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Por: Laura Loncopan Berti

¡Hola!

Seguimos en marzo, uno de los meses interminables del año junto con agosto. Espero que te encuentres lo mejor posible, mientras nos sopla en la nuca la segunda ola de coronavirus. No creo que estés peor que el barco de 400 metros de largo que bloqueó durante seis días el canal de Suez y dañó la economía mundial.

Desde el 2020 estamos a bordo de un buque sin ver la orilla. Habitamos un período de pandemia, que no sabemos cuánto tiempo durará ni quiénes seremos cuando acabe. Un tanto inquietante y temeraria está última oración. Los memes son un poco nuestros remolcadores, nos salvarán el rato.

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"Nena, las minitas de los músicos van al camarín"
El riff de la guitarra eléctrica sonó rápido y ganchero. Tomó impulso y corrió a toda velocidad para subir la escalinata que daba al escenario, pero no pudo, algo pasó, quedó corriendo en el aire, colgada. Un hombre de seguridad la levantó de la cintura y le dijo: "Nena, las minitas de los músicos van al camarín." Se quedó pataleando en el aire, le intentó explicar, pero el guardia no escuchaba. La canción avanzaba y ella no podía subir. La canción sonaba y no había cantante. Tuvo que asomarse el guitarrista, el novio, el varón, para que el guardia escuchara y la dejara subir.

La protagonista de esta anécdota es Patricia Sosa, líder de La Torre, que casi llega tarde a su propio show en 1982. No por propia voluntad, claro. La que rescata esta historia y la relata maravillosamente bien es Romina Zanellato, la periodista feminista neuquina, autora de "Brilla la luz para ellas" (Marea Editorial), un libro de 424 páginas focalizado en las mujeres, lesbianas y disidencias que hicieron (y hacen) rock desde 1960 hasta hoy.

Romi está en el detalle: su obra no es un rescate emotivo. Está dividida por períodos y en cada capítulo ubica el contexto social y político del artista y cómo influye en su hacer creativo. Precisa cuáles son las discusiones que había en ese momento en los feminismos, siempre en ebullición, porque busca trazar una genealogía. Cuenta si pudo o no contactar a la entrevistada y por qué medio lo hizo. Artesanal y rigurosa.

Voy a contar la cocina yo también: nos mensajeamos, nos mandamos unos buenos stickers y un mail. Este es el resultado que verán a continuación.

Si quieren saber más sobre su trabajo les dejo dos notas: "A 15 años de Cromañón: ¿Cómo nos cuida el Estado cuando salimos?" y "Dale duro mami: el reggaetón educado."
-En el libro vos te referís a que las rockeras argentinas fueron valoradas primero como vocalistas, antes que como instrumentistas, ¿ubicás algún punto de inflexión en ese pasaje?
-Las primeras que aparecieron como instrumentistas realmente virtuosas, sofisticadas, que mantenían una relación de estudio y respeto con su instrumento fueron las Viuda e Hijas de Roque Enroll. Por esa banda pasaron magníficas músicas como Andrea Alvarez, María Gabriela Epumer, Claudia Sinesi, Mavi Diaz, minas que fueron muy reconocidas como instrumentistas y compositoras, y que trabajaron gran parte de su vida como sesionistas. Todas venían de familias de reconocidos músicos, en el caso de María Gabriela y Claudia tenían hermanos muuuy conocidos por lo virtuoso de su toque, entonces ellas tenían mucho que probar, y al mismo tiempo sabían que ese talento estaba acompañado de horas y horas de trabajar el instrumento. Ellas cuentan que antes de armar Rouge, la primera banda donde se encontraron, ya estaban ensayando ocho horas por día, como si fuera un trabajo, y tan solo eran adolescentes. 
A pesar de que las Viudas eran una banda de pop, que las juntó un productor, todos sabían y las reconocían como compositoras y virtuosas músicas. Así que podría señalar que ese es el punto de inflexión.

-¿Cuál es la artista que descubriste producto de tu investigación o que conocías pero te impactó por alguna razón?
-Me impactó mucho la historia de Fabiana Cantilo. Cómo sufrió tanto para que respeten sus decisiones artísticas, lo que tuvo que atravesar cuando al fin tomó las riendas de sus discos, es decir cuando decidió qué productor quería, cuando todas las canciones que iba a grabar eran composiciones suyas. Y lo que recibió fue un maltrato tremendo de parte de los medios de comunicación, ella cuenta por ejemplo en la tapa de Rolling Stone (y también me lo contó a mí) que Pergolini se reía y la bullyniaba en Cual es?, el programa más importante de rock del momento, de ENORME influencia, además del vacío que le hizo la discográfica. Así que sí, diría que ella fue la que más me impactó. Entre todo el descontrol que puede leerse en ella, hay una mujer que sufrió mucho.

-Tanto la historia de Silvita Lachupa (la primera groupie que no tenía apellido para Miguel Abuelo) como la de Peperina (la canción de Serú), incluso cómo se gesta el primer disco de Fabiana Cantilo revelan aspectos controversiales de grandes íconos varones del rock. ¿Vos estás de acuerdo con la afirmación de que hay que “matar a los ídolos”?, ¿Qué relación construimos con aquellos músicos a los que admiramos, pero que sabemos que han tenido actitudes machistas o que en algunos casos han llegado a actos de violencia sexista?
-Creo que todos, todas y todes hemos tenido actitudes machistas. Que juzgar con los ojos de hoy un episodio que ocurrió hace varias décadas atrás es una trampa, aunque eso no significa que no haya que enunciarlo, saberlo, escribirlo y reconocerlo. Eso que le pasó a esas tres mujeres fue violencia machista, sí. Y en el caso de Charly García se presenta este problemón: el mismo tipo que le hizo tanto mal a una mujer específica fue también el que compartió escenario, alentó y grabó a muchas mujeres artistas a lo largo de su vida. Como ningún otro artista argentino, él compartió, legitimó y apoyó el desarrollo de varias músicas, desde las Bay Biscuits hasta María Gabriela Epumer. Nadie es todo bueno y todo malo, y tenemos que vivir con eso. Me parece que con los ídolos lo más interesante que se puede hacer es no negar las cosas, contar la historia completa, porque eso es lo que hace a una persona humana. Y eso también ayuda a bajar la idea de endiosamiento del ídolo, y posibilita que cada persona que es público pueda decidir con más herramientas si acercarse o no a lo que culturalmente tiene para ofrecer.
"Brilla la luz para ellas" es el segundo libro de Romi. En 2018 publicó su novela "Entre dos ríos".
-Hay un dato que me parece fabuloso y es la participación de Sandra Mihanovich y Celeste Carballo en la marcha tras el V Encuentro Feminista de San Bernardo de 1990, porque ahí nace la fecha del 28 de septiembre como el día de lucha por la legalización del aborto en América Latina. Vos decís que Celeste le rehúye a considerarse representante de un movimiento, pero realmente la producción musical que hicieron ambas marcó un hito en cuanto a la visibilización lésbica. ¿Qué otros cruces entre activismo feminista y música te parece que son insoslayables?
-Cuando descubrí ese dato casi me vuelvo loca. De hecho, según me contaron, salieron en la tapa de Clarín ese día sosteniendo la bandera, pero como esa parte la terminé de escribir en pandemia no pude ir a la redacción a chequear el dato (no está online).
El otro cruce, tal vez el segundo hito más importante en el cruce entre feminismos y música es, por supuesto, el de las She Devils. Pat Pietrafesa y Pila Jackson son dos personas que llevan adelante su profesión de músicas completamente atravesado por las luchas que ellas creen correctas. Son activistas antirepresivas, fueron anarquistas, son feministas antiracistas, anticlasistas, etc, y sostienen un transfeminismo interseccional, transversal y antibiologicista. Cuando en 1997 sacaron el split con Fun People llamado El aborto ilegal asesina mi libertad, ¡por favor! Las agallas que tenían. Pensemos el momento, quién estaba en el gobierno, en plena crisis y neoliberalismo, ellas proponen debatir esto. Es maravilloso. Y lo siguen haciendo hasta hoy. Valientes como pocas. 

-Cuando repasas el viaje que hiciste con Barbi Recanati a Bariloche hablás de que muchas músicas patagónicas se acercaron a conversar, ¿crees que esas brechas que aún deben sortear las mujeres y disidencias en los escenarios se profundizan en las provincias?, ¿Qué artistas por fuera del circuito de Capital te parecen muy potentes o recomendarías?
-Hay mucha necesidad de hablar y de ser escuchadas. En el último tiempo, en los últimos tres años, las mujeres, lesbianas, trans músicas empezaron a organizarse en cada región del país, se llevaron a cabo tres encuentros nacionales de músicas mujeres, lesbianas, trans que se originaron en Santiago del Estero pero que involucran a músicas de todo el país. Empezaron a organizarse en cada región en asociaciones u organizaciones locales, hay redes de asociaciones como Truena, hay de todo.  
Hace un tiempo le hice una entrevista a la vicepresidenta del INAMU, Paula Rivera, y me dijo que cuando empezaron con la Agenda de Género, la cantidad de músicas inscriptas en el Registro Único de Músicos Nacionales y Agrupaciones Musicales Nacionales era ínfima, no llegaba ni al 7%.
Entonces salieron a buscarlas, y se encontraron con que la mayoría de las músicas no se reconocía a sí misma como tal. Por ahí tenían un título, pero como se dedicaban a la docencia de la música no se reconocían como músicas profesionales (¡sólo tocaban el piano y eran profes de piano, pero no eran músicas para ellas mismas!), o porque no tenían un disco grabado, o porque no tenían banda, o porque no ganaban plata de su música. Eso habla mucho de la subestimación de las mujeres, lesbianas y trans frente a la sobreestimación de los varones, que no piden permiso, que no necesitan que nadie los legitime para nombrarse. Ni necesitan saber tocar muy bien para formar una banda y subirse a un escenario con actitud prepotente. Y parte de la desprofesionalización de esas músicas tenía que ver con que las asociaciones de músicos en las provincias en general estaban llenas de varones, no había integridad. Por eso es tan importante que el movimiento de mujeres haya entrado en la música.
Del primer informe que hizo el INAMU sobre el Relevamiento estadístico de la actividad musical, que se publicó en 2020 se desprende que de las 47.600 personas registradas en todo el país, 9.001 son mujeres y 38.599 son varones. De esa diferencia emerge que los varones son el 81,1% del total del registro. Sí, aumentó en relación a los primeros datos que no daban ni un 10% de mujeres, pero igual la diferencia es abismal.
Todo lo que se ve en CABA suele ser mucho más notorio en las provincias, y esto también. Obtener espacios para tocar, financiamiento para grabar, acceder a un estudio de grabación, son cosas muy difíciles para las mujeres que se sienten solas en las provincias. Todo eso está cambiando.

El libro abre con una reflexión muy potente de Romi sobre la figura de "las musas":

"La no representación de la mujer en la música, de su punto de vista, la voz apagada es una omisión que se percibe injusta. Pero ¿quién no quiere ser cantada por la voz de su novio? El amor fue la inspiración de hermosas canciones, el problema es que sólo cantaron los varones, que no hubo "musos", ni otro relato del amor que fuera habilitado. La única forma de amar era la heterosexual, con una doble moral donde sólo se habilitaba la libertad al dominio del varón."

Y lo cierra con una frase hermosa que pronunció Marilina Bertoldi en 2019, que dialoga con esa premisa:

"Ustedes (los músicos varones) se votaban entre ustedes, y no nos veían como pares. Se dieron cuenta ahora porque les dijimos que somos iguales."
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Lo que tenés que saber

Tres al hilo:

  1. El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº5 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires condenó a Cristian Scigliano por el intento de asesinato de Celeste Sequeira, una mujer trans y trabajadora sexual, en 2019. Se consideró que el delito fue cometido por odio a la identidad de género, en sintonía con el camino trazado por el fallo que calificó de travesticidio al crimen de Diana Sacayán. En esta nota pueden leer la entrevista que le hicieron a Celeste, luego de conocida la resolución, y a su abogada Luciana Sánchez que dijo: “La Policía es la primera que define el hecho. Si no hay trabajo sobre ellos, la discriminación sigue igual. Las mencionan con sus nombres de varones, califican mal los hechos y dejan afuera muchas cosas".
  2. Otra sentencia, pero esta vez en Zapala y sobre ESI. Una canción de Canticuénticos ayudó a una niña a develar un caso de abuso sexual. Se la enseñó un profesor de música en la escuela. El agresor, un vecino, fue declarado responsable. La nota completa la encuentran aquí.
  3. Tehuel de la Torre es un joven trans de 22 años que está desaparecido. Salió de su casa en el conurbano bonaerense, el jueves 11 de marzo. Iba a una entrevista laboral y no regresó. Ayer hubo una marcha frente al Obelisco. Esta es su historia.
Puñito arriba y nos leemos en siete días.
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