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Adefarma contesta a los ataques de dirigentes de enfermería

Adefarma contesta a los recurrentes ataques infundados de determinados dirigentes de enfermería



De un tiempo a esta parte, estamos asistiendo, un poco atónitos, a un ataque sin igual por parte de cierto sindicato de auxiliares técnicos sanitarios, según reza en sus siglas o sindicato de enfermería, según manifiesta, hacia los farmacéuticos comunitarios o de Oficina de Farmacia, por el mero hecho de habernos ofrecido, en la situación especialísima que estamos atravesando, a colaborar con el Sistema de Salud, desempeñando funciones como la de vacunar o llevar a cabo pruebas de la COVID-19.

La Asociación de Empresarios de la Farmacia de Madrid entiende, como no puede ser de otra manera, que en un Estado de Derecho como el actual de nuestro país, los colectivos profesionales defiendan su condición a través de los medios que consideren adecuados,  pero siempre con el mínimo respeto y debida consideración hacia los demás, nunca desde la reiterada descalificación e insistente ofensa.

Más valdría que en vez de atacarnos como lo hacen, pusieran de manifiesto el valor añadido de la profesión que representan, que pensamos, es bastante.

La verdad es que los farmacéuticos propietarios de la comunitaria, denominación internacionalmente aceptada que define la farmacia que tiene vocación de servicio a su comunidad, empezamos a estar ya más que hartos de un discurso sindical rancio, alejado de los tiempos que vive hoy nuestra democracia un tanto galdosiana.

Un discurso que ha ido incluso más allá de los límites que marca la normal convivencia entre profesiones, al añadir en sus últimas manifestaciones una velada amenaza, bajo pretexto de reforzar, no sabemos qué estrategia, de no sabemos qué defensa, de no sabemos qué intereses de los pacientes y ciudadanía y de los profesionales sanitarios, nada más y nada menos, para activar “iniciativas que nunca hubiera querido poner en marcha”. Sobran las palabras.

Y, además, la justificación no tiene desperdicio, el “afán desmedido por ganar dinero de los empresarios de oficina de farmacia”, habría que preguntarles a los enfermeros y enfermeras que trabajan en empresas privadas o por cuenta propia si es bueno o no ganar dinero, es más, habría que preguntarles a los enfermeros y enfermeras que trabajan en el sector público que les parecería que las guardias que llevan a cabo fueran gratuitas, en fin, que la demagogia y la arrogancia sobran.

Como también sobran las inadmisibles alusiones a lo que hacemos o dejamos de hacer o si estamos capacitados o habilitados, porque para eso existe un marco jurídico sobre cada profesión, que determina su ámbito de actuación y para eso todavía existe, aunque algunos se resistan a admitirlo, la capacidad de los Gobiernos, por intentar mejorar la atención sanitaria, aprovechando la idoneidad, en este caso de los farmacéuticos como ha ocurrido en Orense o como ocurre en otros países de nuestro entorno comunitario o como ocurre, por poner otro tipo de ejemplo, en el cribado del cáncer de colon, los test rápidos VIH, los de riesgo cardiovascular o el Test PSA.

Lo que pasa es que la identidad política de ciertas organizaciones puede llevar inconscientemente a poner de relieve las incongruencias que supone defender algo que detesta, como parece que le ocurre a este sindicato con lo privado, desprendiendo un tufo negacionista con aquellos representados que no pertenecen al sector público, un ámbito, efectivamente, en el que la productividad, el rendimiento y la eficiencia o la sostenibilidad económica, poco importan.

Además, llama bastante la atención el modo atrevido y democráticamente impropio, de atribuirse la defensa de otros colectivos como los médicos, pacientes y ciudadanía, más si tenemos en cuenta que no solo son suficientes para opinar por si mismos, sino que, con toda probabilidad,  en el asunto que nos ocupa, estén más de acuerdo con los farmacéuticos que con ese sindicato.

Respecto a la utilización sectaria que se hace de un hipotético posicionamiento de los médicos, es curioso que suceda de esta manera, cuando es público y notorio, el afán desmedido por parte de la representación de los enfermeros por actuar “demasiado tiempo” en contra de sus intereses, al igual que con los farmacéuticos, en asuntos tan esenciales como son la tan polémica, prescripción y  dispensación enfermera.   

También resulta cuanto menos osada la invitación que se nos hace por parte de este sindicato a cursar los estudios de grado correspondientes para realizar las actividades asistenciales, que según ellos competen a las enfermeras, enfermeras y médicos, que no hace sino demostrar la supina ignorancia de quienes manipulan la verdad, interesadamente y sin escrúpulo ninguno.

Que a estas alturas de la vida, alguien, con conocimiento, ponga en la más mínima duda que los farmacéuticos, con los cinco años de carrera y alguno más de ejercicio profesional, incluso con asignaturas comunes a los estudios de medicina,  están capacitados para vacunar a la población, da bastante que pensar y no precisamente bien.

Y respecto a la habilitación a la que se alude, tal vez, es bueno, antes de ladrar, instruirse legalmente, aunque sea poco, porque de haberlo hecho, hubiesen caído en la cuenta que “haberlas haylas”, otra cosa es que sepan leer y discernir. 
Porque les guste o no les guste al sindicato de los enfermeros, (auxiliares técnicos sanitarios), la farmacia comunitaria es uno de los servicios mejor valorados por la comunidad, como lo demuestra el número de reclamaciones presentadas, que no llegan ni al 0,5%, y eso no lo pueden decir muchos profesionales sanitarios, algunos de los cuales superan el 15% de quejas.

No olvidemos que cada año las farmacias de España proporcionan 192 millones de consejos sanitarios ajenos a la dispensación, con un valor de los actos equivalentes, como medida de ahorro al Sistema de alrededor de más de 1.700 millones de euros, anualmente.

Y además, ahí está nuestra trayectoria en cuanto a conflictos entre profesiones, porque siempre, a diferencia de otros, hemos apostado por la colaboración como base para optimizar recursos y avanzar en la mejora de la sanidad, sin embargo, hay quienes a la menor ocasión empiezan con las hostilidades, creyéndose lo que no son, pero en esta ocasión, si quieren guerra la van a tener.
 
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