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V. Trekking

Cuatro rutas para celebrar el otoño en el occidente de Asturias

Senda del Cabo Busto ©diegosanchez/turismovaldes

Una selva de alisos, una garganta esculpida por el río Esva o los acantilados más elevados de la costa oeste del Principado. Senderistas, este es vuestro territorio.

Javier Martínez Mansilla

Luarca, octubre de 2021. Botas y mochila preparadas para lanzarse a explorar los caminos que se adentran en el entorno natural de Luarca-Valdés. El otoño ha vaciado las playas y las sendas y se dado un homenaje en los montes para dejaros a vosotros, amantes del trekking, un patio de juegos multicolor, solitario y sensorial. 

Caminamos por el cauce del río con mayor concentración de nutrias de Europa y nos asomamos a los cantiles para contemplar las formaciones geológicas de las Pizarras de Luarca. Alisos, castaños y robles forman este bosque húmedo que ahora susurra mientras el Cantábrico ruge y lanza su potente oleaje contra los acantilados de la línea litoral. Aquí, sentirse pequeño es lo normal y recorrer sus caminos, una obligación para tomarle el pulso al paisaje atlántico.  

Estas son las rutas de senderismo imprescindibles para celebrar el otoño en Luarca-Valdés. 

Cauce del río Esva ©turismoasturias

Las hoces del Esva 

Desde su nacimiento en los montes de Tineo hasta su desembocadura en el estuario de la playa de Cueva, el río Esva moldea un relieve cambiante, el de Luarca-Valdés, que encuentra a la altura del valle de Paredes su tramo más salvaje. 

La de las hoces del Esva es una de las rutas de senderismo más importantes del destino, que propone un recorrido circular de 17,5 km, 5 horas y 1.100 metros de desnivel desde San Pedro de Paredes. La PR.AS-1 es ideal para senderistas experimentados que se animen a recorrer este antiguo camino utilizado por los vaqueiros para subir a las brañas de Pena, Adrado y Relloso. 

El sendero discurre por un bosque de alisos y helechos hacia el corazón de las hoces del Esva, declarado Monumento Natural, y parte desde el pequeño pueblo de San Pedro para cruzar el río. Antaño estuvo repleto de salmones y truchas que cada vez son más difíciles de ver a diferencia de las nutrias. Aquí se encuentra la mayor población de toda Europa y enseguida se da uno cuenta. 

La senda asciende hasta la ladera del monte Relloso para iniciar un recorrido en descenso que nos presenta el enorme tajo del Esva, además de su antigua presa. No es difícil extraviarse en este vergel si no se siguen las indicaciones. Estas nos guían hacia la aldea de Bustiello y luego a Longrey para contemplar ahí abajo el curso del río y ahí arriba, los castañares, brezales y algunos cortines camuflados entre la maleza. Para proteger la miel de los osos, los habitantes de la zona construyeron estas estructuras circulares de piedra en las faldas de la montaña. 

Acantilados y ensenadas del Cabo de Busto ©diegosanchez/turismovaldes

Los acantilados del Cabo Busto 

La PR.AS-4 bordea esta península elevada a casi ochenta metros sobre el Cantábrico y regala al senderista una de las mejores panorámicas de la costa oeste de Asturias. Ocho kilómetros es la distancia y tres horas el tiempo en explorar esta senda circular, ideal para todos los públicos. El punto de salida lo encontramos en el aparcamiento del Monte del Cabo, en la cara oeste del promontorio.   

El viajero descubre nada más llegar un espectacular mirador desde donde se puede divisar toda la línea escarpada de la costa desde la playa de Bozo y la sierra del Estoupo hasta la punta Romanellas e, incluso, la estaca de Bares en Galicia a poniente, los días muy despejados. La ruta continúa entre el brezo en dirección al faro de Busto marcando el contorno del precipicio donde sobrevuelan las gaviotas y los cormoranes anidan en los islotes y en calas vírgenes de cantos como Boxada el Vino o Vallina. Esta franja forma parte del Paisaje Protegido de la Costa Occidental de Asturias.  

PR.AS-4 desde la Punta del Arenoso ©diegosanchez/turismovaldes

Nos arrimamos al abismo desde estas paredes verticales que rodean el faro de Busto antes de continuar rumbo oriente hasta la punta del Arenoso. La PR.AS-4 se adentra ahora en la campiña del cabo entre campos de ganado y de siembra, entre pinares e hileras de cipreses, hasta retomar la costa en su cara este. Desde la punta Corbeiriños volvemos a contemplar la cadencia del promontorio y la ensenada mordida por las olas del Cantábrico hasta el cabo Vidio, en Cudillero. 

El recorrido nos conduce de nuevo al interior y al núcleo rural de Busto para deleitarnos con los paisajes de la rasa litoral y continuar por el bosque de la Sierra de Vallinas hasta retomar el punto de partida.  

Óleo furao en la playa de Portizuelo ©javiermartínezmansilla

Ruta de la Cangrexa: de Portizuelo a Los Molinos 

De playa en playa avanza la ruta de la Cangrexa, que parte desde la cala de Portizuelo hasta la de Los Molinos en un recorrido de 8 kilómetros y dos horas y media de duración. Las Pizarras de Luarca son la formación geológica más representativa de este territorio y esta ruta, un buen itinerario para descubrirlas. 

En el primer escenario, en la playa de Portizuelo, encontramos esta bahía de cantos de cuarzo, escondida bajo los cantiles de Villar y de Barcia, que forma parte de la Red Natura 2000. Su elemento más representativo es el islote del óleo furao o máscara del diablo, que se convierte en uno de los lugares más fotografiados de la zona. Sobre todo, al atardecer.  

Desde aquí iniciamos la caminata en un fuerte (pero corto) ascenso hasta alcanzar los campos de la llanura litoral. Con vistas de Las Agudas, unas crestas de roca que emergen desde el Cantábrico, nos adentramos en la zona boscosa que anuncia la bajada a la playa de El Chao. De vuelta a la rasa, seguimos el camino de la Cangrexa, que va en paralelo a la línea del ferrocarril y continúa por una vía de tierra sobre el acantilado hasta Los Molinos.  

Es esta una extensa y solitaria playa a la que solo se puede acceder a pie, y en la que solo se suelen encontrar pescadores al abrigo de estos acantilados de ochenta metros de altura. La bajamar invita a recorrer este xogarral (pedrero) donde desemboca una pequeña cascada y donde una pasarela de madera conecta con el pueblo de Caroyas.

El Camino Real y la Sierra de Concilleiro

Buscamos entre los montes de Luarca-Valdés el itinerario del antiguo Camino Real que conectaba Asturias con la Meseta Ibérica. La PR.AS-3 es otro trekking circular de 15 kilómetros y 5 horas de duración, de dificultad baja, que parte desde el pueblo de Barcia para surcar toda la Sierra de Concilleiro.
Brañas y barrancos, praderas en los llanos y la abrupta silueta que se precipita sobre el mar Cantábrico al norte. El premio es esta postal; el punto de partida, el área recreativa de Barcia. Dejamos el campo de fútbol de San Sebastián y el cementerio para caminar por el Camín Real de la Mesa hacia la sierra. El asfalto deja paso a una pista forestal que trepa por la ladera del Monte de Barcia en una travesía entre pinares. La aldea de San Antón de Concilleiro aparece ahora entre los valles como un lugar histórico de paso de arrieros y caminantes. Buena prueba de ello son las ruinas de la venta, la parada de postas y otras construcciones habitadas hasta no hace mucho. En la capilla se venera a San Antonio.   

La senda es en realidad un cortafuegos que atraviesa la serranía para rodear el Pico Pomar, descender hasta el pueblo de Argumoso y continuar por el collado en las estribaciones del Pico el Acebo y el de la Gubia.  Ambos son excelentes atalayas de toda la rasa costera. El final de la ruta circular lo encontramos en las faldas del Monte del Forcón por un camino de tierra que desciende hasta el pueblo de Barcia.  

 

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Javier Martínez Mansilla
javiermartmansilla@hotmail.es
Fotografía 
Diego Sánchez

 
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