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24/12/2020

¡Hola! ¿Cómo sigue todo por allá?

Sí, me colé en tu bandeja de entrada un jueves, porque mañana es la navidark y seguramente estaremos en otra como para andar enviando y recibiendo correos. Este es el último envío del año, el Siempre Cyborg Nunca Diosa número 25 y te quiero dar las gracias por acompañarme en este experimento y hacerlo posible.

En este 2020, tan particular por donde se lo mire, nos encontramos atravesadxs por muchos cambios en nuestra vida cotidiana. Uno de los más notorios fue el rol preponderante que comenzaron a ocupar las tecnologías y con ellas Internet, que se convirtió durante varios meses en la principal herramienta para trabajar, socializar, encontrarnos o entretenernos. Pasamos a estar la mayor parte del tiempo conectadxs y está claro que no estábamos preparadxs para tanto, no sólo desde el punto de vista de acceso o infraestructura, sino también desde lo emocional y afectivo.

Pero, ¿qué es la tecnología? ¿Cuál es el vínculo que tenemos con ella y cómo lo vamos construyendo? ¿Cómo la habitamos? ¿La tecnología es igual para todes? ¿Por qué elegimos usar algunas por sobre otras? ¿Cómo nos afectan? ¿Es posible la desconexión? No sé si tengo las respuestas, pero me gusta que nos hagamos estas preguntas.
[LAS]deSistemas
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Tecnologías y desigualdades

La pandemia, como cualquier crisis, no sólo dejó en evidencia las desigualdades sino también el hecho de que muchas de ellas están naturalizadas. Durante los meses de aislamiento, algunas personas pudimos resolver algunas cuestiones de nuestra cotidianidad gracias a la tecnología, pero esa realidad es engañosa porque no fue lo mismo para todxs.

Primero, por el factor brecha digital. El acceso a las tecnologías digitales e Internet es desigual. Para que tengas una idea, según datos del INDEC del cuarto trimestre de 2019, los hogares argentinos con acceso a computadoras representan el 60% y, según Enacom, hay cinco millones de hogares sin internet, de los cuales tres millones no pueden pagarlo y al resto ni siquiera les llega el servicio. Esto es una constante en muchas regiones del mundo.

A las múltiples brechas en el acceso se suman condiciones sociales, educativas, políticas, económicas, culturales y de género que impactan en las habilidades, usos y comprensión de las tecnologías que tenemos a mano. La realidad es compleja y siempre cabe preguntarse en qué lugar estamos las mujeres y disidencias.

En un artículo publicado en agosto, Mariana Silvestro, desarrolladora e integrante de la comunidad [LAS]deSistemas, aporta algunos ejemplos que ayudan a pensar en la tecnología y las desigualdades incluso más allá de lo tecnológico propiamente dicho. Por ejemplo, durante la pandemia las mujeres fueron las más afectadas en aquellas actividades que no pudieron ser reemplazadas por el teletrabajo. En Argentina el mayor porcentaje de trabajadorxs informales se concentra del lado de las mujeres. Pasa lo mismo con el trabajo doméstico que, según datos del primer semestre del año, es realizado en un 98% por mujeres y, también, dentro del sector profesional de la salud en donde el 60% de lxs trabajadorxs son mujeres, por lo cual estuvieron más expuestas al contagio, tanto ellas como sus familias.

Al mismo tiempo, las mujeres que cumplieron sus tareas laborales bajo la modalidad de teletrabajo también se encontraron con un panorama bastante desalentador. Si algo quedó claro es que las tareas domésticas y de cuidado siguen recayendo en las mujeres, y para muchas eso se tradujo en jornadas laborales dobles o triples, según el caso y la cantidad de convivientes. 

“La brecha digital y la conexión constante representan un modelo obsoleto, pero de modalidad virtual: mujeres con menos acceso a los estudios y oportunidades laborales y una doble jornada que no culmina”, afirma Mariana en el artículo. Reconocer que Internet y las TIC no son un lujo sino derechos que implican oportunidades laborales, de formación y aprendizaje, que facilitan la comunicación y el entretenimiento; y también discutir sobre la necesidad de una Ley de Teletrabajo y de establecer el derecho a la desconexión, son clave en estos tiempos porque, como escribe la desarrolladora: “la pandemia no puede significar solo malas noticias, debemos repensar los paradigmas con los que hasta ahora ha funcionado el sistema”.
 
¿Cómo habitamos la tecnología?

“Estar conectadxs, súbitamente, se redujo a estar disponibles veinticuatro/siete y de cuerpo entero en el territorio de Internet. La hiperconectividad —lejos de cultivar encuentros— nos agota hasta las células”. Con estas dos frases tan contundentes como ciertas arranca el artículo Apuntes para habitar tecnologías más críticas y en interdependencias afectivas de Liliana Zaragoza Cano, comunicóloga, escritora y artista hackfeminista. 

El texto es una hermosa invitación a poner pausa un rato y darnos el tiempo para “reimaginar juntxs cómo habitar tecnologías para reorganizar la vida”. Para Liliana un punto de partida puede ser comenzar a ampliar nuestros imaginarios y preguntarnos qué entendemos por tecnologías, para empezar a “hackear tanto la mirada antropocéntrica como el sistema capitalista neoliberal que reproduce la violencia patriarcal, misógina, racista y colonialista en un loop interminable”.

Históricamente, siempre hubo una tendencia a pensar la tecnología en términos de maquinaria industrial o, en los últimos años, digital. Pero esa visión, además de pasar por alto otras tecnologías que afectan a la mayoría de los aspectos de la vida diaria, incluye en su misma definición un sesgo masculino.

La socióloga australiana Judy Wajcman menciona en uno de sus artículos un libro sobre la historia de la ingeniería en América que deja en claro la “incapacidad persistente de la historia para ver los conocimientos mecánicos y los inventos de las mujeres, y pensar el trabajo realizado por las mujeres como tecnológico”.

“Mientras que el concepto inicial de artes útiles había incluido costura y trabajos del metal, así como hilado y minería, con la formación de la ingeniería como profesión de clase media, de blancos y hombres, «las máquinas masculinas en lugar de las telas femeninas» fue lo que se convirtió en los marcadores modernos de la tecnología. Y como la experiencia técnica llegó a ser terreno de hombres, la feminidad fue entonces interpretada como algo incompatible con los objetivos tecnológicos”.

¿Para vos qué es tecnología? Si hoy tuviera que definirla, me quedo con este fragmento del artículo de Liliana, que nos invita a pensarla en clave hackfeminista.

“Construir colectivamente conocimiento, sentidos y afectos es tecnología. Reaprender desde cómo funciona nuestro cuerpo hasta qué implica cada una de nuestras interconexiones con la vida. Es hackear las condiciones de posibilidad. Experimentar, jugar y equivocarnos en muy distintos códigos y lenguajes. Es meterle las manos a las máquinas. Tecnología como una forma de re imaginar y narrar el mundo. Como saberes ancestrales. Como el trabajo de cuidados. Como alquimia y como magia. Tecnología es también el cómo nos comunicamos, organizamos y relacionamos para viralizar el sentido de comunidad en cada acción cotidiana”.

Tecnologías y afectos
Encuentro ‘Tecnología y afectos ¿Cómo bosquejar políticas de la [co]responsabilidad?’. Foto: Sursiendo
“No tenemos propuestas anti tecnologías, nos interesa y creemos que la tecnología tiene un potencial transformador enorme, pero ¿cómo hacemos para que sea alguna vez más popular, que responda a necesidades y no que nosotras estemos respondiendo a las demandas y las tecnologías de las plataformas actuales?”.
La Jes y Lucy, del colectivo Sursiendo (México) Entrevista en La Tinta.

 
En  julio del año pasado, en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas (México) tuvo lugar el encuentro ‘Tecnología y afectos ¿Cómo bosquejar políticas de la [co]responsabilidad?’, donde participaron más de 25 mujeres de diversas regiones y contextos de México convocadas por el colectivo Sursiendo, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir y el Tec de Monterrey.

Muchas veces hablar de género y tecnologías se vincula a cuestiones de violencia de género en línea o de acceso. Sin dejar de lado estas problemáticas, para las impulsoras de este encuentro hackfeminista era necesario comenzar a profundizar también en otras dimensiones que permitan explorar cómo se producen las tecnologías y qué sistemas alternativos podemos desear, imaginar y crear desde una perspectiva decolonial, feminista, no extractiva y corresponsable con nuestros territorios y comunidades.

“Fueron días en los que nos pudimos conectar con otras y sumar a nuestros procesos de reflexión temas y acciones que las discusiones tecnológicas dejan deliberadamente fuera: las afectaciones y afectividades que se generan en torno al diseño, producción, usos y desechos de las tecnologías actuales”, narra en su blog el colectivo Sursiendo. “Nos sentipensamos en torno a poder incorporar esas otras dimensiones de la tecnología que nos permitan elegir cuándo y cómo queremos usar esa ‘red de redes’ que atraviesa nuestras vidas y que queremos que se convierta cada vez más en espacios de ‘ternura, confianza y resistencia’, espacios de cuidados sí, pero sobre todo de [co]responsabilidad, espacios en los que seamos conscientes y nos sintamos estimuladas para seguir creando entre todas”.

Como resultado de ese encuentro, este año se presentaron dos publicaciones, disponibles de forma gratuita y en varios formatos. En Tecnoafecciones se comparten reflexiones en torno a la relación entre tecnología, afectos y afectaciones desde una perspectiva hackfeminista. Ideas y reflexiones que fueron el disparador del encuentro.

La otra publicación se llama Nos Permitimos Imaginar. Allí se presentan los materiales creados por quienes participaron del Encuentro. Textos que, según sus propias palabras, deben entenderse “tan solo como una propuesta, porque los caminos de este libro son tan variados, ricos y polimorfos como sus escritoras”. 

El motor de este maravilloso trabajo son mujeres increíbles que, en lo personal, admiro y quiero: La Jes, Paola Ricaurte y Nadia Cortes. Te recomiendo la lectura de estas publicaciones y también la presentación que realizaron a principios de noviembre: el video lo encontrás por acá y por acá. Allí las chicas conversaron sobre los textos y rememoraron el encuentro y las motivaciones que las llevaron a organizarlo.

Para cerrar, te comparto el ‘Manifiesto Hackfeminista’ que escribieron colectivamente durante el encuentro.

la tecnología no es neutral;

históricamente las mujeres no hemos estado en el debate político, ahora lo estamos;

como mujeres nos preguntamos cómo asumir posturas éticas ante las consecuencias del desarrollo tecnológico que afecta a personas, seres no humanos y naturaleza;

nos convocamos

a explorar y vivir otras perspectivas narrativas

a sentipensar las tecnologías para generar espacios de confianza que nos permitan discutir estos asuntos que nos atraviesan personal y colectivamente

y cuestionarnos los sistemas de normatividad sexual y tecnológica;

 

No me quiero olvidar de recomendarte las charlas y conferencias que nos dejaron las 3° Jornadas de Género y Software Libre, que se realizaron a fines de noviembre. Varios envíos atrás, a propósito del encuentro, charlé con Martín Bayo y Cecilia Ortman del equipo organizador. Todas las charlas están disponibles en este link.

¡Gracias por llegar hasta acá! Como te dije al inicio, este es el último envío del año, y ¡qué año! Quiero agradecerle muy especialmente a Bruno Correa que, además de darle forma e impulso a La Newsletería, me insistió y motivó para que me sume y así nació Siempre Cyborg Nunca Diosa. Gracias también a mis compañerxs y amigxs newsleteros, Paula, Vero, Andrés, Pablo y Geo, por el apoyo, los intercambios y el aprendizaje compartido. A todas las personas que de alguna forma u otra participan y a vos, por tu lectura💚

Si tenés consultas o sugerencias no dudes en escribirme. Y si te gusta este newsletter tenés que saber que me hace muy feliz. Te mando un beso. ¡Nos leemos el año que viene! Ivana.

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