Chola, encontré una iglesia para hacer retiros artísticos, querés venir?
Cuando mi amiga me escribió ese mensaje pensé: En el medio del campo? En Italia? En verano? Sí! Ya sabía que para esas fechas iba a estar por Italia. Siempre quise hacer una residencia artística o por lo menos hacer un retiro, lejos de todo lo conocido, para sentarme a pintar, a dibujar, a escribir... Se ve que el universo me escuchó por lo que le respondí al toque que sí.
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Mi conexión con Italia es especial. Hace muchos años vengo haciendo una búsqueda de mis raíces, que me llevaron a mi tatarabuelo: Don Pietro Raitelli, quien se fue a principios del 1900 a Argentina, junto con muchos otros, a buscar una vida mejor que la que Italia tenía para ofrecerle en ese momento. Cinco generaciones más tarde, soy yo quien vuelve a Italia y cada paso que doy me surge la pregunta si mis pies están pisando el mismo suelo que él alguna vez habrá pisado.
Las sonrisas por la calle, la música que sale de la boca del italiano al hablar, los cafés llenos todo el tiempo, la devoción por la comida, todo un poco caos pero aún así una especie caos familiar.
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"Pero, cuál es tu propósito? No te entiendo" dice mi amiga mientras yo acaricio a uno de sus tres perros con los que vinimos a la iglesia para quedarnos tres días. Estamos sólo nosotras, con kilos de comida en bolsas, acuarelas y cuadernos, a alejarnos del mundo y con intenciones de desconectar (para, quizás, conectar con algo más) "Y cómo podés hacer algo si no tenés un propósito?"
"Que no sé! No sé qué es un propósito tampoco" le digo. Esta pregunta del propósito empezó desde que llegue. "Cuál será mi propósito?" pienso y algo me dice que sí lo tengo, que sí lo sé, sé que está ahí, sé que está implicito en todo lo que hago; no creo que me voy moviendo por la vida sin propósito, simplemente que no sé cuál es su nombre.
Los días se rigen por los horarios de comer y se pasan entre charlas profundas, que giran alrededor de nuestras historias de vida, de qué queremos, de qué percibimos y cómo eso afecta todo lo que hacemos. Hay momentos en que cada una se va a explorar la iglesia para elegir el lugarcito donde va a crear. Yo me acomodo en las escaleras y escribo, y dibujo, y pienso. Pienso mucho. De estos días, me llevo muchas preguntas juntas, mucha información y me ponen inquieta, aunque conozco cómo funciona esto: la realidad es que todas las respuestas vendrán con el tiempo y para ser sincera, no sé si tenerlas todas será de gran utilidad.
"Fue casi una experiencia religiosa" diría Enrique Iglesias (pun intended lol) y qué digo yo? Todavía estoy procesando mil cosas pero si hay una palabra que lo define es intenso y tranquilo a la vez. Lo que esperaba fuera una especie de playground para pintar y jugar en la naturaleza se convirtió en un retiro mental-espiritual. Afuera estaba calmo pero adentro todo se movía. Creo que mirar para adentro fue lo que define esta etapa de mi mes, mirar para adentro con otra persona que te da su mirada desde afuera.
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Es en el tren (a ver, en uno de los 9 trenes que tomé ese día) que me acuerdo de mis prácticas de yoga y recuerdo lo que la profesora dice "Exhalá lo que ya no te sirve". Y exhalo, y me recuerdo que soy pequeña, que el mundo es grande y que mis problemas no son tan graves, sólo necesito un poco de perspectiva.
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