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Una vez le preguntaron al presidente americano Woodrow Wilson cuánto tardaba en preparar su discurso, y respondió:

"Depende de la longitud del discurso"

Obvio, señor Presidente.

"Si es un discurso de diez minutos, igual tardo dos semanas en prepararlo. Si es un discurso de media hora, me lleva una semana. Si puedo hablar tanto como quiera, no necesito prepararme nada; puedo empezar ahora mismo".

Vaya, igual no era tan obvio.

Pensaba en ello porque el otro día me llegó un comentario a uno de mis vídeos en Youtube (el canal es https://www.youtube.com/rahego):

"No suelo comentar pero este video lo amerita. Mucha información útil en poco tiempo y con concisión".

Me hizo ilusión, porque justo eso es lo que busco en casi todo lo que hago: poca paja, mucho grano.

Pero es que estoy convencido de que quienes están (¿estáis?) al otro lado lo agradecen y lo valoran.

A mí, desde luego, no me gusta (y hasta me cabrea) que me cuenten rollos y me hagan perder el tiempo.

Así que no tengas miedo en darle muchas vueltas a lo que quieres decir, a probar distintas formas de decirlo, a meter la tijera tanto como haga falta... porque ya lo dice el refrán: "lo bueno, si breve, dos veces bueno".



 
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