¡Hola!
Ayer me encontré con tres personas que tuvieron covid, y las tres me saludaron -nos saludamos- con un beso.
Era lo más normal del mundo hasta hace un año. Nos encontrábamos y nos dábamos un beso.
Pero ahora el beso perdió jerarquía y espontaneidad, por desuso. Ya no sabemos bien cómo usarlo, ni cuándo (no digo con nuestros convivientes, sino con el resto de los mortales a los que solíamos saludar con un beso), ni por qué.
Es como esa prenda que olvidamos que teníamos y que queda un poco arrumbada en el fondo del placard. El día que nos reencontramos con ella, nos da una enorme alegría, pero después no sabemos con qué usarla, o si no estará pasada de moda, o si nos seguirá entrando.
Volvemos colgarla. Y seguramente a olvidarla, hasta el próximo reencuentro.
Nos pasa también con los abrazos. Ahora para abrazarse hay que hacer tantas preguntas de protocolo que el gesto pierde intensidad. ¿Tuviste covid? ¿Puedo?, etc, etc. Al final, si es posible abrazar al otro, ya no tiene ese ímpetu original. Es una mueca un poco torcida de lo que solía ser cuando un abrazo era un abrazo.
Está bien que por ahora y hasta tanto estemos inmunizados querramos llamar a esto nueva normalidad.
Está bien que le digamos nuevo.
Pero sería una pena que sea normal.
Ojalá hayas pasado un lindo fin de semana
Nos vemos por acá.
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