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Harta(s) es un newsletter donde escribo y comparto ideas que me pregunto y pienso en torno a dos de mis mundos preferidos: filosofía y maternidad. Mi nombre es Florencia, estudié y me dedico a la filosofía y soy mamá de Sofía (sí, un poco obvio).

 

Hace un tiempo, en una clase de Formación ética y ciudadana, un alumno se daba cuenta por primera vez la cantidad de horas al día que su mamá ocupaba cuidándolo.

“Igual lo hace porque soy su hijo, ¿no? Me quiere”, me contestaba, y al mismo tiempo empezaba a hacer consciente ese tiempo invisible. 

En un país que está atravesado por la inequidad, ¿qué pasa con los cuidados?

¿Quiénes cuidamos? ¿Cuánto tiempo ocupa cuidar? ¿Hay tiempos más valiosos que otros?



¿Cuidar empobrece?

 

 

 


“Sabemos perder la mañana
Perdidos en la habitación
Fingiendo que el día no pasa
Vamos de nuevo
Ganando el tiempo”
Feten Feten

 


 

 


Pareciera ser que para hablar de ciertos temas, primero hay que aclarar, justificar y salvaguardar el amor de las madres.

Si una persona es madre, y la madre es siempre una figura amorosa, no puede entonces quejarse de lo extenuante que puede resultar su jornada laboral o el cuidado. 

“¿Cómo vas a llamar trabajo al cuidado de los hijos? Si es el amor más puro”, me cuestionó una vez un seguidor.

Sin embargo, ya lo dijo Silvia Federici, “eso que llamás amor es trabajo no remunerado” y es fundamental salir de las dicotomías que plantean el amor materno o de los cuidados por fuera del valor o costo que implica realizarlos.

Una cosa es el amor que sentimos las madres por nuestros hijos e hijas; y otra cosa es todo el tiempo que destinamos y que no es reconocido (ni social, ni económicamente).

A su vez, en los últimos años, la sociedad ha cambiado y las mujeres nos enfrentamos a múltiples desafíos en el ámbito laboral. Bajo imperativos disfrazados en frases motivacionales, las madres de hoy en día “¡podemos con todo!”.

Debemos tener una carrera profesional exitosa, un sueldo alto, una pareja amorosa, hijos e hijas que  cuentan con nuestra disponibilidad emocional y física y como si fuera poco, también tiempo para nosotras (¡y para vernos bien, claro!). 

Todas sabemos que eso es imposible, y que además tiene un costo muy alto en nuestras vidas. Sostener el mito de la “superwoman” invisibiliza la enorme tarea que implica cuidar a otra persona.

En Argentina, en abril de 2020, el 63% de las mujeres madres declaraban dedicar más tiempo a las tareas del hogar y el 51% se sentían más sobrecargadas; el cuidado de niños/as surgía como uno de los principales motivos de sobrecarga (28%) (UNICEF, 2020).

Como explica Florencia Freijó en Decididas, “este escenario deja al descubierto que no es que nosotras no queramos trabajar, sino que lo hacemos pero, en la mayoría de los casos, a tiempo parcial e incluso sin percibir un salario, dado que trabajar dentro de nuestras casas o cuidando familiares es un trabajo, pero tan visible que olvida ser reconocido como tal”.

Me pregunto si cuidar empobrece porque de alguna manera hay que visibilizar el costo de ese tiempo que invertimos las mujeres todos los días y que pasa desapercibido. 

En nuestra sociedad: ¿vale lo mismo el tiempo del trabajo remunerado que el tiempo del trabajo de los cuidados y de las tareas del hogar?

“Se entiende por feminización de la pobreza aquellos mecanismos y barreras, sociales, económicas, judiciales, culturales, que generan que las mujeres y otras identidades feminizadas estemos más expuestas al empobrecimiento en nuestra calidad de vida”, explica Freijó. 

Para pensar sobre los regímenes de cuidado hay que saber dónde se cuida, quién cuida y quién paga los costos de ese cuidado.

“Las mujeres nos empobrecemos con nuestros hijos. Los Estados son responsables, ya que a este panorama se le suma la ausencia de políticas de conciliación: licencias específicas, jardines de infantes, subsidios, urbanización de los espacios que carecen de infraestructura básica, facilidades en el acceso a la justicia, entre otras” (Freijó).

La única forma de lograr mayor equidad social, de desandar los arquetipos asociados a los roles femeninos de cuidado, es a través del desarrollo de políticas de corresponsabilidad que relacionen a las familias, al Estado y el mercado. La ampliación de derechos es la forma de conciliar los cuidados. 


¿Podremos algún día soñar con ciudades que contemplen los trabajos de cuidados y las tareas reproductivas? ¿Podremos algún día habitar jornadas menos agotadoras y más igualitarias?

Cuidar nos empobrece mientras siga siendo una tarea no reconocida e invisibilizada.

Pero quienes cuidamos, sabemos de la importancia fundamental que implica cuidar y ser cuidados. La única forma de tener un mundo más justo e igualitario, es dándole el reconocimiento que merecen a las personas que cuidan. 

Luchemos por una ciudad feminista, una ciudad cuidadora, una ciudad cooperativa, una ciudad comunitaria. Una ciudad en donde se nos facilite el cuidado. Un mundo en donde no falten los lugares de encuentro, los senderos de fácil traslado, los espacios de cuidados a niños de primera infancia. Donde cuidar no sea un trámite sino un derecho. 

 


Queridos mapadres y cuidadores:

¡Bienvenidos y bienvenidas a noviembre! El mes en el que cumple años mi hija, es el mundial y los locales empiezan a llenarse de cosas de Navidad para recordarnos que el fin de año es inminente.

El newsletter de hoy aborda un tema importante y es el factor económico de los cuidados.
Es importante visibilizar que cuidar a alguien es un trabajo y que, por lo tanto, debe ser reconocido.

Para profundizar en este tema, les recomiendo las siguientes lecturas:

El libro Decididas de Florencia Freijó, especialmente la sección dedicada al dinero. 

El ensayo Políticas del cuidado de Karina Batthyány. Es de descarga gratuita y está muy actualizado, les recomiendo su lectura.

Los estudios ¿Una nueva normalidad? Las madres en la recuperación socioeconómica de la pospandemia y Cuidar no es un trámite: hacia un esquema de licencias universal, corresponsable y equitativo del CIPPEC. 

¡Y ahora voy con algunas invitaciones!

Este domingo 6/11 los y las espero a las 14 hs en la Feria del Libro Feminista en el Complejo Art Media (Av. Corrientes 6271). Voy a estar a las 14 hs, hablando con Josefina Maharbiz, e intentando responder a la pregunta: Maternidades y crianzas, ¿libres o posibles? ¡Me encantaría verlas ahí y que pensemos juntas la respuesta! Si vienen de parte de Harta(s), se acercan y les doy un regalito. Pueden venir con hijos e hijas, ya que hay un espacio para infancias hermoso. 


¡Y el jueves 10/11 viajo a las Primeras Jornadas de Filosofía del Río Uruguay! Voy a presentar mi libro ¿Y vos qué pensás? haciendo una charla-taller para todas las familias. La idea es hacer filosofía un rato, y otro rato charlar un poco sobre cómo acompañar las preguntas en la infancia. ¡Acá les comparto toda la programación!

Y hablando de visibilizar el tiempo, escribir este correo me lleva muchas horas de lectura y escritura (y esta plataforma vale muchos dólares al mes). Todo este trabajo es posible gracias a las personas que forman parte del Club Harta(s). Si considerás que te gusta lo que hago, te invito a que formes parte del Club con una suscripción voluntaria mensual. Acá podés leer de qué trata un poco más

Si quieren leer mi libro ¿Y vos qué pensás? acá encuentran un fragmento y acá tienen todos los datos para conseguirlo en versión en papel o digital.

Filosofar desde la infancia lo consiguen acá (¡y acá tienen toda la información!) de forma física y acá para leer en e-book

¡La seguimos la próxima!
Gracias por leer del otro lado de la pantalla.
¡Les mando un súper abrazo!
F.

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