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Número 111 - Bruselas, 7 de abril de 2022


Una newsletter de Nacho Alarcón. Puedes suscribirte aquí

Es viernes y este es el número 111 de Nexo Europa, la newsletter semanal de actualidad y análisis de asuntos europeos. Ha sido otra semana más con la agenda centrada en la invasión rusa de Ucrania, como ya imaginarán, pero también hemos visto cómo la Comisión Europea se dispone a estrenar la nueva herramienta de condicionalidad. Además, este domingo se celebra la primera ronda de las elecciones presidenciales en Francia. 

La semana que viene no habrá número de la newsletter. Voy a estar unos días de descanso y volveremos con el siguiente número el próximo 22 de abril. En los próximos días lo más importante en la agenda es la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del próximo 11 de abril. 

 


 

Un paso más allá 

La semana ha estado marcada por las brutales imágenes captadas en Bucha, a pocos kilómetros de Kiev, con decenas de personas asesinadas y maniatadas por el ejército ruso, que dejó la zona regada de cadáveres antes de marcharse el 31 de marzo. Si alguna vez le preguntan para qué sirve el periodismo, una buena respuesta sería enseñar las fotografías que Santi Palacios ha tomado sobre el terreno y que ha publicado en la revista 5W.  Puede que escuchen a algunos conspiranoicos prorrusos repetir la idea de que en realidad todo es un montaje, como han asegurado desde Moscú. Que en realidad son actores tirados por el suelo o bien cadáveres que los ucranianos han puesto allí para recrear un escenario, pero las imágenes por satélite muestran cómo las calles estaban ya llenas de cadáveres bastante antes de que los rusos abandonaran Bucha, como ha demostrado en este magnífico trabajo el New York Times

Esos son los hechos, que es la base mínima para poder mantener una conversación. La táctica rusa consiste en hacer ver que ni siquiera los hechos comprobables son totalmente seguros. Moscú intenta decir a occidente que debemos creer que los muchos periodistas españoles que han entrado estos días en Bucha forman parte de una gran conspiración de la OTAN. Por supuesto, hay que hacer todo lo contrario. Los hechos son los relatados. Y nadie debe permitir que la propaganda los borre. 

Las imágenes inmediatamente provocaron reacciones en Washington y en las principales capitales europeas. El lunes por la mañana Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, emitió un comunicado en nombre de los Veintisiete. “Las imágenes imborrables de un gran número de muertos y víctimas civiles, así como la destrucción de infraestructuras civiles, muestran el verdadero rostro de la brutal guerra de agresión que Rusia está librando contra Ucrania y su pueblo”, señala el texto que podéis leer aquí

En ese comunicado Borrell informa de que la Unión Europea está preparando con “urgencia” un nuevo paquete de sanciones contra Rusia por las “atrocidades” de Bucha. En realidad ya se venía hablando de ese paquete en las horas anteriores, la cuestión era saber si las imágenes de civiles masacrados por las tropas rusas iba a provocar un cambio de actitud y se endurecerían las medidas. Dymtro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, conocía el paquete antes y después de que se supiera la magnitud de lo ocurrido en Bucha y ha explicado esta semana que el cambio que dio fue importante. 

¿Qué ocurrió? Pues que la Comisión Europea decidió que la gravedad de la situación justificaba que en ese quinto paquete se incluyera la prohibición de la importación de carbón. Algunos países se han quejado de que el Ejecutivo comunitario hizo pública su propuesta antes de que la conocieran las capitales. Esa es una práctica muy de Bruselas: cuando la Comisión sabe que va a proponer algo que va a obtener mucho apoyo popular pero que no va a gustar a algunos Gobiernos nacionales tiende a anunciarlo sin previo aviso para que así a los Estados miembros tengan más difícil rebajarlo. 

La aprobación final no fue sencilla. Primero se reunieron los embajadores permanentes de los Veintisiete el miércoles, cuando estaba previsto que dieran el visto bueno. Pero algunas capitales plantearon problemas técnicos sobre la duración de los contratos con Rusia, lo cual es delicado porque la vigencia de los contratos ha sido la razón que han esgrimido los europeos para evitar pagar el gas con rublos, como exigía el Kremlin. Si ahora el lado europeo incumplía los contratos podía acabar en un efecto dominó, o así lo entendían al menos algunas capitales. 

Los veintisiete embajadores volvieron a reunirse el jueves, centrándose en la petición de Alemania de que el periodo de transición para dejar de importar carbón ruso fuera un mes más de lo previsto, es decir, de 4 meses para los contratos vigentes, hasta agosto, mientras otras capitales se revolvían porque consideran que es demasiado tiempo de espera para una medida que se considera menor en el ámbito de la energía. 

El debate trabado y complicado sobre el carbón hace prever lo difícil que será hablar de medidas más ambiciosas, como el corte del petróleo o del gas. Cuando se anunció el contenido de este quinto paquete de sanciones Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, adelantó que ya se trabajaba sobre las sanciones al petróleo y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, dejó caer que la cuestión del gas deberá abordarse “tarde o temprano”. Kuleba explicó el jueves en su visita a la OTAN (hablaremos de ello ahora) que occidente tiene un problema: con una mano apoya a Ucrania, pero con la otra sigue alimentando la maquinaria de guerra de Rusia comprándole energía. 

Por último, este viernes tenemos en Kiev a Von der Leyen y a Borrell, que anunciaron su visita a la capital ucraniana poco después de conocerse la masacre de Bucha y de que la presidenta ofreciera a Ucrania el apoyo de la Unión Europea para la investigación de crímenes de guerra. Sobre este último punto os recomiendo el artículo que nuestra compañera Alicia Alamillos ha escrito para el periódico desde Borodyanka, cerca de Kiev y que ayuda a entender la importancia de la documentación en el contexto de la guerra. La visita de Von der Leyen y Borrell es la tercera de líderes europeos para reunirse con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Antes que ellos viajaron a Kiev los primeros ministros de Polonia, República Checa y Eslovenia, y el fin de semana pasada lo hizo también Roberta Metsola, presidenta de la Eurocámara.

Imagen de Kiev antes de la guerra. 

Armas, armas, armas

Esta semana hemos tenido una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN en Bruselas, un encuentro de dos días en el que toda la atención ha estado puesta sobre Ucrania. Se trataba de una reunión ordinaria, o sea, que ya estaba prevista en el calendario, a diferencia de los muchos encuentros extraordinarios y urgentes que se han celebrado en las últimas semanas. 

En la cena del jueves los ministros estuvieron discutiendo una cosa de la que nos van a oír hablar bastante en los próximos meses, que es el concepto estratégico. Una fuente aliada lo explicaba de una manera muy gráfica: si el Tratado de Washington es la Biblia, el concepto estratégico es el evangelio. Es una hoja de ruta que marca las prioridades de la Alianza Atlántica en el medio plazo. El secretario general Jens Stoltenberg evitó poner uno sobre la mesa durante la etapa de Donald Trump en la Casa Blanca para evitar que se abriera la caja de pandora y que el presidente que había puesto en riesgo de muerte a la OTAN dejara su visión escrita en piedra para los próximos años, pero en cuanto Joe Biden ganó las elecciones los engranajes se pusieron a funcionar. 

Se trata ahora de ver cuáles son las prioridades estratégicas de los próximos años, qué tipo de Alianza será la OTAN durante la próxima década y pico. Fuentes aliadas han explicado en los últimos días que va a haber una dura batalla por marcar la dirección, y que se presentará un primer borrador a finales de abril sobre el que se trabajará de cara a la cumbre de Madrid. Los países del este van a empujar para que se centre por completo en Rusia y en el flanco oriental de la Alianza, pero otros países menos expuestos a Moscú, como por ejemplo es España, van a intentar que, si bien la nueva brújula señale más hacia el este, no se pierda de vista el sur de la Alianza y la situación en regiones como por ejemplo el Sahel. 

El jueves hubo una reunión amplia en la que participaron otros socios como Australia o Japón, y en el que también participó Kuleba, del que ya hemos hablado antes. Y el mensaje del ministro de Asuntos Exteriores ucraniano no pudo ser más claro: “Mi agenda es muy simple. Tiene solamente tres elementos: armas, armas y armas”. Y el enviado de Zelenski quiere que esas armas lleguen rápido. “O nos ayudas ahora, y hablo de días, no semanas, o habrás llegado demasiado tarde”, explicó en una rueda de prensa posterior. Podéis leer más aquí.

La OTAN defiende que sí, que hay que seguir enviando armamento a Ucrania y que hay que seguir apoyándola por todos los medios. Pero en el cuartel general también hay los que piden no perder la perspectiva y recuerdan que la Alianza ha hecho durante los últimos tiempos esfuerzos importantes por Kiev, y que si el ejército ucraniano está resistiendo de una manera inesperada ante el ruso es también por el entrenamiento y el material recibido por los aliados. 

En este sentido, en las últimas horas Borrell ha propuesto que la Unión destine otros 500 millones de euros a la financiación del envío de armamento a Ucrania, como anunció Michel en este tweet. Si los Veintisiete apoyan la idea del Alto Representante la UE habrá destinado unos 1.500 millones de euros al envío de armamento a un país tercero en guerra, algo impensable hace poco. 

Kuleba durante una reunión en el Consejo. (Fuente: Consejo)

Ha empezado el juego con Budapest

La semana pasada hablábamos de que el domingo los húngaros acudían a votar y tenían que escoger entre el autoritario primer ministro Viktor Orbán o una oposición que se presentaba unida a los comicios. En unas elecciones que los expertos y analistas internacionales califican de “libres pero no justas” (por el control de los medios que tiene Orbán o por la reforma electoral que beneficia a Fidesz) el primer ministro volvió a arrasar, como hace desde que volvió al poder en 2010. 

Es notable el silencio que ha habido en Bruselas desde entonces. Orbán solamente ha recibido la felicitación de algunos partidos minoritarios y extremistas. Lo que sí ha recibido el primer ministro es una carta de notificación formal de la Comisión Europea en la que se informa al Gobierno de que se ha activado contra Hungría el mecanismo de condicionalidad, que permite en última instancia y con el apoyo de una mayoría cualificada de Estados miembros que se corte la llegada de fondos europeos a un país cuya violación del Estado de derecho ponga en riesgo los intereses financieros de la Unión. 

Recordarán que hace poco el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) declaró que esta herramienta, que acordaron los líderes europeos con cierta resistencia de Hungría y Polonia, estaba en línea con el derecho de la Unión. La Comisión decidió que prefería esperar a que se celebraran las elecciones en Hungría para actuar contra Budapest para evitar favorecer a Orbán y su mensaje victimista contra Bruselas si actuaban antes. 

Una vez ganadas las elecciones, el Ejecutivo comunitario ha puesto en marcha el procedimiento que podría extenderse hasta nueve meses. Por supuesto, mucha gente ha reaccionado criticando que la acción de la Comisión Europea responde a un resentimiento contra los húngaros por “votar mal”. La realidad es que desde que Orbán volvió al poder en 2010 ha retorcido las instituciones, ha aniquilado a los medios críticos llevándolos a manos de sus aliados políticos, algunos de sus allegados y familiares se han convertido en algunas de las personas más ricas del país y ha tejido a su alrededor toda una tela de araña financiada en parte con fondos europeos. Reformó la constitución y también la ley electoral. 

Ahora el proceso ha echado a andar contra Hungría. Budapest tiene ahora tiempo para defenderse de las acusaciones de la Comisión Europea. Si las explicaciones del Gobierno húngaro no convencen al Ejecutivo comunitario entonces este enviará al Consejo su propuesta de medidas contra el país centroeuropeo, es decir, el corte de la llegada de fondos europeos. El proceso en total puede tomar unos nueve meses. Pero Hungría ya nota los efectos de la presión de Bruselas, porque su plan nacional para obtener lo que le corresponde del Fondo de Recuperación sigue congelado. 

Otro país que tiene su plan nacional todavía en algún cajón de un oscuro despacho de Bruselas es Polonia. Pero en los últimos días ha quedado claro que Varsovia y Budapest no están en la misma situación. Hemos escrito sobre la división del grupo de Visegrado (ya saben, ese club de los “chicos malos” de la Unión Europea en el que también se encontraban República Checa y Eslovaquia, además de Polonia y Hungría) a raíz de la cercanía de Orbán con el régimen de Vladímir Putin, mientras Varsovia es su peor y más duro enemigo dentro de la Unión. 

Su lucha contra Bruselas unía y convertía en aliados naturales y estrechos a Polonia y Hungría. Pero Rusia y el papel que ambos países están jugando en esta guerra les pone en planos totalmente distintos. Varsovia está liderando la respuesta a Moscú, está acogiendo a millones de ucranianos que huyen del país y está construyendo un capital político en Bruselas sobre esa base. Budapest está haciendo todo lo contrario. 

Este trato diferente va a provocar más tensión entre los viejos aliados, y es posible que sigamos viendo cómo Visegrado se resquebraja. Podéis leer más sobre ello en este artículo que publicamos tras la victoria de Orbán en las urnas. 

Viktor Orbán, primer ministro de Hungría. (Fuente: Consejo)
Cajón de sastre
  • Elecciones en Francia: este domingo tenemos la primera ronda de las elecciones presidenciales francesas. Y llegamos a esta primera cita (la segunda vuelta será el 24 de abril) con al menos una idea más o menos clara: Marine Le Pen llega a las urnas con muchas más fuerzas de lo que se pensaba hace algunas semanas. El espacio que le separa del presidente Emmanuel Macron es muy estrecho y hay algunas encuestas que arrojan un mano a mano muy disputado en una segunda ronda entre ambos candidatos. El efecto de Eric Zemmour, candidato radical del que hemos hablado aquí algunas veces, ha sido provocar que el electorado vea a Le Pen como una candidata más moderada, a pesar de que sigue defendiendo un programa ultraconservador y reaccionario para Francia. 
     
  • Conexión Madrid - La Haya: la semana comenzó en Luxemburgo con la presentación de un documento de reflexión conjunto de España y Países Bajos sobre el futuro de las reglas fiscales europeas. Habitualmente los dos Gobiernos se han situado en sectores opuestos de este debate, y Madrid y La Haya siguen teniendo profundas diferencias respecto a cómo leen el futuro de las normas fiscales. Pero desde hace tiempo el Gobierno español viene buscando tejer alianzas fuera de su zona de confort (el sur) y establecer puentes con Estados miembros que defienden posturas muy distintas. Ese es el caso aquí. Podéis leer más sobre el documento conjunto en este artículo. Lo más interesante del ‘paper’ es que mientras que España cede en un discurso centrado en la necesidad de una reducción de la deuda y de la creación de colchones fiscales, Países Bajos admite que debe ser “a través de estrategias de consolidación específicas para cada país que sean realistas, graduales pero ambiciosas, y compatibles con el crecimiento económico y la creación de empleo” y con una regla de gasto clara y transparente. 
     
  • Vista en Luxemburgo: a pocos metros de donde se celebraba la reunión de ministros de Finanzas en Luxemburgo se encuentra la sede del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), donde se ha celebrado esta semana la vista por el caso de la prejudicial enviada al alto tribunal por parte del juez instructor Pablo Llarena. Como recordarán, las autoridades belgas denegaron la orden europea de arresto y entrega (la famosa euroorden) contra el exconseller Lluís Puig con dos ideas básicas: la primera era que el Supremo no era competente para enviar esa euroorden y lo segundo que el antiguo conseller no tenía garantizado un juicio justo. Llarena ha preguntado al TJUE si una autoridad de un país receptor puede llegar a cuestionar las competencias de la autoridad emisora. En la vista se persono mucha gente: allí estaban presentes España, la defensa de los exconseller huídos y del expresident Carles Puigdemont, también estaban representados Bélgica, Rumanía y Polonia, además de estar el partido Vox. Y por último se encontraba la Comisión Europea, cuyos servicios jurídicos echaron un buen capote a España al alinearse con la idea de que el sistema europeo se basa en la confianza mutua, y que la justicia española no tiene problemas sistémicos que justifiquen que un Estado miembro pueda bloquear una euroorden sobre la base de la desconfianza. Podéis ampliar información aquí. 
     
  • Victoria de Vucic: no hubo sorpresas en Serbia, donde Aleksandar Vucic logró su reelección como presidente. El país balcánico es clave en la región y aunque es candidato para ingresar en la Unión Europea es también uno de los aliados más estrechos de Rusia, con fuertes lazos económicos, culturales e históricos con Moscú. De hecho, es el único país europeo que todavía no ha adoptado sanciones contra el régimen de Putin tras la invasión de Ucrania. La semana pasada le dediqué a Vucic mi columna europea que podéis leer aquí. Miguel Roán, que ha escrito varios libros sobre los Balcanes, me ayudó a recorrer los problemas de la “estabilocracia” que la Unión Europea ha alimentado en la región. La gran pregunta es: y ahora, ¿qué? Porque había voces en Belgrado que aseguraban que cuando Vucic tuviera garantizado otro mandato se alinearía de una manera más clara con la Unión Europea. ¿Lo hará? ¿Y si lo hace qué efectos tendría sobre un país que ha permitido que Moscú tenga una presencia importante en el país y que tenga un gran poder de desestabilización? ¿Qué rol va a jugar Serbia en un momento en el que hay muchos ojos puestos sobre Bosnia y Herzegovina? 
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