¡Hola!
Me gustaría distraerme con el olor de los membrillos, con las salvias florecidas, con el paseo al sol a la hora de la siesta.
Me gustaría que fuera de mañana, cuando las cosas parece que se reacomodaran solas en su lugar, ajenas a la rumia nocturna, con ese sol suave y cuando todavía no se sabe a ciencia cierta si va a llover, si va a hacer frío; cuando los planes todavía están por hacerse.
Me gustaría no haber leído todavía "Tanta mansedumbre", de Clarice Lispector, para que me sacuda como la primera vez (sobre todo ese comienzo, tan perfecto, que dice: Pues en la hora oscura, tal vez la más oscura, en pleno día, ocurrió esa cosa que no quiero siquiera intentar definir. En pleno día era de noche, y esa cosa que no quiero todavía definir es una luz tranquila dentro de mí, y la llamaría alegría, alegría mansa.)
Me gustaría no estar cansada de tanta pandemia, tantas opiniones cruzadas, tantos datos que ahora mismo parecen tener una forma si los lee uno y otra si los lee otro. Me gustaría que no me importe tan pero tan poco lo que opinan "los famosos" sobre casi cualquier cosa. Me gustaría que no me enojen tanto algunas cosas que escucho; me gustaría no escuchar tanto enojo entre las cosas que oigo.
Me gustaría que no me afecte ese cansancio, ese enojo, ese desconcierto.
Pero no me gustaría que nada me importe.
Quiero que me siga alegrando el olor del membrillo, las salvias, el paseo al sol, los buenos libros, y que llegue ese momento, sobre todo que llegue ese momento, en que esta pandemia sea pasado.
Nos encontramos en una semana...
(Al final les dejo el cuento de Clarice Lispector por si quieren leerlo)
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