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Esta exposición en La Casa Amarilla -color que representa la luz del sol- es una vuelta a casa, a mis raíces, a Málaga, ciudad donde nací y donde deseo terminar mis días. Fui alumbrada en una casa llena de luz, siempre rodeada de libros que contaban con ávidos lectores. Una biblioteca que rodeaba toda una habitación fue parte de mi vida desde que nací. Era una casa grande y en cualquiera de sus rincones siempre había alguien leyendo. Espacios habitados con libros abiertos, donde se entrelazaban el narrador, los personajes y el lector en una mezcla llena de energía. Como decía Carlos Ruiz Zafón, siempre he sentido que cada libro y cada tomo tenían un alma. “El alma de quien lo escribió, de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él”. Hay libros que jamás volverán a ser leídos y está en mis manos darles una nueva vida. Cerrándolos y trabajándolos compruebo que hay magia en su interior, porque el poder en ellos no sólo se relaciona con la historia que cuentan. Nuestra imaginación y nuestros sueños son más fuertes y poderosos que nuestros conocimientos, y, como si fueran pájaros, hay que echarlos a volar.
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