]
Garantizar el acceso a la tecnología es una tarea de cuidado. La frase la escribe la periodista Miranda Carrete en una hermosísima nota publicada en Página 12 sobre la iniciativa Atalaya Sur, que desde hace ocho años impulsa y gestiona el Proyecto Comunidad en la Villa 20 de la Ciudad de Buenos Aires (Argentina).

Al frente de esta iniciativa hay cuatro mujeres: Graciela, Miriam, Manuela y Soledad que no vienen del “palo” tecnológico pero atravesaron juntas todo el proceso de aprendizaje que implica la implementación y gestión de una red comunitaria.
 

Atalaya Sur busca llevar Internet a todo el barrio. Primero empezó ofreciendo un punto de acceso público y hoy garantiza la conexión de 700 hogares. En un principio la red fue pública gracias a un subsidio, pero la situación económica durante el gobierno de Mauricio Macri las llevó a proponer que las familias realicen un aporte económico simbólico para poder sostener y mantener comunitariamente todos los puntos wifi.

Además de llevar conectividad, también se promueven talleres de formación y capacitación para niñes y jóvenes en el uso de las tecnologías de la comunicación y la información, programación y robótica. “La apropiación hay que pensarla no solamente desde el acceso, sino también desde la producción, por eso sumamos los talleres y el portal Villa 20”, sintetiza Soledad en la nota de Miranda.

Desde el proyecto se busca contribuir a que la comunidad se apropie de la tecnología, porque se trata de una “poderosa herramienta para encontrarnos y organizarnos, así como para fortalecer el trabajo social y comunitario”, afirman en su web. “Por eso es fundamental democratizar el acceso y los conocimientos hacia todos los sectores, y sobre todo a aquellos que han sido históricamente marginados”.

Un dato importante es que todas las cooperativas de la organización hoy están presididas por mujeres. La mayoría son madres o jefas de hogar y esto representa un gran desafío, ya que sabemos que en nosotras recaen también las tareas de cuidado de la familia y el hogar, lo que significa que la carga laboral de las jornadas se intensifican.

Sobre el trabajo doméstico y la presencia de mujeres en las redes comunitarias, la investigadora Aline Lima en un artículo publicado en Gender IT relata su experiencia con redes comunitarias en Marrecas (Brasil) y habla de las condiciones de vida y trabajo de las mujeres de la comunidad. Allí las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas se convirtieron en un obstáculo para que las mujeres pudieran tener protagonismo, tiempo y energía para participar del proceso de creación de la red comunitaria y también dedicarse al desarrollo personal.

“En los talleres de redes comunitarias la participación femenina siempre fue muy baja. Las mujeres solo eran mayoría cuando había fiestas, porque eran las que preparaban las comidas y la decoración y hacían la limpieza al final”, sostiene Aline en el texto.

Para la investigadora, la comunicación de las necesidades, expectativas y deseos de las mujeres de la comunidad, así como también el rescate de sus historias, deben tenerse en cuenta en todos los tiempos y espacios posibles. Es clave si queremos promover su liderazgo. Aline escribe: “En el contexto de las redes comunitarias, es importante promover espacios colaborativos y exclusivos para las mujeres donde puedan compartir su dolor, aflicciones, conocimientos, alegrías y logros com intimidad y seguridad, para que juntas puedan fortalecerse”.
Imagen: Fundación Gran Chaco

 

A más de 1.100 km al norte de Ciudad de Buenos Aires, en la región del Gran Chaco Americano que conforman Argentina, Bolivia y Paraguay, en mayo del año pasado se inició el proyecto Nanum-Mujeres conectadas, que busca promover el uso y acceso a las tecnologías de las mujeres rurales y la conectividad e innovación para el desarrollo organizacional y productivo de la comunidad.

La iniciativa apunta a facilitar, en un período de tres años, la conexión a internet a 40 comunidades rurales indígenas y criollas del Gran Chaco Americano, llegando a una conectividad domiciliaria de al menos 5000 hogares y apoyando la conformación de emprendimientos de Internet liderados por las mujeres. Por ejemplo, hace pocos días, en la comunidad de Santa Rosa (Paraguay), se inauguró la primera Red Indígena Comunitaria QOM y Centro de Inclusión Digital NANUM que otorgará acceso a la conectividad a seis puntos estratégicos de la comunidad.

El proyecto, además, ofrece “un plan integral de formación en herramientas digitales, inclusión financiera y acceso a información climática en tiempo real”, como bien apunta en su artículo la periodista Melisa Avolio que reúne testinomios tanto de las protagonistas como de las promotoras del proyecto.  “Para nosotras, las artesanas, el programa es muy importante porque nos permite conectarnos a través del celular o computadora. Así podemos mostrar nuestros productos, hablar con personas que viven lejos, de otras comunidades y de otros países, y contar lo que estamos haciendo”, dice Norma Rodríguez, de la Cooperativa de Mujeres Artesanas.

En el mismo artículo Gloria Viotti, coordinadora Eje Educación y TIC de la organización Red Mujeres Rurales afirma: “Los programas de conectividad y capacitación liderados por mujeres tienen un poder potenciador extra. Ellas participan activamente en la producción de capital no sólo económico, sino social, ambiental y ético en el mismo territorio donde residen”.

Esta iniciativa cuenta con el apoyo económico del BID Lab y Fundación AVINA en alianza con diversos espacios no gubernamentales que articulan en los tres países con las distintas organizaciones y colectivos de mujeres indígenas de la región.  “El proyecto promueve el acceso a la conectividad no como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para acelerar el desarrollo económico en la región, para fortalecer el proceso de adaptación al cambio climático y para dinamizar el acceso a la innovación en el Gran Chaco”, afirman en el mismo artículo.

Las mujeres del Gran Chaco se encuentran en una condición de mayor vulnerabilidad en relación al acceso a Internet, pero al mismo tiempo son también agentes de cambio y poseen conocimientos y destrezas únicas en temas como la gestión del agua, la conservación de los recursos naturales, el tratamiento de enfermedades, la seguridad alimentaria y, por supuesto, la capacidad de generar redes.

Para más info, podés seguir a Nanum-Mujeres Conectadas en sus redes sociales.

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Hay muchísimas experiencias sobre redes comunitarias que realmente vale la pena conocer, prometo seguir con el tema en alguno de mis próximos envíos. Mientras tanto, te invito a este Viaje ilustrado por las redes comunitarias. Son relatos colectivos de mujeres que se reunieron en círculos íntimos y entre todas compartieron sus experiencias de trabajo en espacios de redes comunitarias, dominados habitualmente por hombres. Es hermoso y ayuda a descubrir este universo desde una perspectiva de género.

Muchas gracias por llegar hasta acá. Este fue el envío #53 de Siempre Cyborg Nunca Diosa. Si te llegó reenviado podés suscribirte en este link.

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Te mando un abrazo, nos leemos en 15 días.
Ivana

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