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¡Hola! Va una newsletter extra porque ya decidí no pelearme en redes sociales, pero eso no quiere decir que no le vaya a entrar a La Polémica de mi rincón del internet de los últimos días. Si es la primera newsletter que reciben de mí, por favor no se den de baja hasta recibir la siguiente edición! estos números especiales no los envío muy seguido y son distintos al formato normal.

 

No les voy a enlazar los tuits, porque más bien quiero hablar de este tema en general y no señalar a nadie . Pero básicamente la pregunta es la siguiente: ¿quiúbole con las personas influencers de libros?, ¿hacen un trabajo válido que merece ser pagado o son oportunistas sin conocimientos? Y, más específicamente: ¿qué opinamos de quienes cobran por recomendaciones personalizadas de libros?

 

Obviamente mi opinión es sesgada porque una de mis mejores amigas cobra por recomendaciones personalizadas de libros y porque yo tengo una newsletter por la que cobro (no sin mucha cruda moral, pero cobro). Sin embargo, también creo que tengo bastante conocimiento de primera mano, tanto de la industria editorial como de la creación de contenido digital, para poder abordar algunos puntos importantes y quizá abonar algo a la discusión sin caer en generalizaciones.

 

Empecemos por esos puntos:

 

La palabra influencer abarca a una enorme variedad de personas creadoras de contenidos. Hay quienes comienzan a compartir cosas en internet y poco a poco ven que sus opiniones generan interés y van “profesionalizando” sus posteos. Hay quienes deliberadamente crean cuentas con una estrategia para ganar seguidores. No es que una cosa esté mejor y otra peor, solo así es.

 

También las maneras de ganar dinero son distintas. Por ejemplo, YouTube como plataforma te paga por número de visitas a tu canal (la mayoría de la gente no tiene el número de visitas necesario hasta AÑOS después de empezar un canal), mientras que las otras plataformas no. Sí, hay quienes reciben dinero para promocionar una cosa u otra, pero estas personas son las menos y MENOS AÚN si hablamos específicamente de la industria editorial. De esas que sí generan ingresos, poquísimas se dedican al 100% a ese trabajo. 

 

Lo que es más o menos fácil de conseguir es que las empresas te manden sus productos para probar y comentar, en el entendido de que puedes o no mostrarlos en tus redes y pueden o no gustarte. Claro que si, por ejemplo, tienes una buena relación con una editorial, te mandaron un libro y lo odiaste, puede ser que suavices un poco tu reseña, de manera deliberada o no, porque quieres continuar recibiendo sus productos. 

 

Creo que alguna gente imagina que las personas que son influencers SOLAMENTE se dedican a postear acerca de productos que les enviaron y/o posteos por los que reciben un pago. Sin embargo, por lo general gastan mucho dinero en comprar lo que su audiencia quiere ver (a veces, por ejemplo, no te mandan un libro hasta meses después de su salida, pero tú lo compras antes porque quieres tener la reseña en buen tiempo. O compras un libro importado que no ha llegado a México).

 

Además, las audiencias no son tontas! Es difícil ser una persona creadora de contenido realmente exitosa, con no solo muchos seguidores sino buenas interacciones y verdadero poder de influenciar, si tan solo haces posteos pagados. 


OK. Ahora algunas consideraciones acerca de la industria editorial. No sé si se han enterado, pero está crisis (shocker!) igual que muchas otras industrias. Entre otras cosas, eso fue lo que generó el boom de las personas influencers. Por ejemplo, a quienes yo sigo en temas de belleza, hace 20 años muy probablemente trabajarían en condé nast, pero ahora condé nast no solo no tiene equipos tan grandes, sino que si te contrata lo hace en condiciones que quizás no son las mejores. Entonces mejor tú armas tus horarios y eres dueña de tu contenido (aunque no del medio de producción, tampoco es magia esto).

 

También quiero mencionar que, por estas características de flexibilidad, la gran mayoría de las personas influencers, en casi todas las industrias, son mujeres. Con esto no quiero hacer un argumento girlboss de que ser influencer es intrínsecamente feminista, pero sí digo que puede haber un subtexto sexista en ciertas críticas (acá no me refiereo a las críticas a booktubers, sino más en general a la idea de la existencia de “influencers”).

 

Siempre hemos pagado porque la gente nos recomiende libros, solo que antes lo hacíamos con el intermediario de las grandes empresas editoriales: los periódicos y revistas que pagaban a reseñistas. Y, por supuesto, las y los (oK, sobre todo los) críticos de antes también tenían relaciones personales con las y los autores y con las editoriales, que podrían o no influir en sus opiniones.

 

Claro, están las librerías y las bibliotecas. No conozco tanto de esos ámbitos, pero también por políticas públicas y economía, tampoco son espacios súper accesibles. 

 

Pero ahora, también por muchas razones económicas y sociales, nos gustan las cosas personalizadas. Que nos digan exactamente qué libro nos va a gustar a nosotras o a nuestras sobrinas o a nuestro tío con el que no conectamos mucho pero le gusta leer. Y de ahí surge un servicio. Que no es OBLIGACIÓN pagar. Si algo hay en esta vida es la posibilidad de obtener cosas gratis por internet. 

 

Entonces, hablar de influencer o de quienes cobran por recomendar es como hablar de cualquier otra profesión. Hay gente cool y hay estafadores. Claro que debería haber más regulaciones para que quienes se dedican a recomendar productos y servicios TENGAN QUE ser más transparentes. Y también mucha más media literacy para que como audiencia sepamos reconocer a los estafadores. Y faltan políticas públicas para que en general los libros sean más accesibles y haya otros programas que ofrezcan recomendaciones sin que el costo caiga en las personas lectoras. 

 

Finalmente, obvio soy editora, el que ya no existan tanto medios sino personas que no pasan por un proceso antes de publicar me preocupa. 

 

Pero todas tenemos derecho a intentar ganar dinero de nuestro conocimiento intelectual, creo. Podemos estar en desacuerdo, podemos creer que por ciertas cosas no se paga… entonces podemos no pagar por ellas, podemos apoyar a los proyectos que sí nos gustan. Lo que sí se me hace en los mejores casos ignorante y en los peores deshonesto es hablar en términos de personas charlatanas o estúpidas o poco éticas cuando estamos hablando de quienes comparten sus lecturas en internet como un trabajo, formal o informal.

 

Y ya, eso era todo lo que tenía atorado ☺ 

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