"En Venezuela debemos impulsar un cambio de perspectiva para entendernos como comunidad, pues el individualismo no nos permitirá levantarnos como sociedad"
La carta corresponde a una entrevista dirigida a Johanna García, coordinadora de la Plataforma Social Creaciones Ciudadanas de Compromiso Compartido, organización enfocada en el fomento de las relaciones intersectoriales para la promoción del desarrollo y los derechos humanos en Venezuela.
El Distrito Metropolitano de Caracas se divide en dos Estados, el Distrito Capital de Caracas, compuesto por el municipio Libertador; y en el Estado Miranda, formado por los municipios de Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre. Por mi parte, les hablo desde Chacao, un municipio donde hemos evidenciado el abrupto deterioro del Distrito Metropolitano debido a la inexistencia de reglas y autoridad.
Desde Compromiso Compartido, trabajamos con comunidades en las periferias del área metropolitana de Caracas. Una de ellas es San Blas, ubicada en el barrio Petare, municipio de Sucre, al este de la capital; otra, en Brisas de Propatria, un barrio situado al oriente del Distrito Capital. Desde 1950, las periferias se han caracterizado por ser zonas habitadas por personas que persiguen oportunidades de empleo y mejores condiciones de vida en Caracas, pero que al pasar de los años se han visto marginalizadas por el Estado, quien, por ejemplo, no les garantiza educación, salud o la cobertura de señal móvil y satelital. El olvido ha conllevado al surgimiento de bandas criminales que buscan el control territorial, y quienes han tenido fuertes disputas con la fuerza pública, como ocurrió el pasado 8 de mayo en Petare, donde fueron ejecutadas 12 personas en el marco de un despliegue de las fuerzas de seguridad del Estado venezolano para capturar a “Wilexis”, un joven que imparte justicia y autoridad en Petare.
Actualmente, debido al Covid-19, hemos visto cómo diferentes personas que viven en estos sectores se han visto afectadas por las acciones tomadas desde el Estado para contener a la población bajo la cuarentena estricta. Luego de dictarse el Decreto 4.198 en mayo del 2020, el Estado impuso medidas incongruentes y desmedidas dentro de los barrios, que han consistido, por ejemplo, en la suspensión de actividades laborales, la creación de puntos de control manejados por la Guardia Nacional Bolivariana, así como barreras de concreto y la obligación de circular bajo salvoconductos. Planes que fueron tomados irresponsablemente al no considerar la vulnerabilidad existente en las periferias, cuya población no soporta el aislamiento social estricto y prolongado, debido a la falta de sustento económico de muchos o la precariedad de los servicios públicos, como la salud, para enfrentar la pandemia.
Pese a ello, últimamente nos hemos vuelto inmunes a cualquier tipo de injusticia, pues nuestra función como defensores de derechos humanos nos ha llevado a resistir a través de nuestra labor. A partir de la coyuntura actual, transformamos nuestros talleres presenciales de muralismo, cine y documental, en talleres online de creación audiovisual y emprendimiento artístico dictados mediante redes sociales. Ha sido un trabajo lento, debido a los retos tecnológicos y los problemas de conexión, pero llenos de aprendizajes y de valor social, donde distintos líderes comunitarios nos apoyan desde sus casas en la coordinación y comunicación con los participantes. Igualmente, hemos llevado meriendas y materiales de emprendimiento artístico a las comunidades.
Entiendo que como sociedad civil no podemos subsanar todo lo que no garantiza el Estado, pero debemos comprender que una sociedad, organizada y solidaria, tiene un rol determinante en la defensa de los derechos humanos y en el fortalecimiento de las instituciones. Bajo este contexto, los defensores no debemos abandonar los espacios que hemos ganado ante el avance autoritario del Gobierno actual. En Venezuela, debemos impulsar un cambio de perspectiva para entendernos como comunidad, pues el individualismo no nos permitirá levantarnos como sociedad. Debemos diseñar, repensar y crear para adaptarnos a nuevas condiciones; la pandemia nos ha servido para reinventarnos para cumplir con nuestra labor.
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