Yo creo que ya somos mayorcitos, tú y yo, ¿verdad?
Hemos vivido suficientes unos de enero, con sus resacas, saltos de ski y conciertos desde Viena (en mi caso, éste será el número 45).
Yo creo que ya podemos hablarnos como personas mayores.
Papá Noel no existe.
Los Reyes Magos son los padres.
Los buenos propósitos de Año Nuevo no valen para nada.
O si no, dime: ¿cuál es tu porcentaje de éxito en el cumplimiento de buenos propósitos?
"No, Raúl, pero este año va a ser diferente".
Claaaaro.
Verás, este año solo va a ser diferente si haces cosas diferentes. Tener un momento de "ver la luz" sirve de muy poquito si luego no te pones manos a la obra. Si no implementas cambios en tus rutinas que te lleven a un sitio distinto.
Porque la rutina es terriblemente poderosa, como la corriente de un río que te arrastra.
De nada vale desear que, por arte de magia, la corriente te lleve a un sitio distinto al que te ha llevado hasta ahora.
O cambias la rutina, o no tienes nada que hacer.
Hay un libro muy interesante (¡y práctico!) que habla mucho de ello. Se llama "Hábitos Atómicos". Y te explica todo lo que hay que hacer (que no es poco) para que esos "buenos propósitos" se transformen en cambios de verdad.
De los que duran.
Si de verdad quieres cambios en este año que entra, te recomiendo leerlo, estudiarlo y aplicarlo.
Si no, sigue con tu lista de buenos propósitos.
No te costará mucho hacerla; seguramente sea idéntica a la del año pasado.
En cualquier caso... ¡que tengamos un 2021 venturoso e interesante! Y, sobre todo, que hagamos todo lo que esté en nuestra mano para que así sea.
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