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Hola, ¿cómo están? Gracias por acompañarme una vez más en este newsletter. En esta oportunidad quiero hablarles de algo que nos preocupa a todos: ¿cómo va a afectarnos concretamente el cambio de gobierno en los Estados Unidos?
 

Empiezo a responder la pregunta con una certeza: lo primero que se va a ver afectada es nuestra privacidad, una privacidad que quienes nos preocupamos por la creciente pérdida de la libertad de los individuos a manos de Estados cada vez más omnipresentes tratamos de mantener porque forma parte de nuestra visión del mundo y porque, en muchos países, el concepto de privacidad va de la mano al de seguridad o integridad física.
 
Pero, para que se entienda mejor, es necesario hacer un poco de historia y poner las cosas en contexto.
 
El 11 de septiembre de 2001 un atentado terrorista derribó las Torres Gemelas en New York, Estados Unidos, produciendo muerte, daños e inclusive dando origen a acciones militares en Afganistán. En efecto, no había pasado un mes de dicho atentado cuando el ejército norteamericano dio comienzo a la intervención conocida como “Operación Libertad Duradera”. Por entonces, el presidente George W. Bush había “creado” su “Doctrina de Agresión Positiva”, la cual incluía -entre otras cuestiones- la “guerra preventiva”.
 
Pero volvamos al tema que nos ocupa.
 
El atentado a las Torres Gemelas afectó la vida de todos los habitantes de los Estados Unidos, y también del mundo; y lo hizo desde distintos puntos de vista. Lo sabemos: el miedo nunca ayuda a la hora de tomar decisiones. La inseguridad política, menos. Y muchas de las decisiones que se tomaron por esos días en materia de avances sobre la privacidad de los individuos marcaron una tendencia para las décadas siguientes, con importantes consecuencias en materia impositiva y de planificación patrimonial.
 
En primer lugar, se vio una clara tendencia hacia la homogenización de los sistemas tributarios y, sobre todo, de las alícuotas. Por otro lado, se apostó por la “transparencia”, y por el intercambio de información entre Estados. En ambos casos, el sector que se vio afectado fue el mismo: el de los pagadores de impuestos.
 
El cambio en ambas cuestiones llegó a partir de Donald Trump. Con él en el gobierno, Estados Unidos priorizó y promovió la competencia fiscal y se interrumpió todo avance en pos del intercambio de información con otras naciones. Con esto no quiero decir que el gobierno de Trump fue genial, para nada. Pero si algo hay que destacar es que no apuntó la mira hacia los sectores que generan empleo y riqueza, sino que los dejó trabajar con libertad, no los persiguió ni atentó contra sus derechos.
¿Qué va a pasar con Joe Biden, entonces?
 
En lo personal, no tengo ninguna duda: las políticas de Trump, principalmente aquellas vinculadas a cuestiones tributarias y de protección de la privacidad de los individuos, van a ser reversadas en poco tiempo; y se va a volver a construir sobre la tendencia que el mundo tenía antes de Trump, que no es otra que la que se ve en la Unión Europea y en la OCDE, quienes siguieron avanzando en estos cuatro años sin la colaboración de los Estados Unidos.
 
Lo que se viene, o lo que veo que se viene, es lo siguiente:
 
  • En Estados Unidos, aumento de la presión fiscal (vía aumento de alícuotas del impuesto a las ganancias corporativo y personal y la creación de impuestos nuevos, seguramente sobre el patrimonio), cartelización con países de alta tributación de otras regiones (principalmente Europa), resurgimiento de FATCA (Foreign Account Tax Compliance Act) y avances sobre la privacidad de las personas. Sobre este último punto, cabe resaltar que en la ultima semana el Congreso norteamericanos ratificó una ley que Trump había vetado y que permite al FinCEN (Financial Crimes Enforcement Network) acceder a mayor caudal de información privada de quienes poseen o utilizan sociedades establecidas en Estados Unidos.
  • A nivel global, queda claro que habrá mayor colaboración entre países y que se van a renovar los ataques y las presiones contra las jurisdicciones de baja o nula tributación y en general las personas y familias de alto patrimonio. Habrá que soportar esa mirada. Y estar listos para que la privacidad vuelva a ocupar el centro de la mira.
 
Sé lo que algunos pueden preguntar: ¿está mal que se trabaje para evitar el lavado de dinero o el financiamiento del terrorismo? ¡Claro que no! Como digo siempre, el problema no está en dónde uno pone la plata, dónde elige guardarla, protegerla, sino de dónde proviene, cómo se la ganó. Eso es lo que hay que atacar, y lo que veo es que, con las nuevas leyes que se avecinan, pagarán justos por pecadores, quienes quieren resguardar sus activos de las garras de los Estados predadores en vez de los que aprovechan libertades para ocultar sus negocios espurios. Como pasa (casi) siempre. En otras palabras, ya existen mecanismos sumamente eficientes para luchar contra el crimen organizado. No es necesario seguir despojando a los particulares de derechos y libertades para hacerlo.
 
Es un hecho que Estados Unidos va a recolectar mucha más información y que va a intercambiar no mucha más, pero sí un poco más de la que intercambiaba hasta hace un mes. En nuestra opinión, no va a igualar el intercambio que llevan adelante otros países, pero será diferente a lo que conocimos estos últimos años.
 
Lo peor de todo, es que ya sabemos lo que implican estas políticas tributarias y de presunta transparencia: desinversión, menor crecimiento, pérdida de puestos de trabajo y mayor pobreza. Esto es lo que provoca el ataque y la persecución a los que generan riqueza.
 
Un informe del Hoover Institute de la Universidad de Stanford, previo a las elecciones, aseguró que para el año 2030 la agenda económica del presidente Biden va a generar que se pierdan 4.9 millones de empleos y que la economía se reduzca en 2.6 billones de dólares. También sostiene que el consumo puede ser 1,5 billones de dólares más bajo y que el ingreso promedio en los hogares podría achicarse 6.500 dólares por familia.
 
“El problema -sostuvo el consejo editorial del Wall Street Journal al analizar el estudio- es que [las políticas de Biden] tendrán un impacto corrosivo a largo plazo”. Según el mismo análisis, va a “aumentar el costo del capital”, se va a “reducir el incentivo para trabajar e invertir” y a “reducir la productividad en toda la economía. Los estadounidenses pagarán el precio con un nivel de vida más bajo de lo que de otra forma lo harían, y que se merecen".
 
Si eso pasa en los Estados Unidos, imagínense lo que puede ocurrir en el resto del planeta.
Por eso, mi consejo del día: estructurar patrimonios y prepararse para soportar esto durante un par de décadas, hasta que la primera potencia mundial vuelva a ser gobernada por alguien que defienda el derecho a la privacidad de los individuos y promueva la competencia fiscal.
Muchas gracias por llegar hasta el final del newsletter. Si gustan, pueden escuchar este podcast del que participé y en el que hablo del mundo a partir de la llegada de Biden a la presidencia, de la cartelización fiscal y la presión tributaria, entre otros asuntos.
 
Un abrazo grande y nos leemos pronto.
 
Martín
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