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La semana pasada te hablaba de la importancia de pensar, aunque sea de vez en cuándo, en cuál va a ser tu próximo trabajo (si no sabes a qué me refiero, aquí tienes el email).

«Pero eso es falta de compromiso con tu trabajo actual», podrá decir alguien.

Pues sobre eso, dos cosas.

La primera, creo que el compromiso real no es el que se produce por inercia, por ponernos una visera en los ojos que sólo nos permita ver lo que tenemos delante de las narices.

No.

El compromiso es más fuerte (más real) cuando uno tiene alternativas y, conociéndolas, sigue eligiendo lo que hace como primera opción.

Y en segundo lugar… ¿de verdad crees que ese «compromiso» te asegura algo?

¿Crees que si estás muy comprometido vas a conseguir llegar a la jubilación, y por lo tanto no tener que preocuparte por tu siguiente trabajo?

No digo que las empresas no valoren el compromiso (de todo hay); lo que digo es que hay mil circunstancias que pueden hacer que, a pesar de que lo valoren, tú y tu compromiso os veáis en la calle.

"¡Pero yo tenía mucho compromiso!".

Cuéntaselo al funcionario que te gestiona el paro.

Por lo tanto…pensar en tu próximo trabajo, y actuar para acercarte a él, debería formar parte de tu menú habitual de prioridades, incluso cuando pienses que tienes un trabajo estable.

Porque ninguno lo es en realidad.

Y ten clara una cosa: si no te preocupas tú de tu carrera profesional... nadie más va a hacerlo.
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