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11/06/2021

¡Hola! Espero que todo siga bien por allá. Me tomé unos días y no avisé pero aquí estoy nuevamente en este intercambio epistolar digital que es gratis sí, pero también tiene su costo. ¿Sabías que un mail de 1MB emite unos 19 gramos de dióxido de carbono (CO2)? Cuando le adjuntamos un archivo es como dejar prendida una lamparita una hora entera y enviar 20 mails por día durante un año equivale a viajar en auto 1000 kilómetros. Son datos de un estudio que realizó hace algunos años la Agencia Francesa del Medio Ambiente.

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Internet también contamina

 

De ser un país, Internet sería el quinto más contaminante del mundo, ubicándose entre Rusia y Japón. Según datos del informe publicado en 2019 por la organización francesa The Shift Project, la huella de carbono de nuestros dispositivos, Internet y los sistemas que los respaldan representan alrededor del 3.7% de las emisiones globales de efecto invernadero, es decir entre 1.600 y 1.700 millones de toneladas anuales, una cantidad similar a la producida por la industria de las aerolíneas.

Estos datos son previos a la pandemia. Imaginate todo lo que se disparó el consumo desde el año pasado, con el aumento del teletrabajo y el entretenimiento en nuestros hogares a causa de la pandemia por Covid-19. De hecho, apenas comenzado el primer período de confinamiento, los medios anunciaban un único “efecto positivo” e “inesperado”: la baja de las emisiones contaminantes en las ciudades más pobladas del planeta. Sin embargo, esto no significó que la concentración de CO2 en la atmósfera disminuyera, porque este gas de efecto invernadero es acumulativo y desde hace varios años la tendencia va en aumento.

De todos modos, del impacto del aumento de nuestra presencia online y con ello el consumo de Internet y de todas sus tecnologías anexas, muy poco se habla. En realidad, desde hace años el impacto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el ambiente es cada vez mayor. No solo se contamina al desechar los equipos de forma incorrecta o al adquirir  dispositivos frecuentemente, también en acciones que hoy son muy cotidianas como mantener encendido cualquier dispositivo, acceder y navegar en internet, enviar un mail o interactuar en las redes sociales. Todas suponen un impacto ambiental, no solo a través de emisiones de dióxido de carbono sino también en gasto de agua y tierra.

“Internet es como cualquier otra industria. Ya hemos visto qué ha pasado con otras cuando empiezan a crecer a niveles desorbitados y gastan más recursos, es imposible hacerlas sostenibles”, comenta Joana Moll en un artículo que te súper recomiendo, Así contaminamos con internet sin salir de casa, publicado el mes pasado por la agencia de noticias española SINC. Joana Moll es artista, investigadora y creadora de CO2GLE, un proyecto en tiempo real que muestra la cantidad de CO2 emitida cada segundo gracias a las visitas globales a Google.com.

CO2GLE, Joana Moll. En janavirgin.com

Para Moll “la metáfora de la nube ha hecho mucho daño”, porque precisamente solo relacionamos Internet con los dispositivos que vemos. Pero el consumo es enorme al mismo tiempo que invisible e intangible. 

Según les expertes, una de las mayores huellas de CO2 en la actualidad es resultado de la transferencia de datos y la mayor parte corresponde a las imágenes en movimiento: los videos necesitan enormes cantidades de datos para viajar por la red. Durante el 2020, el streaming, por ejemplo, significó más del 80% del total del tráfico de datos. Los números asustan: la transmisión en plataformas como Netflix contribuye con hasta 4.120 toneladas de emisiones de dióxido de carbono por minuto; mientras que YouTube, por otro lado, emite unas 4.2 toneladas también por minuto.

Al streaming se suman las videollamadas. “Solo una hora de videoconferencia emite entre 150 y 1.000 gramos de dióxido de carbono. Por comparar, cuatro litros de gasolina quemados por un automóvil emiten cerca de nueve gramos”, afirman en el artículo, y agregan: “Además de la emisión de dióxido de carbono, esa hora de videollamada requiere entre dos y doce litros de agua”.

¿Qué significa esto? Bueno, toda la información en línea que se transmite a través de Internet se encuentra almacenada en centros de datos que están activos las 24 horas y el mantenimiento energético de esas estructuras -que son físicas, no es ninguna nube - implica también un consumo de agua y tierra. “El uso global de Internet podría implicar 2,6 billones de litros de agua al año (considerando el valor medio). Esto se debe al agua utilizada para producir la electricidad que hace funcionar los centros de datos y las redes de transmisión”, informa a SINC Renée Obringer, investigadora posdoctoral en National Socio-Environmental Synthesis Center (SESYNC) en Estados Unidos.

Parte de la huella de carbono total de Internet también se atribuye al diseño de un sitio web donde el uso de imágenes y videos de alta calidad aumentaron de manera contundente. Así, de 2010 a 2020 el peso promedio de una página web en su versión de escritorio pasó de 500 Kb a más de 2 MG. En las versiones móviles el peso es mayor. En ese sentido, en el último tiempo surgieron movimientos como el Sustainable Web Manifesto, que luchan por aplicar cierta eficiencia al diseño de Internet, la contratación de hosting certificados por su uso de energías renovables, o la búsqueda de un diseño menos sobrecargado de manera de paliar la contaminación que genera.

Pero ¿es posible reducir el impacto de Internet en el ambiente? “Nuestros resultados demuestran que la huella ambiental de Internet puede ser bastante grande, pero se puede mitigar”, sostiene Obringer. Joana Moll, un poco más escéptica, dice que “por mucho que hagamos nosotros, no va a servir para nada a menos que se haga en masa. Esto es a nivel de políticas públicas. Es un problema sistémico”.

El uso responsable de Internet es posible

La crisis ambiental no se va a frenar porque nos desconectemos de Internet, es necesario que las grandes empresas tecnológicas asuman el compromiso de comenzar a usar energías renovables. Muchas de ellas las han incocorporado pero hay otras en plena expansión que aún no.

Nosotrxs como usuaries si
podemos comenzar a cambiar nuestros hábitos de consumo en relación a las tecnologías. Por ejemplo, desconectar el modem y apagar los dispositivos si no los estamos utilizando ya es un montón para arrancar. En el artículo de SINC detallan “10 pequeños grandes gestos a favor del ambiente”. Son mínimos, pero muy sencillos para empezar a implementarlos.

1. Reducir la calidad de las películas que vemos  en las plataformas de streaming.

2. Apagar la cámara en las videollamadas siempre que podamos.

3. Minimizar el tiempo de lectura en internet.

4. Cerrar todas las pestañas que no estemos utilizando en el navegador.

5. Comprimir los archivos que enviamos por mail.

6. Cuando hacemos una búsqueda, asegurarnos de elegir la palabra clave adecuada.

7. Eliminar las aplicaciones que ya no usemos.

8. Escribir directamente en la barra de direcciones del navegador el nombre de la página web que queremos visitar, y no en el motor de búsqueda. Así se evita que la búsqueda vaya y vuelva a los centros de datos.

9. Desactivar las notificaciones del teléfono.

El último es un poco fuerte para nuestro vínculo, pero si llegaste hasta acá imagino que es por algo :) entonces, ahí va:

10. ¿Te interesa una newsletter? Si no es así, es mejor cancelar la suscripción. Un viaje menos en la red. 

No sé que va a  pasar con todo esto y si podremos revertir esta realidad pero una vez más, y perdón si me pongo monotemática, te invito a revisar los Principios Feministas para Internet, donde hay muchas claves para empezar a imaginar la Internet que queremos y lo que necesitamos para construirla y/o transformarla.

Hay personas que ya están explorando nuevos caminos. “El desafío empieza por ser capaces de imaginarlo”, escribe la Jes, integrante del colectivo mexicano Sursiendo, en el artículo que te compartí en el envío anterior ¿te acordás? cuando hablamos de la Internet como derecho.
Imaginar un principio feminista para Internet que ponga en el centro la justicia ambiental es el texto en cuestión y alllí se reúnen los antecedentes y las bases de un nuevo Principio feminista para Internet, vinculado a la construcción de tecnologías dignas y justas con nosotras y el ambiente.

***

¡Gracias por llegar hasta acá! Este fue el envío #35 de Siempre Cyborg Nunca Diosa y por estos días se cumpió un año del arranque de esta aventura.
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¡Te dejo un beso! Nos leemos en 15 días. Ivana.

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