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08/10/2021

¡Hola! Espero que estés muy bien. Esta semana es imposible no hablar de lo que pasó el lunes. Si alguna vez te preguntaste cómo era la vida sin Mark Zukerberg tuviste la oportunidad de (re)vivirlo, según la edad que tengas. Fueron entre cinco y siete horas donde los principales servicios de Facebook - Whatsapp, Instagram y el propio Facebook- sufrieron una caída generalizada, la más grande de los últimos años, que afectó a millones de usuarias y usuarios de todo el mundo. Durante esas horas, nadie desde la empresa hizo declaraciones que explicasen qué estaba pasando, excepto un comunicado que afirmaba lo que todes ya sabíamos: las redes sociales habían dejado de funcionar.

Las hipótesis no tardaron en circular y hasta las cuentas de Anonymous en Twitter se adjudicaron el ataque -aunque sin aportar información técnica que pudiera corroborarlo- hasta que finalmente se supo: Facebook se había borrado a sí mismo de Internet por error. Así lo explicaba el tecnólogo Rafa Merino en un hilo de tweets.

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Internet, nuestra gran red de redes, se vale de varias maneras para que las distintas partes que la componen puedan comunicarse entre sí, allí entran términos como BGP, DNS, o IP.  El BGP (Border Gateway Protocol) es como un mapa que tiene la ubicación de todas las redes autónomas de Internet para que puedan ser encontradas; el DNS (Domain Name System), es una especie de guía teléfonica, un sistema de nombres de dominio que vincula dichos nombres con sus direcciones de IP (Internet Protocol). Ellos tres forman parte, junto a muchos otros elementos y protocolos, de todo un mecanismo que hace que cuando escribimos en el navegador el nombre del sitio adonde queremos ir, simplemente lleguemos.

Entonces: ¿Qué fue lo que pasó? El lunes la empresa se encontraba realizando unos cambios en la configuración de sus servidores del protocolo BGP y por error borró las rutas, eso hizo que los servidores DNS de Facebook quedaran inaccesibles. En pocas palabras, se desconectaron de Internet: los servidores y las tablas de DNS están, pero nadie sabe cómo ir de un lugar a otro. “Es como si ingresáramos la dirección de nuestra casa en Google Maps y nos dijera que sí, la dirección está ahí, pero no sabe cómo llevarnos, ni dónde queda exactamente”, explica un artículo de un medio argentino que reconstruye hora a hora cómo fue y se vivió el apagón por estas latitudes.

Los problemas de la caída llegaron también a las oficinas de la propia empresa, donde muchos de sus empleadas y empleados no podían ingresar a sus lugares de trabajo porque las insignias digitales dejaron de funcionar. Además, otras herramientas de uso cotidiano, como Zoom y Google Docs, quedaron inutilizables ya que para poder usarlas el registro es a través de sus cuentas corporativas. Para poder comunicarse terminaron recurriendo a correos electrónicos y plataformas de otras empresas, como Outlook, LinkedIn, FaceTime y Discord.

¿Cómo se solucionó esta falla? La empresa tuvoo que enviar a un equipo de trabajadorxs al centro de datos ubicado en Santa Clara, California, para realizar el “restablecimiento manual” de los servidores.

Desde el medio español elcorreo.com explicaron que hace un mes el patrimonio estimado de Zuckerberg  era de 140.000 millones de dólares y, debido al apagón del lunes, su fortuna “se hundió hasta los 122.000 millones de dólares (...) Tanto es así que el fundador de Facebook ha perdido una posición en el ranking de los más ricos del mundo. Ahora mismo es quinto, por detrás de Bill Gates, Bernard Arnault, Jeff Bezos y Elon Musk, quien encabeza la lista”. Paaabre.  Lo cierto es que Mark perdió algunos millones pero su fortuna sigue en aumento y si bien el lunes las acciones de Facebook registraron una caída del 4.89%, en lo que va de 2021 se revalorizaron más de un 19%.

 En una relación (tóxica) 

La caída de Facebook, Instagram y Whatsapp coincide con las denuncias de Frances Haugen, ingeniera de datos y ex empleada de la empresa que hace una semana se reveló como informante de The Wall Street Journal, el medio donde se publicaron los resultados de investigaciones internas de Facebook que demuestran el efecto nocivo de las redes sociales de la empresa sobre las personas, principalmente las más jóvenes. Todas estas investigaciones no solo fueron ocultadas por la empresa sino que tampoco se tuvieron en cuenta para tomar medidas al respecto.

Uno de los informes sobre los efectos tóxicos de Instagram, precisamente en niñes y jóvenes, fue dado a conocer en septiembre pasado. Allí se advertía, entre otras cosas, que “las comparaciones con lo que ven en Instagram pueden alterar el modo en que las jóvenes se perciben y describen a sí mismas» y que «alrededor del 32% de las mujeres que la usan, se sienten peor sobre sus cuerpos».

Frances sostiene que la plataforma lleva tiempo priorizando el beneficio económico a la lucha contra la desinformación y los contenidos que incitan al odio. El martes, el día después de la caída,  brindó su testimonio ante legisladores de Estados Unidos. "Solía trabajar en Facebook. Me uní a la compañía porque creo en su potencial de sacar lo mejor de nosotros. Comparezco hoy ante ustedes para afirmar que sus productos dañan a la infancia, avivan la división, debilitan nuestra democracia y mucho más. Quienes gestionan la empresa saben cómo hacer que Facebook e Instagram sean más seguros, pero no lo harán. Es urgente que el Congreso actúe", afirmó.

Por otro lado, tampoco nos olvidemos de la privacidad y seguridad de nuestros datos. El escándalo de Cambridge Analytica destapó la olla. Allí supimos que los datos de 87 millones de usuarias y usuarios de Facebook fueron recopilados para la elaboración de perfiles psicográficos que luego fueron aprovechados en campañas políticas en Estados Unidos, para el desarrollo de contenidos que buscaron influir en la intención de voto.

El mismo lunes del apagón, también se conoció que los datos de más de 1500 millones de usuaries de Facebook en septiembre se pusieron a la venta en foros especializados de hackers y en la Dark Web. Algo similar sucedió en el mes de abril con datos personales de más de 500 millones de usuaries de diversos países.

 ¿Por ké somos así? 

Facebook dejó de funcionar y en todo el mundo se sintió la necesidad de buscar alternativas para comunicar(nos). El arribo a Twitter, TikTok, Telegram o Signal se disparó significativamente a tal punto que comenzaron a producirse fallas en ellas por el volumen de personas conectadas.

En apenas una hora, en mi lista de contactos de Telegram se sumaron cerca de 50 personas y el número siguió creciendo (en total, parece que se sumaron 70 millones de personas). Algo similar, aunque bastante menos pasó en Signal (en Argentina  es la menos conocida). Mientras, en Twitter, muchas personas usuarias de estos servicios de mensajerías hacían su descargo: “No vengan a romper Telegram/Signal”, decían. Ayyy ¿Por ké somos así?

En lo personal, me gustaría que cada vez sean más las personas que se sumen a estos servicios, que sea algo de todos los días y no solo cuando Whatsapp no funciona. Que de a poco nos animemos a salir del monopolio porque solo así dejará de serlo.

Coding Rights (2018)

El martes, la mexicana Alex Argüelles se despachó con un hilo maravilloso “para hablar de la concentración de poder que tienen algunas plataformas en internet, en especial algunas redes sociodigitales”. Porque, siguiendo sus palabras, “es muy importante apostar a la descentralización, activamente romper con las dependencias a las plataformas abusivas y habitar alternativas que respeten nuestra privacidad y fomenten la participación sin buscar enganche desde el odio”. En el hilo también vas a encontrar enlaces a materiales para conocer qué y cuáles son las redes descentralizadas que hoy en día están a la mano, esperando que nos sumemos.

Con esta caída masiva de Facebook también quedó en evidencia que la concentración y la interdependencia de las plataformas la hemos aceptado y naturalizado como si no hubiera otra realidad posible. De hecho, lo que hoy vivimos es absolutamente diferente a lo que se imaginó en los comienzos de Internet, que fue diseñada de manera descentralizada precisamente para que no dependiera de pocas empresas.

A mi me hizo feliz que el imperio Zuckerberg tambaleara al menos un poquito, pero al mismo tiempo sé que hoy la ausencia de estas redes sociales supone un problema para muchas personas, emprendedorxs, medios indepedientes y organizaciones, entre otros, que han encontrado en estas plataformas espacios de encuentro, difusión, intercambio y sostén de sus economías. “El modelo de negocio de las redes sociales también nos ha traído esta fragilidad conectiva”, leí en el medio de la vorágine tuitera del lunes. Pensar, imaginar y construir una Internet Feminista tiene que ver un poco con eso.

Al mismo tiempo, como afirman desde Artigo19, una ONG de Brasil que trabaja en la defensa y promoción de la libertad de expresión y acceso a la información, el apagón en Facebook, Instagram y Whatsapp afecta la libertad de expresión de millones de personas a nivel mundial.

“La actual concentración económica y tecnológica de las grandes empresas de Internet constituye una amenaza para los derechos fundamentales de expresión, comunicación y acceso a la información. El apagón es un recordatorio del poder que pocas empresas tienen sobre las comunicaciones. La influencia de estos grandes grupos hace que la sociedad confunda Internet con un puñado de empresas y dé la espalda al desarrollo de alternativas más distribuidas y transparentes.

Es urgente pensar en caminos independientes para la infraestructura de redes digitales. Activistas, movimientos y sociedad necesitan debatir formas para que el modelo de las grandes plataformas no vulnere los derechos de expresión y garantice la existencia de Internet como un espacio abierto y plural”.

Andrea Momoitio de Píkara Magazine en un artículo publicado en ElDiario.es reflexiona (y se espanta) justamente de la dependencia que tienen los medios de comunicación de estas redes sociales. “¿Alguien se acordaría de entrar a leernos si dejamos de aparecer por redes?”, se pregunta.

Por último, te recomiendo el texto de la activista Nadine Moawad “¡Vamos offline! Tenemos que hablar” (parte 1 y parte 2), traducido por las compañeras de LuchadorasMX.  “Debemos redefinir las estrategias para ganar la guerra contra el patriarcado, en línea y fuera de él”, afirma Nadine que, a través de ocho recomendaciones, nos recuerda la importancia  y la urgencia de empezar a desarrollar un vínculo más consciente y crítico con las plataformas. "Son redes, no redes sociales lo que necesitamos".

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