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¡Hola, maja!

¿Qué tal? Nosotras no tan bien como los estudiantes secuestrados en Mallorca, pero no nos podemos quejar. Solo nos falta que nos vacunen, como las viejóvenas que somos, así que no sabemos a qué espera Ayuso para citarnos a las 5 de la mañana en el Zendal. Igual es que está muy ocupada creando la Oficina del Español.

Como ves, la paciencia no es una de nuestras virtudes. En la newsletter de hoy te contamos por qué…

Lo que Clara espera:

“La gente rica parece que simplemente vaya en el coche dando vueltas, mirando a la gente de la calle. Yo lo he hecho. La gente pobre está acostumbrada a esperar. La Seguridad Social, la cola del paro, lavanderías, cabinas telefónicas, salas de urgencias, cárceles, etcétera”.

Lucia Berlin lo narraba así de crudité en Manual para mujeres de la limpieza. Esperar es de pobres. O quizá es que no esperar es de ricos. ¿Recuerdas esas personas que tenían pase VIP en los parques de atracciones y se saltaban todas las colas? Esa gente nunca era yo.
Dos horas y media de cola para tres minutos en Los 7 picos. Y ahora viendo la foto de la atracción en cuestión tengo la impresión de llevar 65 años viva y haber sobrevivido de milagro a ese vagón sin ninguna clase de seguridad.

Por misterios de la vida (misterios de la vida = trabajo) me encuentro estas semanas en Roma, y no han sido pocas las personas que me han dicho que disfrute de la ciudad ahora que no hay turistas, como si acaso fuera yo una soldada romana y no estuviera gozándolo con cada plato de pasta que me meto. Bueno, no me líes, la cuestión es que a la hora de hablar de los Museos Vaticanos he mencionado más veces el milagro de no haber hecho cola para entrar, que por ejemplo, por qué no se tocan las manitas de Dios y Adán en el famoso fresco de Miguel Ángel. ¿Me fascina más no esperar a ver la Capilla Sixtina que ver la Capilla Sixtina? ¿Soy tan ignorante que mi síndrome de Stendhal se produce en la puerta del museo?

En contraposición a la idea de que esperar es de pobres, Sabina Urraca, en el episodio ¿Soy una esnob? del podcast Ciberlocutorio comentaba lo siguiente: “Llevo dos días de comisarías, de colas para el DNI y colas del banco. Y es en ese lugar, que son las colas de la burocracia, en el que todos somos iguales. Ante la burocracia no todos somos iguales (cuando llegas al mostrador, ahí hay una absoluta desigualdad), pero sí que todo el mundo tiene que hacer cola.” Ella ha encontrado el reducto en el que todes tenemos algo en común, y no es explotar a un repartidor de Amazon. Ay, la burocracia. Seguro que hay ricos que se la saltan, a saber cómo.

Otro momento de mi vida en el que tuve que esperar fue en la Ruta Queztal (esa que creó Miguel de la Quadra Salcedo), donde los chavales y chavalas nos dedicamos a tener cagalera, untarnos Aután, oler mal, echarnos unas buenas risas pero sobre todo, a esperar. No por nada se cantaba una canción que decía “rápido al volcán, corriendo al autocar, y ganar tiempo pa’ esperar". Era una bromi bromi porque nos hacía mucha gracia que las actividades más interesantes como subir el volcán Pacaya tuvieran que hacerse rápido porque después teníamos que conocer a alguna personalidad importante que quería saludarnos o que nos iba a dar una ponencia. Y a esa personalidad había que esperarla. Las horas que hicieran falta.

Los de la Ruta Quetzal del 2010 esperando a algo

No tengo quejas de ese viaje, no quiero sonar desagradecida. Pero sabe Dios si esas personas a las que esperábamos eran conscientes de que estaban siendo esperadas. Qué se sentirá cuando alguien espera por ti (y no son tus amigos porque llegas tarde otra vez).

Y más o menos esto se menciona en Inside, el especial cómico de Bo Burnham en Netflix. Especial que grabó y produjo durante la cuarentena entre cuatro paredes y en el que ves cómo su pelo va creciendo, su salud mental empeorando (siempre entre risas) y cómo va alargando el tiempo que le dedica porque no sabe qué otra cosa hacer. Ah, la ironía de esperar a la nada. Bueno, esto no lo dice así tal cual pero quería meterlo en Majas aunque fuera con calzador porque es el único especial de humor de hombre blanco que necesitas, y no los de La Chocita del Loro. Que Bo nos dé la bienvenida a Internet es lo más bonito que me ha pasado.

Bo Burnham nació en 1990 como yo y cumplió 30 años en mitad de una pandemia, como yo. We got used to meeting people who weren't used to meeting someone who was born in 1990. Y míranos ahora.

Bueno, en definitiva, lo que yo quería decir es que te recomiendo llevarte libros para cuando tengas que esperar a cualquier cosa. Así, aunque no te vuelvas millonaria, al menos n̶o̶ ̶t̶e̶ ̶v̶o̶l̶v̶e̶r̶á̶s̶ ̶u̶n̶a̶ ̶d̶e̶m̶e̶n̶t̶e̶ ̶c̶o̶n̶ ̶a̶n̶s̶i̶e̶d̶a̶d̶ te volverás inteligente. No sé cómo no me dan grandes columnas de opinión con las increíbles conclusiones a las que llego. 

PD. ¿A los ricos les pican los mosquitos? Si es que sí, ¿se rascan como monos hasta chorrear sangre por las piernas? Pensaré sobre esto en la cola de la farmacia.

Lo que Lucía espera:

Bueno, Maja, yo lo que estoy esperando es a que lleguen mis vacaciones. Y es que no hay que olvidar que aunque cuando llega el calor las chicas se enamoran, los veranos de la adultez ya no duran tres meses y a veces hay que esperar hasta agosto para poder bailar como Sonia y Selena aka toda la noche. Pero ese día llegará y entonces bailaré bailabailabailandoba hasta conseguir que me 'secuestren' en un hotel de 4* en Mallorca cual adolescente de fin de curso y así estiraré las vacaciones y volveré a sentir que el verano es eterno una vez más.

Esta fantasía de foto es de @orojondo y si hacéis clic podéis ver un vídeo de Sonia y Selena llegando en un OVNI a Gran Hermano 2. 

Según Oro Jondo, 'Yo quiero bailar' es la mejor canción del verano de la historia. Pero también dice otra cosa y es que, españoles, la canción del verano HA MUERTO. Este artista cree que se debe a varios factores, pero, sobre todo, a cómo ha cambiado nuestra forma de consumir la música. Básicamente, Spotify killed the Disco Star (el Disco Estrella, vaya). Dice Oro Jondo que los recopilatorios del verano tipo Caribe Mix ya no tienen sentido. Y que desde que llegó el reguetón todas las canciones pueden ser canciones del verano… en cualquier estación del año

Visto así, no está mal. ¡Vivir siempre en verano! Pero todas sabemos que no es verdad: no es lo mismo corear Des-pa-ci-to en bikini con el rumor de las olas de fondo y un vaso de tinto de verano bien fresquito en una mano que en un antro del centro de Madrid con la bufanda anudada en el bolso porque te da pereza hacer la cola del ropero. También es cierto que ahora nos desgañitaríamos gritando "y que olvides tu apellido" a cualquier temperatura, pero ese no es el caso.

Despacito es el imán y yo soy el metal. Solo con pensarlo se acelera el pulso.

Aunque ahora que lo pienso, sí que es el caso: la magia de las canciones del verano es que tienen la capacidad de trasladarnos a esa época dorada en la que todos estamos más guapos, es decir, más morenos. Además, dice Juan Sanguino, que sus pegadizas melodías tienen el poder de ponernos de acuerdo como sociedad, al menos durante tres meses. ¿Cómo lo consiguen? ¿Qué extraño mecanismo activan estas canciones para unir a personas de todo pelaje al ritmo de titititiii tiriririririri EH EH o nousa nousa asim vose me mata?

Para empezar, se necesitan letras sencillitas y muucha insistencia. Elvis Crespo es capaz de repetir cuatrocientascincuenta veces que le beses suavemente (¡es la cosa!) mientras que Georgie Dann apuesta por la sencillez: la barbacoa, la barbekew. Las coreografías siempre son un plus (la mano arriba, cintura sola), pero si hay algo que no falla son las referencias sexuales. Juan Sanguino desarrolla esta teoría en su ranking de las mejores canciones del verano de los últimos 30 años ordenadas de peor a mejor, pero mi cosa favorita sobre canciones hot 🔥 son estas declaraciones de Bryan Adams sobre the Summer of 69: “no tiene nada que ver con un año, es sobre una posición sexual (...) Tienes que ser muy duro de oído para no entender esa letra”.

Marta Sánchez dice que solo cobró 6000 euros por este TEMAZO que nos taladró los oídos fuertemente en 2008. 

También he estado documentándome sobre el origen de la canción del verano. Todo comenzó en Italia en 1964, cuando la Asociación Italiana de Fonografía decidió convocar un concurso con el que encontrar nuevos artistas que sacasen un disco y aprovechar las ventas. Todo por la pasta (perdón🍝). Duraba varias semanas y la gente enviaba su voto en una tarjeta postal. España decidió importar la idea, aunque los expertos no se ponen de acuerdo en cuál fue la primera canción que lo petó.

Esta ardua investigación (ardua investigación = buscar en Google) al menos me ha servido para conocer a Oro Jondo, el artista multidisciplinar del que te hablaba al principio y que ha hecho de la nostalgia kitsch un arte. En su libro Dame más gasolina homenajea a los casettes de las gasolineras y reivindica a figuras como La Húngara, la Britney Spears española. Además, tiene un calendario con efemérides como “Se emite el capítulo del Lore Lore Macu Macu” (7 de abril de 2011) o “Nace Patricia Manterola” (23 de abril de 1972) capaces de trasladarnos a un pasado mejor, cual canción del verano.

Salomé se lleva el #1 en el ranking de Juan Sanguino, pero todo el mundo sabe que la mejor canción de Chayanne es 'Torero', porque se juega la vida por ti iii iii...
Como conclusión, te diré que no hay nada como celebrar la nostalgia en un chiringuito o en una barbacoa. ¡Vivan las canciones del verano! Porque, como escribe Juan Sanguino, ahora sabemos que no solo estamos bailando, también estamos generando recuerdos para el futuro. Deseando que llegue ese futuro (mis vacaciones) ya, la verdad.
 

Maja, regálame una miscelánea y no te arrepentirás:

Pues ya tenemos canción del verano: "El chiringuito" de Toni Cantó.

Guillermo Martorell - (@GuillermoMarto1)

Y ahora nos vamos a disfrutar de unos días de veranito, que nos los hemos ganado. Intentaremos no tener que solicitar el habeas corpus. Nos vemos a la vuelta, Maja. ¡Que el ritmo no pare no pare, no, que el ritmo no pare! (no-pa-re).
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