- Hola, me llamo Alicia Pérez Gil y soy escritora
Es cierto, soy escritora profesional, vivo de esto y, a veces, tampoco tengo tiempo de escribir.
Las horas se me van en tareas que revolotean alrededor de la escritura, pero al final del día me quedan muy pocos minutos para dedicárselos a mis historias y mis personajes. Lo que eso me frustra no lo sabe nadie. Así que no me quiero imaginar lo que pasan quienes tienen hijos, personas a cargo y otras mil ocupaciones que nada tienen que ver con esta pasión por escribir que se nos escurre entre los dedos como la arena en un reloj.
Dice Gabriela Campbell en Cómo sobrevivir a la escritura, que le molesta ese consejo tan manido de: si no tienes tiempo, hazlo. Porque hay días en los que es verdad que no hay ni tiempo, ni energía.
También dice, y estoy de acuerdo, que no vale quejarse de que no hay tiempo si te has enterrado en Telegram, WhatsApp, Twitter, Facebook o Pinterest. Si has pasado 5 minutos en esas redes sociales, nada te impedía abrir Evernote o Word y emplearlos en escribir.
Pero no estoy aquí para reñirte, sino para echarte una mano.
Porque puede que no tengas tiempo para escribir, pero también es posible que no lo hagas porque te falta un poquito de confianza. Al fin y al cabo ¿para qué esforzarse en algo que no te dará resultado?
Por qué lo llaman tiempo cuando quieren decir confianza
La autoconfianza es la seguridad que tienes en tu capacidad para cumplir con tus propios compromisos. Las personas que confían mucho en sí mismas, cuando se comprometen a escribir todos los días, lo hacen. Y si un día no pueden, no se estresan, ni se sienten culpables o avergonzadas.
Lo más importante es que desarrollar la confianza hace que el esfuerzo que inviertes en tus actividades literarias te proporcione una mayor alegría y satisfacción. Porque sabes que estás haciendo algo para conseguir lo que deseas.
Lo que la percepción de control hace por el ser humano, es una cosa casi mágica.
La cuestión es ¿se puede generar autoconfianza?
Pues en realidad la respuesta es sí y hacerlo es bastante fácil. Si de lo que estamos hablando es de generar confianza en tu capacidad para escribir, todo lo que tienes que hacer es cumplir tus compromisos con la escritura.
¡No cierres el correo ahora, por favor!
Si te has enfadado conmigo por esa última frase es porque necesitas un pequeño ajuste mental: puedes cumplir con tus compromisos. Lo que debes hacer es comprometerte con acciones que puedas cumplir.
Si tienes un bebé, una pareja, un trabajo de ocho horas y amistades que atender, no puedes comprometerte a escribir una hora diaria. Eso no es un compromiso, ni un objetivo, es la tumba de cualquier esperanza.
Pero sí puedes comprometerte a escribir 5 minutos. Solo cinco minutos. Gabriela también habla en su libro de la trampa del día perfecto: no esperes a poder escribir media hora seguida. A lo mejor jamás juntas media hora para hacerlo. Pero puedes encerrarte en el baño con una libreta o con el móvil y robarle 5 minutos a la vida.
Será como si te convirtieses en ninja de la literatura.
¡Pero entonces jamás acabaré un relato!
¿Sabes una cosa? Si no empiezas ese relato, entonces sí que no lo acabarás. ¿Qué importa lo rápido que escriba el resto? Tú tienes 5 minutos nada más. ¡haz que valgan la pena!
Te aseguro que es más fácil pasar de escribir 5 minutos a escribir 15 que de no escribir nada a escribir media hora el día perfecto. James Clear explica en su libro Hábitos atómicos, que ponerse metas muy pequeñas a diario funciona porque la facilidad de completarlas supera con creces la fuerza de la resistencia.
Cómo proponerse objetivos asequibles
Este es mi fantasma de las navidades pasadas y presentes, pero no de las futuras. O eso espero. Deja que haga de adivina: cuando termines de leer este correo, te inundará el entusiasmo y te pondrás a planear tu siguiente tarea. Lo que pasa con el entusiasmo, es que no nos deja medir bien nuestras capacidades reales y hace que planeemos objetivos que nos parecen fáciles y que en realidad no lo son tanto.
Así que, sea cual sea tu estándar de facilidad, divídelo entre dos. Así será más probable que puedas cumplirlo.
Y si tienes alguna duda acerca de si serás capaz de cumplir con tu compromiso, no lo pienses dos veces: recorta el objetivo. Hasta que tu filete de elefante se convierta en un canapé atractivo y delicioso que puedas comerte de un bocado.
¿Y qué hacer con los tropezones?
Lo primero es tratar de evitarlos; no te lances a escribir ya. Esta debe de ser la frase que más repito en mi Rutina de entrenamiento para escritoras en ciernes. Pero lo hago porque es verdad. Se trata de comprometerse, de manera racional, no de tirarse en plancha a una piscina que quizá no tenga agua.
Antes de tirarte:
- Anota tu objetivo y tenlo bien presente. A lo mejor tu objetivo son 5 minutos diarios o 100 palabras. (Cien palabras diarias son un relato al mes. Un relato al mes son doce relatos al año. Yo lo dejo ahí).
- Si tu objetivo es terminar un relato, añádelo al anterior. Quiero escribir 100 palabras al día para terminar un relato en un mes. Así tendrás tu objetivo a largo plazo presente cuando te enfrentes al corto plazo.
- Si puedes, anota cuándo escribirás esas cien palabras. Casi siempre sabemos cuándo vamos a tener un par de minutos libres. ¡Aprovéchalos! Si hay un día a la semana que es tu kriptonita, date permiso para no escribir ese día. Escribir es una pasión, no una condena. Si hay situaciones en las que sabes que no das de ti, anótalas. Por ejemplo, yo no puedo escribir si no he dormido, si me frustro por algo o si me ha pasado algo buenísimo y estoy con la adrenalina por las nubes. Antes me flagelaba por ello, pero ahora lo sé y lo acepto. Darte permiso para no escribir elimina la culpa y la vergüenza. No me digas que no es un win/win
¿Y si de todas formas no lo logro?
Tampoco pasa nada. A lo mejor te cuesta desarrollar el hábito. Aquí te dejo el enlace a un documento que puedes compartir cuanto quieras. Tiene 21 líneas porque se dice que un hábito se crea en 21 días. Si lo intentas una vez y resulta que no escribes lo que te has propuesto en los primeros 21 días, hazlo una segunda vez y proponte mejorar el resultado anterior.
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