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Boletín de noticias de EPA

01/03/2021
A una semana del 8 de marzo, mujer, salud y género

ONU mujeres, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, ha denunciado que la crisis de la COVID-19 está afectando a mujeres y niñas en áreas, como la salud, la seguridad, la estabilidad laboral, la obtención de ingresos, los trabajos de cuidados y la violencia doméstica y de género.
 
La actual crisis mundial derivada del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que provoca, la COVID-19, está impactando en las mujeres, especialmente en aquellas que pertenecen a grupos socioeconómicos más vulnerables. Los datos existentes desagregados por sexo muestran una mayor gravedad de la enfermedad en los hombres, con más casos de neumonía y más tasa de ingresos en las UCI y fallecimientos, hecho que podría estar relacionado con las diferencias entre la respuesta inmune de cada sexo. Sin embargo, las tasas de infección son más elevadas en mujeres con un 56.6% del total.
 
Ahora que la pandemia y las vacunas son temas habituales, conviene recordar que no fue hasta 1993 cuando la FDA (Food and Drug Administration) no elimina la prohibición de incluir mujeres en estudios para la investigación de medicamentos, aplicándose las conclusiones de las investigaciones realizadas en hombres también a las mujeres.
 
La participación de las mujeres en los ensayos clínicos para la investigación de fármacos sigue manteniendo diferencias entre hombres y mujeres: sólo el 20% de los medicamentos recogen recomendaciones específicas para mujeres (a excepción de embarazo y lactancia) y que en los estudios iniciales la relación de participación entre mujeres y hombres era de 2 /208.
 
Hasta principios del siglo XX el cuerpo del hombre se consideraba como la norma o referente del cuerpo humano. El cuerpo de la mujer era una variante patológica. En muchos aspectos de la salud se asume una “falsa igualdad” con la salud de los hombres, entre otras cosas porque son los que han participado como sujetos de estudio en la investigación en salud. Estos sesgos de género en la investigación y, en consecuencia también en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, han mantenido ocultas a las mujeres en el campo de la salud, más allá de lo que atañe a la condición reproductiva.
 
El abordaje de las diferencias en la salud entre mujeres y hombres requiere considerar las diferencias de sexo y las de género. Sin embargo, con frecuencia, ambos conceptos se utilizan de manera incorrecta a través de una visión biológica de la salud que utiliza el concepto de género en lugar del de sexo y ofrece explicaciones médicas a lo que tiene un origen social.
  • Las de sexo se relacionan con las características biológicas de uno y otro sexo, y no se limitan a la salud sexual y reproductiva, sino que incluyen diferencias en la función endocrina, la función inmunitaria o el aparato cardiovascular, entre otras.
  • Las diferencias de género se refieren a los roles, comportamientos, actividades y atributos socialmente construidos que una sociedad determinada considera apropiados para los hombres y para las mujeres.
La necesidad de valorar el sesgo de género en la atención sanitaria ha sido ampliamente reconocida por instituciones y Sociedades Científicas como la Organización Mundial de la Salud, la Sociedad Norteamericana de Mujeres Médicas o la Organización Panamericana de Salud. El sesgo de género en los servicios sanitarios puede darse tanto pensando erróneamente que la situación de salud de las mujeres y hombres son similares, cuando en la realidad son diferentes, o considerando que son diferentes cuando son similares. Ambos errores menoscaban la salud de ambos sexos, especialmente de las mujeres.
 
Sesgos de género en problemas de salud que pueden ser padecidos por ambos sexos:
 
En 2006, la Sociedad Europea de Cardiología publicó en su informe los datos de las causas de muerte por sexo en todos los países de la UE: mueren más mujeres que hombres por problemas coronarios, ictus y otras enfermedades cardiovasculares. Las mujeres sufren infartos de miocardio con síntomas diferentes que los hombres y los profesionales sanitarios a menudo no los reconocen. Además, con el mismo síntoma (dolor en el pecho) en los hombres se atribuye más a problema del corazón y en la mujer a ansiedad.
 
Las enfermedades respiratorias crónicas se han considerado más frecuentes en los hombres, Sin embargo los datos muestran que la frecuencia es similar por mayor afectación del tabaco en las mujeres. Pese a lo cual, a las mujeres se les da más consejo para dejar de fumar, pero se les realizan menos espirometrías, prueba básica para el diagnóstico y seguimiento.
 
Las mujeres son las mayores consumidoras de medicamentos en prácticamente todos los grupos terapéuticos. Las mayores diferencias se dan en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, el malestar emocional de las mujeres está medicalizado, habitualmente, con estrategias terapéuticas sintomáticas erróneas y ciegas a las causas. La mayor prescripción y consumo de fármacos psicótropos en mujeres puede reflejar una mayor prevalencia de depresión y ansiedad en estas, pero también, que se atribuya a factores psicológicos lo que son síntomas físicos.
 
Las situaciones de cronicidad y discapacidad, emergentes en sociedades occidentales, afectan también de forma más negativa a las mujeres: a pesar de que la esperanza de vida es mayor en las mujeres (España, 2019, los hombres 80,9 años y las mujeres 86,2 años), los hombres declaran tener mejor estado de salud que las mujeres (77,8% de los hombres; 70,4% de las mujeres valoran su estado de salud como muy bueno o bueno) y presentan menores porcentajes de discapacidad  (20% las mujeres frente a un 13,3% de los hombres)
 
En las conclusiones del informe Mujer, Discapacidad y Enfermedad Crónica se recoge que la variable género es la más discriminante respecto a la calidad de vida de las personas con enfermedades crónicas, seguida de la clase social y la edad. Las mujeres tardan casi el doble de tiempo en contar con un diagnóstico de la enfermedad desde la aparición de los primeros síntomas (3,2 años para los varones y 6,0 años para las mujeres), tienen menos reconocimiento económico de su situación y, en muchos casos, compatibilizan su situación de cronicidad con la de cuidadora de otro enfermo. . 
 
La accesibilidad de las mujeres a la atención sanitaria es menor: Menor accesibilidad a ingresos en el hospital para igual necesidad, mayor tiempo de demora y de espera desde los primeros síntomas hasta la atención sanitaria, así como menos intervenciones quirúrgicas y readmisiones en el hospital para casos similares entre mujeres y hombres.
 
Igualdad de género y salud
 
Cuadernos para la Salud de las Mujeres
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